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TABACO Y ALCOHOL (El gobierno gana, tú pierdes) Hagan sus apuestas: Las industrias de tabaco y alcohol se rifan cada día la salud de millones de personas en el mundo. En España el gobierno hace gala de una doble moral que penaliza al consumidor individual mientras se embolsa miles de millones en impuestos de venta. Es un juego macabro donde las piezas son los ciudadanos. En esta partida el dinero y las muertes son de verdad. ¿Sabe usted lo que fuma? Por cada cigarrillo que enciende se mete una dosis de amoníaco en el cuerpo, para aumentar la absorción de nicotina; también arsénico que actúa como afrodisíaco y hace más placentera la sensación; chocolate para potenciar la adicción; butano, polonio 210 (residuo nuclear), urea, whisky, ron... Resumiendo: un cigarrillo contiene, aparte de la planta de tabaco, hasta 600 sustancias adictivas que las compañías tabaqueras añaden para aumentar el consumo. Muchas de estas sustancias son cancerígenas, dañan el cerebro, el corazón, los pulmones. Sin embargo, el objetivo está claro: crear una adicción lo más alta posible o hacer que el cigarrillo se consuma muy deprisa para encender otro cuanto antes. ¿Sabe usted lo que bebe?
Una caña de cerveza o un chupito de licor de frutas tienen las mismas unidades de alcohol
que un vaso de vino o medio de whisky. Con el tiempo el cuerpo se hace cada vez más
tolerante y necesitará beber más para obtener los mismos efectos. Si sigue bebiendo sin
control abre la puerta a gastritis, úlceras, cardiopatías, cirroris, impotencia y mucho
más. Además aumentan sus posibilidades de tener un accidente de tráfico o en casa, de
perder amistades y trabajo. ¿Cree usted que fuma y bebe porque
quiere? Naturalmente que sí; nadie le puso una pistola al cuello. Sólo
que la pistola la pone la industria en forma de estrategias de venta, la sociedad la
empuña y la bala es lo que usted quiere tragarse. Lo que usted quiere ser. Hablamos de
sexo, clase, diversión, elegancia, amistad, placer. Con una copa en la mano y tabaco
entre los dedos uno luce diferente. Es la imagen del triunfo. Para evitar que estos datos afecten al potencial consumidor se ha intentado regular la publicidad. La medida más importante fue la prohibición de anunciarse en la televisión, excepto los alcoholes de poca graduación. Pero quien hace la ley hace la trampa, y las empresas no han tardado en encontrar la solución. El truco es diversificar mercados: música, aperitivos, ropa con el mismo nombre y logotipo de la marca que se quiere anunciar. Y también los patrocinios de conciertos, campeonatos deportivos, e incluso causas solidarias. El objetivo es enganchar a los jóvenes, los potenciales compradores a los que resulta relativamente sencillo atrapar con una idea impactante; o conseguir que los que ya lo son cambien de marca. Con la nueva normativa europea toda la publicidad de tabaco, directa o indirecta, desaparecerá en el 2006. Quedará entonces la publicidad "latente" en películas, conciertos y productos varios, donde no aparece el nombre de la marca pero sí el logotipo, manteniendo la asociación de ideas en los posibles clientes. Eso no está catalogado como publicidad y es perfectamente legal. ¿Cuánto tiempo lleva usted fumando?
Si son más de veinticinco años es posible que esté hecho un asco. En ese caso quizá
debería echar un vistazo a lo que pasa en Estados Unidos. En Florida las industrias
tabaqueras se llevan las manos a la cabeza ante la primera demanda colectiva que ha
prosperado. En principio tienen que indemnizar a 500.000 fumadores por las enfermedades
derivadas del tabaco, aunque el recurso está pendiente. Todo un batallón de abogados no
ha podido evitar que el jurado fallase una indemnización de más de 30 billones de
pesetas para los demandantes. Ya no se trata sólo del precedente; es que es un precedente
escandaloso. La cantidad a pagar por las empresas tabaqueras puede dispararse si todo
fumador enfermo se anima a meterse en un juicio. Hábitos que matan. Hoy se empieza joven a fumar y a beber. Las causas son muchas pero, fuera de un
consumo responsable, la consecuencia es sólo una: una muerte temprana. Dejarlo. Una vez entendido que la resta -entre lo que el Estado gana vendiendo alcohol y tabaco, y lo que pierde debido a gastos hospitalarios-, inclina la balanza hacia las ganancias multimillonarias a corto plazo, se hace evidente pensar que al Estado no le interesa promocionar una estrategia de "desenganche" que le haga perder beneficios. Por lo tanto no hay un plan eficaz ideado para todo el país desde el que se ayude a dejar estas adicciones. El alcohol se pierde en el Plan Nacional de Drogas (dentro del Ministerio del Interior) entre la heroína, la cocaína y el éxtasis; y con el tabaco allá se arregle cada uno. La política del gobierno da libertad para que cada ayuntamiento se lo monte como mejor pueda o sepa, a la hora de ayudar a sus conciudadanos. No es lo mismo dejar de fumar en Madrid que en Málaga. Depende de los programas municipales que haya en cada lugar o de las ongs que estén allí trabajando el tema. Jóvenes y alcohol. La gran evasión. Tarde-noche cualquiera de fin de semana. Una plaza pública. Un grupo de chavales ríen a gritos mientras se pasan un mini (vaso de un litro) de calimocho. También podría ser cerveza o, si hay algo más de dinero, un cubata. Los grandes templos del alcohol adolescente han dejado de ser los bares y discotecas; es más barato el sistema de hágalo usted mismo. Queda la pandilla y se pone un fondo común: con unas doscientas pesetas por cabeza llega para que todos cojan el punto. Y hasta sobra para el próximo día. Cada vez se empieza a beber antes. La edad media de inicio en el consumo de alcohol es de 16.8 años en la franja de edad entre 15 y 65 años. Pero va descendiendo en las sucesivas generaciones, y ya está en 14.6 años para los menores de edad. A los once años, el 3.5% de los españoles ya ha probado el alcohol. La avalancha de cifras que nos invade desde el Plan Nacional de Drogas no es más que la constatación de un hecho: el alcohol es la droga de moda. Y es legal. Desde la familia, donde se aprende a relacionar el alcohol con la
comida o las celebraciones, hasta el cine o la publicidad, desde niños somos bombardeados
con tópicos: beber para hacer amigos, beber para desinhibirse, beber para ligar más,
beber para ser adulto... Así somos de tolerantes con el alcohol: más de la mitad de los
españoles consideran que tomar seis copas el fin de semana no es problema. La línea que
separa el uso del abuso se vuelve difusa. Jóvenes y tabaco. La cantera. El primer cigarro no es agradable. La tos se hace compulsiva y los amigos se
desternillan de risa mientras el novato controla las arcadas como puede. Después de una
calada, la nicotina tarda siete segundos en llegar al cerebro a través de la sangre. La
cabeza da vueltas. No es agradable. Entonces, ¿por qué se repite la experiencia? Para paliar estas pérdidas la industria tabaquera se lanza a la caza y
captura de nuevos adeptos. La presión publicitaria fuerza las leyes con estrategias de
promoción alternativas, todo está enfocado a que el joven se sienta a gusto con un
cigarro en la mano: frente a la rigidez del adulto que se preocupa por su salud, fumar es
la imagen del desenfado. |
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