Si a Ricky Martin y Enrique Iglesias
les va bien, seguro que Mi Jaca arrasa en Cincinatti. |
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LOS PAYASOS DE LA TELE
POR ELENA F. VISPO
Gracias
a Dios, ha llegado septiembre. Las golondrinas emigran, los osos hibernan, los niños
vuelven al cole, y los programadores de televisión, esa extraña raza, se reincorporan a
sus puestos de trabajo.
Los ritmos de los hombres marcan que el otoño y el invierno son tiempo de recogimiento y
reflexión, mientras que en primavera y verano sale el sol y llega el despendole. Total,
que los programadores de televisión, esa extraña raza, se escapan a la playa y meditan
al sol sobre el ladrillo que nos van a meter en fin de año. Fin de año es uno de los
días grandes, junto con San Valentín y la Hispanidad. En verano, en cambio, cada día es
una aventura.
Visto el panorama, hace unos años se puso de moda la televisión
inteligente, es decir, el peiperviú: pagar por ver. Los ingenuos nos abonamos a la
privada y nos fue bien durante un tiempo. Pero últimamente te sientas a cenar delante de
la tele y se te atraganta el bocado y flipas porque el estreno de esta noche, toma ya, es
Pretty Woman. O te tragas a la Julia por novena vez o apechugas con Loreto Valverde. O
apagas y te coges un libro, claro. Que para eso pago yo siete mil pesetas todos los meses,
para leer más a gusto.
Aún así, parece increíble, todavía existe vida inteligente en la televisión. Los
listos televisivos existen en la sombra -se esconden, no los vayan a linchar- y se
disfrazan de personajes grotestos y ridículos, para poder pasar inadvertidos en esta
televisión grotesca y ridícula. Pero no se engañen.
Ahí está, por ejemplo, Chiquito de la Calzada. Toda la vida dedicado
al cante, haciendo más milagros que Lourdes para llegar a fin de mes, y un buen día se
hace de oro contando chistes malos. A mí gracia nunca me hizo, pero me produce un respeto
tremendo este hombrecillo que camina como si tuviese ampollas en los pies, porque estoy
segura que la vida le ha hecho muchas. Y así, contando tonterías en la caja tonta,
Chiquito cambió el vocabulario de media España y de paso se hizo de oro. Y me alegro
inmensamente por usted, Chiquito -don Gregorio, si me permite la confianza-, porque por
una vez ganaron los buenos, los honrados y los currantes. Y sobre todo porque se le acabó
a usted el agobio de buscarse las lentejas con el agua al cuello, y se sacó una pasta
dignamente. Por la gloria de su madre.
Ultimamente me acuerdo mucho de un chaval del que oí hablar hace
tiempo. Se llamaba Marc, el chaval, era de Barcelona y hacía música. A mis oídos llegó
una canción de su segundo disco, Aburrido de esperar se llamaba la canción, un
poco rara pero muy buena, la música del chaval. Total, que la cosa quedó en un par de
buenas críticas y el olvido en las listas de ventas. Mala suerte, chaval, otra vez será.
Pero un día Marc se aburrió de esperar el éxito y se tomó la justicia por su mano. La
ley del Talión, chaval, el ojo por ojo.
Así que el chaval echó mano de toda su ironía y mala leche y decidió que, si no se
forraba, al menos iba a cachondearse a gusto de esa España cañí que no entendía su
música. Un país que tiene de número uno a la Pantoja y Julio Iglesias no se merece
menos. Y el chaval se pintó una peca y se llamó pues eso, El Chaval de la Peca, y ahora
triunfa con versiones casposas de la mal llamada canción española. Y la modernez de
nuestro país se pone loca bailando el abanibí y la tómbola tom tom tómbola, como si
fuera lo más.
Pues El Chaval de la Peca fue también un engendro televisivo. Nació
en Cataluña, y la gente se quedaba boba con aquel hortera que se atrevía a hablar
castellano con acento andaluz en plena hora punta de TV3. El Chaval se hizo mayor cantando
a la libertad en un anuncio de teléfonos y ahora se luce en ese horror con el que los
programadores de televisión, esa extraña raza, nos torturan los domingos por la noche.
Y qué bien me parece cuando sale El Chaval y nos reímos de él y su pinta de
chulopiscinas, mientras él canta y se ríe de nosotros. Después de todos los desplantes,
chaval, de todos los discos que quisiste vender y no te compramos, de que los críticos
musicales, esa extraña raza, te pusieran por las nubes, de que el pueblo llano no te
hiciera ni caso, te has pasado por el forro la España profunda y nos has dado lo que
queremos: copla, fútbol, pan y toros. El folclore popular, chaval, qué listo has sido,
la gallina de los huevos de oro.
Me he enterado de que El Chaval de la Peca se retira y de que Marc Parrot va a sacar un
disco. A ambos les deseo la mejor de las suertes. Espero que al Chaval le queden unos
taleguillos para costearse ese chalet en Miami al lado del de Julio. Y si a Ricky Martin y
Enrique Iglesias les va bien, seguro que Mi Jaca arrasa en Cincinatti.
Y a Marc Parrot, mis respetos, chaval. Que te hinches a vender discos ahora que puedes
y que las radios se te van a rifar. A ver si por fin se reconoce tu talento y la peca la
mandas a donde tú y yo sabemos. Y que la recuperes en Carnaval o en una noche de juerga
con los amiguetes. Cuando quieras, vaya, no cuando apriete el hambre. Que te vaya bien en
esto de la música, Marc. Que te lo has ganao, chaval. |