Revista Fusión

 Subscripción RSS

FUSION también eres tú,  por eso nos interesan tus opiniones,  tus reflexiones y tu colaboración  para construir un  mundo mejor

Recibe nuestras noticias en tu correo

 


 

EDUCARSE PARA LA PAZ

VICENÇ FISAS
Titular de la Cátedra Unesco sobre Paz y Derechos Humanos
de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Texto: Rami Ramos

Vicenç Fisas

Desde hace tres años contamos en nuestro país con la Cátedra Unesco sobre Paz y Derechos Humanos, un equipo de personas que ha asumido la responsabilidad de trabajar en el ambito de la sensibilización, de la investigación y la docencia en prevención de conflictos, desarme y cultura de paz. Al frente de este equipo: Vicenç Fisas.

 

 

 

 

 

"Calculamos que hay 500 millones de armas en manos de particulares".

 

 

 

 

Hay muchos países que han terminado con el conflicto armado, pero en cambio no han tenido posibilidad de retirar y destruir las armas que se han ido acumulando.

 

 

 

"En EE.UU. hay más pistolas que personas. Los norteamericanos son víctimas de una cultura de violencia alimentada desde la creación del país, y están recogiendo las consecuencias".

 

 

 

 

El pacto por la paz es un empeño desde muchos sectores y necesita la complicidad de todos.

 

 

 

"El cambio está en función de las personas, de su afán de colaborar con otros colectivos, de ponerse en contacto con otras gentes. Eso es lo que va a permitir superar muchos obstáculos".


El año 2000 ha sido proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas como año Internacional de la Cultura de la Paz. Muchos soñamos con que ese año sea un nuevo comienzo donde podamos transformar la cultura de la guerra y la violencia en una cultura de paz.

-¿Qué ámbitos abarca la Cátedra Unesco sobre la Paz y Derechos Humanos?
-La cátedra Unesco se fundó como resultado de un convenio entre la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y la Unesco.
Las demás Cátedras que hay en el mundo tienen diversas especialidades: comunicación, desarrollo, tecnología. Esta Cátedra, dentro del ámbito de paz y Derechos Humanos, tiene la responsabilidad, otorgada por la UNESCO, de trabajar en el ámbito de la sensibilización, la investigación y la docencia en prevención de conflictos, desarme y cultura de paz.
Más recientemente hemos creado una escuela de Cultura de Paz, que va a estrenarse dentro de unos días.

-En España, varias ONG han lanzado recientemente una campaña en contra de la proliferación de armas ligeras, y exigiendo al gobierno transparencia y control en las exportaciones.
-Sí, ésta es una campaña que lideran Amnistía, Greenpeace, Intermon y Médicos Sin Fronteras. La Cátedra es el servicio técnico de dicha campaña, desde aquí organizamos la coordinación. Hay también una plataforma de entidades que suman un millón y medio de socios (ACNUR, UNICEF, Manos Unidas, la Coordinadora de ONG...) que apoyan y se encargan de difundirla.

-¿Qué pretende esta campaña?
-Mejorar las posibilidades de controlar el flujo mundial de armas ligeras. A raíz de la sensibilización que produjo la campaña contra las minas, cada vez más estados toman conciencia de la gravedad de este problema. Calculamos que hay 500 millones de armas en manos de particulares. Se han dado cuenta de que hay muchos países que han terminado con el conflicto armado, pero en cambio no han tenido posibilidad de retirar y destruir las armas que se han ido acumulando, y surgen nuevas expresiones de violencia en las que se hace uso de estas armas acumuladas.
Por fortuna, tanto Naciones Unidas como muchos Estados, han decidido implicarse y ha surgido esta campaña internacional, que es la continuación de la campaña de las minas. Hemos conversado con todos los grupos políticos y parece que es posible llegar, a muy corto plazo, a un consenso para que España tome medidas como país exportador para frenar ese descontrol.

-¿Cuáles son los objetivos básicos de la campaña?
-Por un lado conseguir la total transparencia en el comercio, es decir, que se sepa qué se vende y a qué países. Otro objetivo es responsabilizar al Parlamento para que impulse una discusión pública y política sobre la pertinencia o inconveniencia de autorizar determinadas exportaciones. Por último, lograr que España se implique en la recolección y destrucción de armas en los países que están más afectados.

-¿En qué consiste ese programa de las Naciones Unidas que busca controlar las armas que quedan en manos de los civiles tras las guerras?
-Esta experiencia se ha realizado en unos veinte países. Se trata de implicar a las ONG y que los gobiernos europeos introduzcan dentro de su política oficial de desarrollo unas líneas de actuación para dar asistencia a los países que pongan en marcha programas de recompra y destrucción de armas.

