Sus escritos, sus análisis y su
interpretación de los fundamentos en que debe basarse la Iglesia, han
levantado mucha polémica dentro de los sectores más conservadores de la
jerarquía eclesial.
"A
través de los siglos la Iglesia no se ha fiado de la fuerza del amor y ha
insistido demasiado en el miedo al infierno, en el temor al Dios
castigador"
"En
términos sociológicos, la Iglesia funcionaba como una empresa de
producción y distribución de productos espirituales y los seglares,
laicos y laicas, eran el público consumidor"
"Un
budista que sea un santo, realmente está más cerca de Dios que un Papa
que sea buena persona e incluso buen cristiano, pero un tanto soberbio y
afanoso de poder"
"Y o
creo que la discriminación de la mujer es una cosa en que la Iglesia
está empecinada. Como está también empecinada la Iglesia latina en el
celibato obligatorio del clero"
"Las
Iglesias, todas, para unirnos, lo que necesitamos es una tremenda cura de
humildad"
"La
Iglesia católica ha secuestrado un poco a Jesús, en el sentido de
vestirse ella con: ‘Yo soy el cuerpo místico de Cristo’ "
"Las estructuras de la Iglesia no se pueden considerar una cosa
absolutamente inmutable"
"Nuestra entrega incondicional es a Jesús, no a las estructuras de la
Iglesia"
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A este
teólogo asturiano le gustan las cosas sencillas. No está de acuerdo con
las tesis de la jerarquía eclesiástica que defiende al catolicismo como
única religión verdadera. Esto le ha llevado a suscribir el manifiesto
firmado por 73 de los mejores teólogos de 15 países contra la declaración
papal "Dominus Iesus" que adopta esta postura.
-¿Cuáles son las razones para oponerse a la declaración Dominus Iesus
del cardenal Joseph Ratzinger?
-Para el creyente cristiano, su foco y su centro es Jesús de Nazaret,
el real de la historia, el que resucitó. Nosotros, como creyentes, somos
conscientes de esa resurrección, de ese ir al Dios misterioso al que Jesús
llamaba Padre, pues es un misterio inabarcable. Y para encontrar el camino
tenemos que fijarnos en el Jesús hombre, que precisamente vino a revelarnos
al Padre, porque como era hombre podíamos verlo. El mensaje de Jesús fue
el del Reino de Dios, y el Reino de Dios, como Jesús lo anunciaba y lo
sentía, era una buena noticia para los pobres.
-¿Por qué para los pobres?
-Porque era un Dios solidario con los oprimidos, con los pobres; un Dios
que clama por la justicia, que tenía ese anuncio del amor, no solamente a
los amigos sino a los enemigos. Esa capacidad de perdón, de responder al
mal con el bien. Otra cosa es cómo se fueron formando las comunidades
creyentes y cómo se fueron levantando sobre ellas las estructuras de la
Iglesia. Pero las estructuras de la iglesia no se pueden considerar una cosa
absolutamente inmutable. Por lo tanto, nosotros, sin separar nunca a Jesús
de la iglesia, decimos: nuestra entrega incondicional es a Jesús, no a las
estructuras de la Iglesia. Por ahí va la cosa.
-Entonces la Iglesia actual, ¿qué tiene que ver ahora con el mensaje de
Jesús?
-Yo creo que las iglesias, todas, para unirnos, lo que necesitamos es
una tremenda cura de humildad. Porque la Iglesia católica, quizás la que
más, ha secuestrado un poco a Jesús, en el sentido de vestirse con:
"Yo soy el cuerpo místico de Cristo". Y ahí aparece la idea esa
de que Cristo es la cabeza y que nosotros para recibir el influjo de la
cabeza tenemos que insertarnos en el cuerpo. Pero esa idea, como todas, son
ideas simbólicas, y que bien entendidas tienen ciertas ambigüedades.
