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LA FRAGUA DE VULCANO
Cuando el Soñador, el
Uno, imaginó al Nuevo Hombre, a la nueva criatura que quería crear, vio a un Guerrero, a
un ser que pudiera contener en sí mismo todo el poder de su Creador y manejarlo con las
armas que forjaría en su evolución, armas tales como el Amor, la energía de la Unión.
El Rayo, la Energía de Electricidad creadora y destructora. Y la Espada, la Energía de
la Mente que cortaría todo aquello que no fuera útil para el desarrollo del proyecto,
para la elaboración del Nuevo Hombre.
El Soñador vio así que su sueño era bueno y realizable, aunque también vio que era
arriesgado y duro, pero cuando el objetivo fuera alcanzado, el Nuevo Hombre disfrutaría
de un estado de vida jamás imaginado por criatura alguna en la Creación, en todas las
Creaciones.
Así, el Sueño comenzó su manifestación y la Nueva Criatura nació
de la sustancia de la Madre Tierra, y desde su nacimiento fue cuidada, protegida y velada
por los colaboradores del Soñador, seres y entidades que la Nueva Criatura confundió con
"Dioses" o "Angeles", pero que tuvieron una importancia vital en su
desarrollo.
Y el Nuevo Hombre nació encadenado a la Tierra, a la sustancia, y a las duras condiciones
de la vida tan alejada del Origen, en medio de la oscuridad, en la ignorancia de quién
era y cuál era su destino.
Y la confusión fue la peor de las cadenas, porque el hombre confundió el poder interno,
que como llama tenue se mantenía vivo en su interior, con el poder externo, que le
atraía con toda la fuerza que la materia poseía. Y confundió a la mujer, símbolo e
imagen de su camino hacia la liberación, con su esclava y con la responsable de sus
males, cuando en realidad sus males eran fruto de su propia creación, que en su ceguera
alimentaba día a día.
Pero la visión del Soñador y sus colaboradores en el Experimento era
muy distinta.
Las cadenas que le mantenían sujeto a la materia, al poder egoísta, a los bajos
instintos y sentimientos, eran en realidad el metal con el que se tenía que forjar su
Espada de poder, porque de la transformación de lo uno en lo otro saldría el símbolo
más preciado del Guerrero, la Espada.
Pero para forjar su Espada necesitaba usar la Energía destructora y constructora del
Rayo, que como martillo poderoso destruiría las limitaciones y los miedos y construiría
la Libertad que se convertiría en su bandera y en el símbolo de la presencia del
Soñador en su vida.
Y para que todo ello fuera posible y no sufriera desviación alguna, el Nuevo Guerrero
necesitaba alimentarse y llenar su vida y sus actos con el Fuego del Amor encendido en su
corazón, porque ello le aportaría la visión que surge de la verdadera Unidad, de la
comprensión de la Red en la que todas las criaturas viven y se desarrollan, y con esa
visión nunca utilizaría su poder contra sus hermanos, sino contra aquello que trata de
separar, de desunir, de destruir el equilibrio y la armonía de la Red.
Y el proceso, comenzado desde lo que se conoce como el principio de los tiempos, sigue su
curso y evolución paso a paso, aunque aún son muy pocos los que comprendieron el por
qué del dolor, la razón del sufrimiento, el misterio de la vida, la magia del Amor.
Pero son aún menos los que captaron la presencia del Soñador entre ellos, porque para
que todo fuera realizable era necesario el mayor de los sacrificios, la mayor de las
renuncias, la más atrevida aventura que mente humana pudiera imaginar.
Y el Soñador, viendo que el Hombre, la criatura nueva del Experimento,
estaba preparada para un salto evolutivo, decidió que había llegado el momento de
someterla a un examen, un duro examen que pondría a prueba la verdad que existe dentro de
cada uno, el apego material o la necesidad de libertad, el Amor hacia los demás o el
egoísmo que separa y divide.
Y para ello liberó a los 4 Elementos, les dotó de más poder y les ordenó que
destruyeran todo lo que el hombre había creado que le separaba de su Origen y su Fin.
Y el examen ha comenzado y sólo los que tengan los ojos abiertos verán y comprenderán,
y sólo los que mantengan la pureza niña en su interior no temerán perder lo que en
realidad nunca fue suyo, porque perteneció siempre a la Madre Tierra.
Y el Rayo, la Espada y el Fuego esperan para ser entregados a aquellos que superen el
examen y entren en el Futuro, en una Nueva Vida, en una Nueva Tierra.
Así fue soñado y así se cumplirá. |