GERARDO OLIVARES
LA AVENTURA DOCUMENTADA
Nació a la libertad con
un viaje de 16.000 km a Laponia en una vespa, se graduó con el documental
"La ruta de las Córdobas", y puso un punto y aparte en su vida
con la creación de la empresa Transglobe Films. Sus aventuras se han
transformado en documentales que compra desde National Geographic a
Discovery Channel.
Texto: Marta
Iglesias / Fotos Transglobe films
El
chaval Olivares tenía 20 años cuando salió del internado. Era pésimo
estudiante y había repetido cuatro veces. Lo único que aprobaba era
geografía y gimnasia. La afición por la primera le venía de un atlas de
National Geographic que le había regalado su padre y que repasaba una y
otra vez. Podía suspender matemáticas o lengua, pero ni el profesor
sabía tantas capitales como él. Por fin terminó las clases. Salió del
colegio y tuvo plena conciencia de que se había pasado seis años entre
cuatro paredes, intentando estudiar e intentando aprobar. Quería vivir,
es decir, quería viajar, ver con sus propios ojos esos puntitos negros
que había imaginado sobre el mapa, hacer realidad esas rutas que su dedo
recorría tantas veces sobre el atlas. Pero, ¿dónde ir? El mundo es
demasiado grande cuando se tiene 20 años y ninguna experiencia. Pero
cuando el ansia de aventura y libertad es tan grande, ningún destino
está lejos: "Un día -relata Olivares- estaba viendo la tele y vi un
reportaje de Tico Medina sobre el sol de medianoche en Laponia y me dije
'allí voy yo'. Mi hermano tenía una vespa y se la pedí prestada. Luego
me hice un dossier pequeñito, fui por Córdoba hablando con amigos, con
padres de amigos... y así conseguí unas 300.000 pesetas".
"Además -continúa Olivares- yo deseaba ir solo porque quería
demostrarme a mí mismo muchas cosas. En el internado organizaban todo por
mí, y quería ver cómo era yo, así que agarré la moto y me fui. Me
acuerdo que iba por Burgos y me sentía el hombre más libre del mundo.
Estuve casi cuatro meses y cuando volví ya nada era igual, claro. Yo
notaba que algo había cambiado en mí. Lo único que quería era que me
abrieran la jaula y salir volando".
Verdaderamente, aquel chaval no tenía límite. Al volver se fue a Madrid
a estudiar la carrera de periodismo, trabajó en la revista Los
Aventureros, que sólo duró un par de años pero le dio la
oportunidad de conocer gente, de ver cómo se movía todo ese mundo. Y
entremedias bajó algún río en piragua, atravesó el desierto del Sahara
con un Seat Panda... Un buen día vio que había tocado fondo en pequeñas
expediciones y consideró que ya estaba preparado para hacer algo gordo, y
empezar a vivir del tema: "Gracias a que me conozco el mundo como la
palma de la mano por los atlas, yo sabía que en América había un
montón de ciudades, pueblos y accidentes geográficos con el nombre de
Córdoba. Creé "La Ruta de las Córdobas", un viaje desde
Alaska a la Tierra de Fuego, recorriendo todas las Córdobas. Esa fue la
idea principal, que luego fui modificando hasta que se me ocurrió
filmarla y convertirla en un documental".
Esa expedición salió con muchísimos problemas, y tuvo que regalar la
serie a TVE porque "ni me la compraban". Pero se emitió y fue
el documental más visto aquel año. A partir de entonces, Gerardo
Olivares creó con otros socios Transglobe Films, en este momento
la primera empresa en producción de documentales de España. Sus
producciones las compran Discovery Channel, la RAI, National
Geographic...
"Cuando
nosotros viajamos encontramos muchas barreras burocráticas, pero el que viene
a occidente tiene todas las barreras del mundo"
-¿Qué crees que se valora de vuestros documentales?
-Creo que es un enfoque diferente. Digamos que hacemos
documentales a partir de un viaje y nosotros somos el hilo conductor.