Entonces, hay que propugnar que los padres de la Iglesia de los primeros
siglos, para intentar explicar esto que yo estoy queriendo decir, llamaban a
la Iglesia "la casta prostituta", una paradoja. "La casta
puta", diríamos con lenguaje más familiar. Y con eso querían
expresar que por una parte es la esposa de Cristo, pero es una esposa
infiel. Es exactamente lo que yo he tratado de decir.
-¿Qué se puede hacer al respecto?
-Cada uno de los cristianos primero, luego nuestras pequeñas
comunidades y después las estructuras; todo eso necesita mucha conversión
y es muy difícil el cambio, porque no se puede hacer en un día. Yo
propondría como primer paso, una enorme cura de humildad. Las autoridades
eclesiásticas, sobre todo el Papa, nunca debían hablar como maestros ni a
sus fieles, ni mucho menos a la sociedad plural, laica, porque en primer
lugar, el testimonio que dan de las cosas evangélicas, sobre todo a gente
que no tiene fe, lo tienen que dar con un gran respeto, y comprender de que
no pueden verlo como nosotros. Han de buscar elementos comunes que hagan
posible un diálogo.
-¿En qué tiene que cambiar la Iglesia?
-En primer lugar, en la humildad. Por ejemplo, frente a la sociedad en
general no debe presentarse como una persona moral o como una institución
que posee la verdad y que por lo tanto puede decir: esto es lo que hay que
pensar. Ya no se puede hacer como en la época de la inquisición, o en la
época de la confesionalidad de los estados, pero todavía pretende, de una
manera más indirecta, presionar para que eso se haga.
-¿Por ejemplo?
-Cuando en aquella reunión mundial del Cairo para los problemas de
sanidad y demás, había un representante del Vaticano, más bien del Estado
del Vaticano, que es una cosa minúscula, casi artificial. Y allí, que se
trataban cuestiones referentes al aborto, a los anticonceptivos, ellos
trataban de imponer eso. En primer lugar, no son cosas de fe, son doctrina
de la Iglesia, y la Iglesia en los foros internacionales, en discusiones que
tocan a lo político e incluso a lo social, no debe presentarse nunca como
una autoridad, sino como un dialogante, un elemento importante de la
sociedad que expresa sus opiniones y que trata de ejercer su influjo. Pero
claro, los obispos y sobre todo el Papa tienen tan metido que toda la
humanidad tiene que ser cristiana... Pero oiga, que esta gente no es
creyente, y si creen en Dios, no son creyentes en Dios en la línea
cristiana o católica. Ahí tiene que haber un cambio fundamental hacia
fuera.
-¿Y hacia dentro?
-Está el problema de la relación entre clero y laicos, obispos y
clero, Papa y obispos. Entre clero y laicos, en la Iglesia, todo lo tiene
que decir el clero, todo lo tiene que hacer el clero. Yo, hablando
humorísticamente en un librito que publiqué hace años, decía que en
términos sociológicos, la Iglesia funcionaba como una empresa de
producción y distribución de productos espirituales. Los seglares, laicos
y laicas, serían el público consumidor.
-La Iglesia, ¿una multinacional del espíritu?
-Sí, sí. Ya lo ha dicho algún gran teólogo contemporáneo, que la
Iglesia católica ha pretendido profesionalizar al clero, de tal manera que
tenga dependencia total de la jerarquía. Este mismo teólogo dice que las
grandes Iglesias, y se refiere a la católica, han adquirido una estructura
de una complicación tal que exige una base económica muy fuerte, y aunque
ellos, por su orientación del evangelio, quieren estar con los pobres, y de
alguna manera lo están, están ligados estructuralmente a los intereses de
los ricos.
-Usted manifiesta que el salvador es Jesús, no la Iglesia. Entonces los
que siguen a Buda, Krishna, Mahoma... ¿no se salvarían?
-No, no. Jesús es el Hijo de Dios que vino a la Tierra para redimir a
la humanidad, es el mediador universal de todos los hombres para la
salvación, o sea, el salvador universal. La manera con la que Jesús salva
a la gente es que ésta tenga fe en El. En la teología católica siempre el
Espíritu Santo se personifica en que Dios es amor y con esto le indico en
qué me distancio mucho de ese documento de Ratzinger.
