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UNA IMAGEN, MIL PALABRAS

ENRIQUE GIL CALVO
SOCIOLOGO
Texto: Mariló Hidalgo / Fotos: NAN

Enrique Gil Calvo

 El misterio de una mirada tras unas gafas oscuras. La elección de una determinada forma de vestir, de maquillarse, de caminar, de hablar, de moverse. Una marca, una zona de alterne, un tipo de lectura. Todas ellas son algunas de las claves secretas aceptadas socialmente que ayudan a ocultar al personaje que está detrás. La mujer ha utilizado estos ritos escénicos a lo largo de toda la historia. El sociólogo Enrique Gil Calvo, acaba de publicar "Medias miradas" (Anagrama), un curioso análisis cultural de la imagen de la mujer y todas sus contradicciones.

 

 

"Los hombres tendemos a despreciar a las mujeres argumentando que son pura fachada, imagen. Nos dejamos deslumbrar por la apariencia de la imagen y eso nos impide encontrar a la persona real de carne y hueso que hay detrás de esa imagen".

 

 

"Una mujer que busca continuamente la aprobación ajena es una mujer dependiente de los demás"

 

 

"La mujer ha ido construyendo su imagen para defenderse de un entorno más o menos hostil, arriesgado, incierto, inseguro".

 

 

"Las prostitutas de la Casa de Campo de Madrid van provocativas, pero de una forma tan redundante que no crean ninguna incertidumbre. No seducen"


-A lo largo del libro hace usted un recorrido por las imágenes empleadas por la mujer a lo largo de la historia. Unas las ha elegido ella para defenderse de un entorno que consideraba hostil, otras le han sido impuestas. Después de todo esto ¿realmente se llega a descubrir a la mujer que está detrás?
-Sí, pero muy indirectamente. Hay que leer entre líneas, reinterpretar, porque los elementos a través de los cuales se construye una imagen visual tienen mucho de tópico o de estereotipo. Por ejemplo, a muchas adolescentes -novatas en el arte de la puesta en escena- les encanta disfrazarse de prostitutas y evidentemente no lo son. Siempre hay que decodificar para saber realmente lo que se quiere decir. En cualquier caso pienso que la mujer ha ido construyendo su imagen para defenderse de un entorno más o menos hostil, arriesgado, incierto, inseguro. Pasa lo mismo cuando uno se escuda detrás del cargo que ocupa para defenderse de la incertidumbre ambiental. Con la imagen femenina pasa lo mismo.

-Dentro de los arquetipos tradicionales femeninos señala en el libro tres modelos: La Madre (imagen clásica), La Puta (imagen carnal) y La Virgen (imagen andrógina). ¿Por estos esquemas se sigue valorando a la mujer de hoy?
-En Europa por ejemplo, a las mujeres siempre se les ha demandado que tengan una imagen muy representativa, no tanto de su cargo -porque no lo ocupaban hasta ahora-, pero sí de su posición social: quién era su padre, su marido o sus hijos. Esa imagen de rango familiar era demasiado rígida, dejaba poco margen para la libertad personal. Una mujer se casaba y debía ocupar su disfraz de casada, debía obedecer unas reglas convencionales. Ahora, gracias a un cambio social, a la modernidad, aunque se sigue esperando que se comporten de acuerdo a ese rango familiar, también se espera que expresen su individualidad personal. Que aporten algo que les haga distintas a todas las demás, y esto es nuevo. Antes sólo las mujeres que pertenecían a élites elevadas se les permitía ser ellas mismas además de ser la "señora de..." Esto es una tarea complicada porque ya me contarás cómo empleando el uniforme que es la moda, se consigue ser distinta a las demás. Esto obliga a que vosotras continuamente os estéis preguntando "quién soy yo", "cómo expreso lo que soy": maquillajes, peinados, vestido. Por eso está tan extendida la frase-dilema de "qué me pongo hoy". Al final es cada una quien construye su propia imagen, aunque lo haga combinando los contradictorios materiales que le proporciona su medio social.

-Parece que hablar de imagen es hacer referencia a lo que se espera de la mujer. Pero, ¿qué es lo que ella necesita?
-Eso está muy mezclado. A muchas les encantaría evitar tener que representar una imagen: cuesta dinero, es complicado, puedes meter la pata, hacer el ridículo (esto a las adolescentes les preocupa mucho). Aunque en el fondo, a la mujer también le gusta hacerlo porque se siente deseada y es una forma de relacionarse con los demás, de proyectarse a sí misma. Le proporciona una capacidad de intervenir sobre los demás. Eso que peyorativamente se denomina "estrategia de seducción". Es algo así como: "Quiero ser yo misma, deseo influir sobre los demás, que se note que por aquí he pasado yo". Esto le confiere un protagonismo personal al que no quiere renunciar. Lo que ocurre es que si a veces asumes demasiado protagonismo con tu imagen física, puede que desprecien de ti otros valores que están más ocultos: "Esta chica se arregla mucho, posiblemente esté vacía por dentro y no tenga más que ofrecer". La cuestión está en guardar las proporciones, no dedicarte sólo a la imagen y mostrar que detrás también hay algo. Los hombres tendemos a despreciar a las mujeres argumentando que son pura fachada, imagen. Nos dejamos deslumbrar por la apariencia de la imagen y eso nos impide encontrar a la persona real de carne y hueso que hay detrás de esa imagen.

