En el colegio nos enseñan, que sé
yo, la lista de los Austrias; pero no a mantener los ojos abiertos. En eso hay que ser
autodidacta. |
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LA HISTORIA
POR ELENA F. VISPO
Es curioso ver cómo la
historia te pasa rozando. Por ejemplo, recuerdo perfectamente que cuando era una cría vi
en la tele a un negrito cantando y bailando. Era el año 1983 y me impresionó aquel chico
que descoyuntaba los huesos y flotaba sobre las puntas de los pies como si las leyes de la
física no fueran con él. Poco después se hizo más famoso de lo que ya era, y en los
anales de la música se habla de la primera vez que Michael Jackson estrenó el moonwalk,
caminando hacia atrás y hacia adelante al mismo tiempo, como el que pasea por la Luna.
Era el 25 aniversario de la Motown, la discográfica que había hecho triunfar a los
Jackson Five, y una especie de tributo a los viejos tiempos. Cuarenta y siete millones de
personas vieron a Michael contar la historia de aquella mala mujer llamada Billie Jean,
que pretendía endosarle un niño que no era suyo. Muchas de ellas salieron a comprar el
disco: el álbum Thriller batió todos los récords de ventas y todavía hoy se
sigue vendiendo. Pues eso, señoras y señores, es historia.
Años más tarde vi también por la tele a unos señores con martillos,
mazas, piedras y demás objetos contundentes que la emprendían a leñazos con una pared
que había en medio de la calle. Qué bonito, pensaba yo, todo el mundo tan contento,
descargando adrenalina con los golpes y bailando encima del muro. Además, en la tele no
hablaban de otra cosa. Era el 9 de noviembre de 1989, y para más de uno esta fecha es el
verdadero final del siglo XX. La caída del Muro de Berlín revolucionó el mundo tal y
como se conocía, qué les voy a contar que no sepan. Eso también es historia.
Un poco después comencé a pasar temporadas en Barcelona, y paraba en
casa de un amigo que vivía en el barrio de Gràcia. Solía pasar por una callejuela donde
había una librería. "Esa es la Librería Europa", me dijo mi amigo. Me contó
que era una librería nazi, y que los vecinos estaban intentando cambiar el nombre de la
calle por "Calle de Ana Frank". Total, que yo pasaba casi todos los días por
uno de los grandes centros mundiales de edición y distribución de propaganda neonazi,
sin enterarme de la misa la media. La librería Europa fue el objeto de la primera
denuncia de SOS Racismo, junto a otras ONG, como acusación popular: uno de los grandes
hitos de la lucha solidaria en España. Pues por allí anduve yo durante un tiempo, pero
eso es otra historia.
La historia no es algo que pase en los telediarios: está hecha de
retazos de vida, pequeñas anécdotas personales que pueden cambiar el mundo. El 1 de
diciembre de 1955, a una mujer llamada Rose Parks le dolían los pies. Lo que no tiene
nada de especial ni siquiera si decimos que Rose Parks era negra, que vivía en
Montgomery, Alabama, y que ese mismo día cogió el autobús para volver a su casa. Por
aquel entonces los autobuses, como casi todo, tenían unas estrictas normas de
utilización en lo que se refiere a blancos y negros: si un blanco quería sentarse, los
negros tenían que dejarle vacía toda la fila de asientos. La diferencia de aquel día
fue que a la señora Parks, como ya he dicho, le dolían los pies y no le dio la gana de
levantarse. Pues quién le iba a decir, por ejemplo, al conductor de aquel autobús que
estaba asistiendo a un hecho histórico: que aquella negra tozuda iba a pedir ayuda al
Pastor King, y que acababa de empezar el final de la segregación racial. Gracias a Rose y
al apoyo incondicional de Martin Luther King comenzó un boicot a los autobuses segregados
que por poco hunde a la compañía de transportes, y que culminó diez años después con
una reforma de la legislación para garantizar los derechos de los afroamericanos.
A la Schiffer la descubrieron en una discoteca de moda, y entonces
empezó la fiebre de las top models, lo importante dejó de ser el vestido y pasó a ser
la percha, y el mundo de la moda sufrió una metamorfosis que ni Kafka. Todo porque
Claudia salió a tomar una copa. ¿Sabía el camarero que se la sirvió que tenía delante
a la musa de los noventa? La historia nos pasa delante de las narices y no tenemos porqué
enterarnos. No hay garantías: en el colegio nos enseñan, que sé yo, la lista de los
Austrias; pero no aprendemos a mantener los ojos abiertos. En eso hay que ser autodidacta.
La era de la información nos permite estar en todas partes.
"Está pasando, lo estás viendo", anuncia la CNN. Pero que estemos no quiere
decir que nos demos cuenta. Las nuevas voces del periodismo reclaman una información
pausada y reflexiva. Alguien tiene que unir cabos, dicen, explicar por qué pasa lo que
pasa, que todo tiene un origen. Por eso, ahora que empieza el 2000, voy a estar al loro.
Entre tanta catástrofe modelo fin-de-milenio, a lo mejor pasa una de esas chorradas que
cambian el mundo. Imagínense al Papa con una jaqueca fulminante, diciéndole a Ratztinger
que deje de calentarle la cabeza con sus chorradas. Imagínense que al auxiliar
administrativo que transcribe los Presupuestos Generales del Estado se le traban los dedos
y se cuela un cero de más para proyectos humanitarios. Imagínense que Clinton descubre
que comparte con Castro la afición a los puros habanos, y le levanta el bloqueo a cambio
de un precio de amigo. Imagínense que al etarra de turno le da urticaria la lana y se
tiene que sentar a negociar sin pasamontañas, a cara descubierta.
Imagínenselo. Cosas más raras se han visto, ¿no? |