-¿Pero cómo actúa ese Espíritu Santo?
-El espíritu santo obra en los corazones de la gente, obra siempre en
función del amor de Cristo, aunque tú no lo conozcas ni sepas que
existió. O sea, admitimos la universalidad de la mediación de Cristo en el
orden misterioso de Dios que actúa por el Espíritu Santo, pero no lo
admitimos en un sentido histórico fenoménico como la única vía de
salvación. Un budista que sea un santo, realmente está más cerca de Dios
que un Papa que sea buena persona e incluso buen cristiano, pero un tanto
soberbio y afanoso de poder.
-¿Por qué nadie, ni siquiera la Iglesia, menciona el aspecto Padre, que
para Jesús era de vital importancia?
-A través de los siglos la Iglesia no se ha fiado de la fuerza del amor
y ha insistido demasiado en el miedo al infierno, en el temor al Dios
castigador, etc. Entonces nunca ha negado que Dios es nuestro Padre, pero
nos lo ha presentado de esta manera. Al Padre de misericordia, en el cual
insistía Jesús de una manera tremenda, la Iglesia le ha tenido miedo.
Jesús, cuando se refería al Padre lo hacía con la palabra aramea: Abba,
que es como expresión infantil de amor a un Padre, y por lo tanto yo diría
que a un Padre muy materno.
-Dentro de la Iglesia a la mujer se la ha utilizado para todo y ha jugado
un papel fundamental, pero sin embargo no puede acceder a los estamentos de
poder. ¿Por qué?
-El Papa actual, en un documento, no dogmático, aunque ellos tienden a
considerar dogmático todo lo que dicen, hizo unas exaltaciones, y yo creo
que sentidas, de las grandezas y de las maravillas de la mujer, para al
final decir que ellas no pueden acceder de ninguna manera al sacerdocio. Y
eso no tiene fundamento ninguno. Yo creo que la discriminación de la mujer
es una cosa en que la Iglesia está empecinada. Como está también
empecinada la Iglesia latina en el celibato obligatorio del clero, lo cual
crea unas dificultades tremendas. En América latina, en Brasil por ejemplo,
hay religiosas que están llevando la actividad parroquial muchas veces, y
no pueden hacer la eucaristía. Absurdo. Jesús en esto de las mujeres,
evidentemente fue un revolucionario, como en muchas cosas.
-Tal como está este planeta, con problemas de toda índole en la
sociedad, ¿tiene alguna esperanza esta humanidad?
-Hombre, yo por principio, por mi carácter humano y por mi modo de
vivir y de entender la fe, tengo un fondo de esperanza y no de
desesperación, ahora bien como es en el plano de la fe, es una esperanza
fundada en el misterio de Dios. Mi esperanza cristiana se funda en que la
historia de la humanidad no está encerrada en los límites cósmicos de
nuestro espacio tiempo. Mantengo una humildísima esperanza, que ya la tuvo
el primer gran teólogo cristiano, Orígenes, quien creía que al final Dios
nos salvaría a todos. ¿Cómo? No lo sé.
-¿Cómo han beatificado a dos Papas tan antagónicos como Juan XXIII y
Pío IX?
-Han dado largas a la beatificación del Papa Juan XXIII, pero la
admiración de tanta gente, que sigue perdurando después de su muerte, les
ha llevado a beatificarle. ¿Qué han hecho? Pues como lo que llamaríamos
el espíritu de Juan XXIII no les satisface, han cogido a un Papa -Pío IX-
que representa lo opuesto al espíritu de Juan XXIII para beatificarlos a la
vez. Y el Papa dijo en la homilía: "Cuando se beatifica a uno son sus
virtudes personales, no lo que él pudo hacer en otros planos". Era una
manera de decir que cuando beatificamos a Juan XXIII, no beatificamos al
espíritu del concilio. Esto es una torpeza y una equivocación. Han hecho
una jugada mal hecha, y eso es feo. ∆
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