-¿Qué opina de la facilidad con que se accede a un arma de fuego, por ejemplo en EE.UU.?
-En EE.UU. hay más pistolas que personas. Los norteamericanos son víctimas de una cultura de violencia alimentada desde la creación del país, y están recogiendo las consecuencias de esa actitud tan permisiva para la compra y el uso de las armas. Eso está agravado además por una cultura en la que los medios de comunicación ensalzan y glorifican permanentemente el uso de la fuerza, la violencia y la agresión, como forma de reacción frente a una situación de conflicto. El resultado es que las personas no han aprendido a resolver los conflictos de forma no violenta y hacen uso de las armas, ya que las tienen a muy fácil disposición.

-¿Es difícil cambiar esa cultura de la violencia?
-Va a ser muy difícil a medio y largo plazo, pero parece que empieza a haber una mayor sensibilidad ciudadana sobre la necesidad de cambiar algo que ha sido histórico, pero que no conduce a ninguna parte más que al aumento de los homicidios. Es un trabajo muy lento que implica a todas las generaciones, no es solamente para la infancia, sino también para los adultos. Se tiene que hacer de una manera formal y también informal, desde la escuela, la familia, el trabajo, las universidades, el mundo de la política.
Hay que favorecer la comunicación, el diálogo, el saber escuchar. A partir de ahí será posible entender que la paz es un compromiso para satisfacer las necesidades básicas de las personas y para garantizar los mínimos de dignidad. Eso implica no solamente terminar con las guerras, sino sobre todo frenar las espirales de violencia que se producen en la vida cotidiana. Por tanto, el pacto por la paz es un empeño desde muchos sectores y necesita esa complicidad de todos.

-¿Hasta dónde queréis llegar y hasta dónde creéis que podréis llegar?
-Esta escuela de Cultura de Paz que ahora ponemos en marcha tiene la pretensión de ayudar a la formación de unos cuantos centenares de personas jóvenes que tienen muchas ganas de trabajar en el ámbito de derechos humanos, la prevención de conflictos, el desarme, la cultura de paz. Vamos a intentar proporcionarles una serie de conocimientos no solamente teóricos, sino también de prácticas cotidianas. Hemos preparado unos cursos en los que participarán personas de mucha experiencia práctica en la resolución de conflictos, para realizar funciones de mediación. Esperamos que las personas que reciban esta formación puedan contagiar en su entorno esa cultura de paz.

-¿Cuál es su visión del mundo ante el cambio de milenio?
-Hay de todo. Hay señales aparentemente opuestas, contradictorias, algunas muy esperanzadoras y otras muy destructivas. El diagnóstico puede ser más o menos pesimista, pero las oportunidades de superar estas situaciones también existen. El cambio está en función de las personas, de su afán de colaborar con otros colectivos, de ponerse en contacto con otras gentes. Eso es lo que va a permitir superar muchos obstáculos.

-¿Cree que está cercano el momento en que el hombre respete por fin los derechos humanos?
-Está muy lejano todavía, pero hay que ver las cosas con cierta perspectiva. Conviene recordar que hace tan sólo dos siglos que se empezaron a pensar las primeras normativas, y que hace tan sólo ocho años que se pusieron en marcha los primeros tribunales internacionales. Tenemos que darnos cuenta de que realmente estamos en una primera fase. Es una etapa muy larga cuyo objetivo es ir construyendo una comunidad internacional en donde las personas tengan la convicción de que pertenecen no sólo a una comunidad local, sino también a una comunidad global. De ahí se derivan unos derechos y obligaciones que se deben traducir en normas jurídicas y en comportamientos individuales y sociales. Es un proceso muy largo, pero creo que es posible que hoy en día avance más rápido que en el pasado gracias a los medios de comunicación.

-El pacto por la paz necesita la complicidad de todos. ¿De qué forma se puede colaborar?
-Es importante que se reconozca la validez de las pequeñísimas aportaciones. Todo el mundo puede hacer algo desde su pequeño espacio de influencia, empezando por el respeto hacia uno mismo e irradiando estos valores en el primer círculo, que es la familia: cuidando de los hijos, transmitiendo valores con coherencia, haciendo y practicando lo que pensamos. En segundo lugar hay que trasladar eso al ámbito de la política más cotidiana, y luego llevarlo a un nivel más internacional, para transformar las estructuras que generan opresión y marginalidad. El trabajo por la paz se hace a través de múltiples dimensiones.

 

   

   
INDICE:   Editorial Nacional, Internacional, Entrevistas, Reportajes, Actualidad
SERVICIOS:   Suscríbete, Suscripción RSS
ESCRÍBENOS:   Publicidad, Contacta con nosotros
CONOCE FUSION:   Qué es FUSION, Han pasado por FUSION, Quince años de andadura

 
Revista Fusión.
I  Aviso Legal  I  Política de privacidad 
Última revisión: abril 07, 2011. 
FA