Mezclamos aventura, naturaleza, tribus... y luego nuestra vida. Enseñamos
cómo filmamos los documentales, cómo comemos, cómo dormimos... y
entonces se hacen muy amenos. Además duran media hora por lo que al
espectador no le da tiempo a cansarse.
-¿En qué se parecen tus viajes iniciales que hacías
con la vespa, el Panda, la piragua... a elaborar un documental?
-En nada.
-Pero, ¿sigue existiendo el componente de riesgo?
-Sí, sigue habiéndolo porque de por sí, cruzar un continente
por tierra es jodido. Si además quieres filmarlo es más jodido todavía,
es la aventura de la aventura. Y luego como vas viajando y trabajando, ya
vas con una presión. Antes, cuando hacía viajes por mi cuenta, no me
ocupada de nada más que del dinero. No tenía que preocuparme de lo que
iba a filmar, ni de que el mecánico se había puesto malo, de que el
ayudante de cámara se había mosqueado con el cámara...
-¿Qué crees que queda por descubrir en el planeta?
-Nada. Hay pequeñas cosas, pero creo que el reto ahora está
debajo del mar porque los satélites ya se han encargado de descubrir todo
lo que hay en la superficie. Aunque lo importante es el descubrimiento
personal de las cosas, y eso me impulsa a seguir viajando: el descubrir yo
personalmente. Pueden hablar mucho de un sitio, enseñarte imágenes, pero
hasta que tú no lo ves en persona no sabes cómo es realmente.
-¿Qué intentas con tus documentales: que la gente
vaya y conozca los sitios por sí mismos o que el público viaje desde el
sillón?
-Intento enseñar lo que yo he visto, desde mi punto de vista y desde
mi forma de enseñar las cosas. Y también que gente que no puede viajar,
viaje a través de mí. Esa es una de las cosas que más me satisfacen.
-Tú haces documentales sobre diferentes culturas,
¿qué nos podemos encontrar si viajamos?
-Lo primero que te vas a encontrar es que las cosas no son tan
diferentes como parecen, porque la gente hace las mismas cosas que aquí.
Pero cuando viajas lo importante es tener la capacidad de cambiar el chip.
Hay mucha gente que cuando sale al extranjero intenta siempre comparar con
lo que él ve en su mundo diario. Y entonces se pasa el día comparando, y
lo que tienes que hacer es intentar adaptarte a la vida de ellos. Si
consigues llegar a ese punto es cuando disfrutas mucho del viaje.
-¿Qué te encuentras cuando llegas de grabar un
documental?
-Evidentemente viajar te da un punto de referencia de las cosas
totalmente diferente, porque cuando estás un año y medio fuera y luego
vuelves, primero aprecias mucho las cosas que aquí son cotidianas como
abrir un grifo y que salga agua caliente, que puedas beber agua del grifo
y que no pase nada... Pero sobre todo te das cuenta de que occidente es un
mundo totalmente materialista, la gente vive para trabajar y conforme más
tienes más eres. Casi todo está enfocado a acaparar y sin embargo no
somos tan felices como la gente del Tercer Mundo. Ellos no tienen nada
pero son felices, valoran mucho la amistad, el contacto humano, les gusta
hablar, hay mucho contacto entre las personas, la gente es mucho más
abierta, se para por la calle, charla... algo que se está perdiendo en
occidente. Allí todavía son muy importantes, los valores humanos y la
comunicación entre la gente.
-¿Realmente el planeta tiene fronteras?
-Muchísimas. Cuando nosotros viajamos encontramos muchas barreras
burocráticas, quizás también porque vamos con una cámara al hombro.
Pero el que viene de allí para acá tiene todas las fronteras del mundo.
Y lo estamos viendo todos los días: miles y miles de personas que piensan
que el sueño está aquí, en América, en EEUU y arriesgan su vida por
conseguirlo. Por supuesto que el mundo está lleno de barreras y cada vez
habrá más, porque el rico se protege del pobre. Eso es ley de vida.
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Gerardo Olivares ha participado en el Ciclo de
Conferencias "Viajes y Aventuras" de Caja España.
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