-¿Cómo me definiría ese "poder político" del que habla en su libro, que emplea la mujer a través de su imagen para influir en su entorno?
-Eso lo tienen muy comprobado las adolescentes. Ven que las chicas que saben arreglarse son un poco las líderes de su clase, pandilla o discoteca. Tienen más poder para influir en los demás. y piensan no renunciar a ese poder. De ahí también el miedo a la edad que tienen muchas mujeres, que piensan que al cumplir años y tener arrugas, pierden imagen y por lo tanto... poder.

-Una de las armas más utilizadas por la mujer es la seducción. ¿Me podría definir este concepto?
-Es la capacidad de lograr crear incertidumbre al que te está contemplando. Es romper los esquemas, la previsión... que no se sepa a priori de qué vas. Es la capacidad de desarmar a otro. Atraer, fascinar para que exista una aproximación. Llamar la atención pero sin caer en la provocación, en lo evidente. Es una forma de mantener ocultas sus intenciones y garantizar que puedan llegar al éxito.

-Hablamos de seducción y de provocación. ¿En qué se diferencian?
-La provocación está muy vista, y además no crea incertidumbre. Las prostitutas de la Casa de Campo de Madrid van provocativas pero de una forma tan redundante que no crean ninguna incertidumbre. No seducen.

-En estos momentos parece que la soledad es un valor en alza para un gran número de féminas. ¿Por qué crece el número de mujeres "desemparejadas"?
-Una mujer que busca continuamente la aprobación ajena es una mujer dependiente de los demás. Una mujer además de ser mujer tiene que ser persona por sus propios medios. No puedes depender del factor matrimonio, de dar buena imagen... para que sean reconocidos otros valores. La mujer debe romper con esa minoría de edad que le hace buscarse a un hombre mayor que ella, que la eleve socialmente, la valore y sea un poco su "Príncipe Azul". Romper esto es decir: "Soy yo misma y lo que soy capaz de hacer por mí, no por los hombres a los que yo consiga seducir o enamorar". Una mujer con pareja tiene la tentación de dejar que sea el hombre el que se responsabilice de ella. Mientras que una mujer sola se busca su vida, sus valores, lucha por lo que quiere sin entrar en minoría de edad y desprotección. Y todo eso no quiere decir renunciar al sexo, al amor, sino tener autocontrol de la propia vida.

-¿Cómo visualiza usted a la "Eva Futura"?
-Está por construir y en ese sentido es difícil aventurarse. Los signos de identidad femenina con los que se construye la imagen visual de la mujer están tan vinculados a la mujer dependiente de un hombre, que busca pareja, que busca seducir para colocarse, que busca protección de un varón... que es difícil verlo. Por otro lado observamos por ejemplo, que las mujeres triunfadoras en política de hoy en día, evitan dar la imagen de mujer y eso no es solución.

-Y, ¿por qué se dan este tipo de situaciones?
-Porque aún no tenemos un lenguaje visual con el que representar la imagen de la mujer independiente, no sometida a la admiración masculina, autónoma. Algunas dicen que esto vendrá a través del lesbianismo... yo lo dudaría, pero en fin, habrá que verlo. El futuro tiene la palabra.

-Las campañas publicitarias y los propios jóvenes utilizan cada vez más la imagen andrógina: no saber quién es quién. ¿Qué sentido tiene esto socialmente hablando?
-Por una parte en la adolescencia es cuando más simetría existe entre hombre y mujer. Esto varía cuando eres mayor porque el hombre trabaja y a la mujer se la carga con los niños y las cosas de la casa. Pero los adolescentes no tienen este problema, hacen lo mismo, tienen las mismas responsabilidades que son estudiar y poco más. Para ellos la androginia es una forma de llamar la atención, de ser chocantes, sorprendentes... y en la moda eso se ha constituido en ideal, una especie de recurso escénico para captar la atención, no tanto para seducir o atraer, sino para diferenciarse de los demás. Permite igualar a hombres y a mujeres en la conquista de sus libertades. El hombre presume de ser libre, independiente -otra cosa es que lo sea-. Y la mujer aspira a la igualdad con el varón, así que llega a competir bajo signos masculinos.

-Me encantó el epílogo de su libro: "La 'verdadera' identidad en la que buscan reconocerse las mujeres no es la de su más bella imagen sino precisamente la de su 'alma bella'".
-Es la capacidad de lograr conciliar entre sí diferentes facetas de uno mismo, tanto las visuales como las invisibles. Que te muestres y que te ocultes y que no haya contradicción entre ambas cosas. Que el yo privado se reconozca en la imagen pública. Este sería el ideal del alma bella. ∆

 

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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