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Monteserín, Arquitecto Técnico de profesión, ha dejado los hormigones por
la pluma. Colabora habitualmente en algunos diarios y revistas y a lo largo
de su trayectoria literaria ha ganado numerosos e importantes premios, como
el Premio Nacional de Novela Francisco Ayala con su novela "Caballos de
cartón", por la que siente un especial cariño. Ha publicado las
novelas "Mar de fondo", "Mañana perdí los nervios",
los libros de relatos "Los chispazos burlones de las estrellas"
(Premio Caja de España de libro de Cuentos, 1998) y "El viajero que
huye". Recientemente ha terminado "Azúcar", su última
novela, que ha sido publicada por la editorial Lengua de Trapo.
-¿Cuál es el argumento de tu reciente novela "Azúcar"? ¿Por
qué ese título?
-En Pravia, cuando los niños queríamos jugar con los mayores (los
adolescentes) les pedíamos permiso: "¿Podemos jugar con
vosotros?", y solían decirnos: "Sí, pero eres
"azúcar". Ello significaba participar de oyentes: si se trataba
del escondite, no podíamos descubrir a nadie; si de policías y ladrones,
no podíamos detener a nadie ni ser detenidos. Hace un par de años me
reuní en Pravia con dos de esos adolescentes, a los que yo seguía y
observaba boquiabierto en sus aventuras. Del encuentro y de las anécdotas
que evocamos surgió esta novela. Parto de un hecho sencillo: la caída y
desaparición de mis dos amigos al galopar en un caballo; y de un tópico:
la búsqueda del día interminable. La primera parte es una dedicatoria, de
sesenta capítulos, en la que el protagonista recuerda la relación con sus
amigos y entorno, hasta el accidente. En la segunda, el narrador (profesor
de Física) actualiza cada uno de los capítulos anteriores, veinte años
después.
-¿Hay también un compromiso, como en tu novela Caballos de cartón?
-Sí; toda la novela es un canto a la imaginación y a la
intervención directa y comprometida en el juego de la vida, en la búsqueda
de la claridad.
-¿Qué predomina en tu novela, las luces o las sombras?
-Las sombras, por eso escribo, para aclararme.
-¿Es necesario tener una vida serena para escribir una novela?
-En mi caso sí. Para escribir una novela necesito una vida
tranquila y rutinaria. Con independencia de que la haya documentado un
trabajo de campo turbulento, y una imaginación loca.
-Para escribir una buena novela ¿hay que vivir intensamente o con la
imaginación basta?
-Para escribir una buena novela no hay otra norma que escribir bien la
novela. Habrá escritores a quienes les baste el oficio y el trabajo terco,
otros que se arreglen con las musas, otros con la memoria. Yo lo aprovecho
todo.
-¿Estás en un momento creador cargado de cosas nuevas que decir?
-Estoy en un momento creador, pero siempre cuento las mismas viejas
cosas, pinto el mismo modelo, a ver si a base de escribir lo mismo logro una
obra genial.
-¿De dónde has aprendido más: de la vida, de los libros, de tu
carrera, de tu profesión?
-De la vida, indiscutiblemente, si es que lo demás no es también
vida.
-¿Hacia dónde te diriges como escritor?
-A copiar de mí. A explicarme a mí. Y a tratar de que mis lectores
lo pasen bien leyéndome.
-¿Escribir te hace libre o te encadena?
-Me hace volar, y más alto cuanto más sé. ∆