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LA CULTURA DE LA GUERRA

"Y digo yo que siempre es más rentable invertir en armas para que se sigan matando que hacerlo en escuelas donde se les enseñe que deben convivir en paz...
Además, lo hacemos por la patria..."

La cultura de la guerra
El negocio de las armas es el más fructífero del planeta y también al que más investigación se dedica.

El ser humano está dando constantemente muestras de que aún no trascendió, en su evolución, los aspectos que le identifican con el reino animal en lo que concierne a la lucha por la supervivencia, a la defensa del territorio, a la dominación de otras especies y, en algunos casos, a la violencia por la violencia, sin más.
Ello hace que un porcentaje grande de su esfuerzo y de su creatividad esté orientado hacia la cultura de la guerra, a todo lo que tiene que ver con la destrucción de los demás, hábilmente camuflado, eso sí, bajo la disculpa de la autodefensa.
Con ello, el negocio de las armas es el más fructífero del planeta y también al que más investigación se dedica, cosa curiosa cuando ya hemos vivido guerras mundiales y locales que nos han dejado el horror escrito con fuego y cuando sabemos que una tercera guerra mundial sería la última.
Pues bien, esta reflexión viene a cuento porque leo en un artículo que España se gasta en estos momentos una cantidad superior a los 200.000 millones de pesetas en investigación y desarrollo de armamento, poniéndose con ello entre los primeros países del mundo en cuanto a gasto militar.
Esta inversión supone el 42% de los recursos que España dedica a investigación, quedando el resto para repartir entre sectores tan "poco interesantes" como sanidad, educación, medio ambiente, etc. Lo dicho, los animales invierten su energía en cazar, proteger su territorio y procrearse. Piensen y comparen.
Pero hay más. Hace más o menos un año, la ONU aprobó lo que se llamó Plan de Acción de Cultura de Paz. Es decir, un proyecto para iniciar toda una campaña internacional para la formación de una mentalidad dirigida hacia la paz, no hacia la guerra. Se trataría de dar un vuelco total mediante la formación de los jóvenes orientándolos hacia todos aquellos aspectos o temas que tengan que ver con la convivencia pacífica, tales como promoción y defensa de los derechos humanos, control de armas ligeras, retirada de minas, investigación y educación para la paz, etc. Esto se complementaría con la creación de bibliotecas especializadas en temas de paz, creación de campañas internacionales para promover tales aspectos, intercambios de jóvenes entre países para conocer las diferentes culturas, etc.
Pues bien, nada, absolutamente nada de todo ello se ha puesto aún en marcha en nuestro país, sencillamente porque lo que España dedica a la cultura para la paz no llega ni a la centésima parte de lo que dedica a la investigación y desarrollo de las armas, es decir, a la cultura de la guerra.
Otro dato, el próximo año se dedicará para investigar en armas el doble de lo que recibirán todos los estudiantes del país en becas. Acongojante ¿no?
Y todos estos datos son verdad, son auténticos, un reflejo de la política de trastienda, de eso que los políticos no dicen porque no es popular.
Pero si todo este asunto no es popular, o sea, va contra los deseos del pueblo, y si entonces es un asunto de los políticos, ¿por qué lo hacen?
Si los políticos son elegidos por el pueblo y éste les paga sus suculentos sueldos... ¿por qué actúan a espaldas del pueblo?
Luego, en sus discursos, se les llena la boca de palabras de paz, de buenas intenciones, pero todo es mentira, pura hipocresía, porque por detrás están trabajando para la cultura de la guerra, se alían entre ellos y con los de otros países, se forman una élite a espaldas de los pueblos que, además, son los que luego sufren las consecuencias de las guerras, véase recientemente Kosovo, Chechenia o los países africanos. ¿Cuántos políticos han muerto en esas guerras?
Los animales, a pesar de todo, tienen dignidad.
Pero que en nuestro país se gaste más en la investigación de armas que en sanidad, que la gente se muera esperando turno para operarse, que toda esta mierda siga funcionando bajo la careta de una democracia, no tiene ni pizca de dignidad.
Por eso vivimos rodeados de muerte, de bombas, de tiros en la nuca y de sangre, porque cultivamos la violencia, porque amamos la violencia, porque aún, en nuestra evolución, no llegamos a descubrir las ventajas ni el sabor de la auténtica paz.
Cuando todo estalle en las manos, que nadie se extrañe, porque todos somos responsables con nuestro silencio de la cultura de la guerra./ M.C.

 

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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