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MIRAR
ATRAS SIN IRA |
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LUIS OTERO
Escritor y periodista
Texto: Mariló Hidalgo /
Fotos: cedidas por Luis Otero |
Se define como un gallego
"morriñoso". Quizás por ello no ha podido resistir la tentación de
aproximarse a los primeros años de su infancia y contarnos en clave de humor cómo era la
educación y la vida de un niño de posguerra. "Es una invitación a la reflexión ya
que muchas de las cosas que ocurren en nuestra sociedad, son consecuencia de aquellos
largos años". Con el primer libro de la saga, "Al paso alegre de la paz",
consigue su primer bestseller.
Luis Otero siempre crítico y
risueño, empieza su andadura satirizando a la novela erótica con "El logaritmo
binario de la esposa de Don Nicomedes", novela calificada por algunos como
"brutal y sexual". En clave de humor continúa con "No te lo pongas, no se
lo pongas". Más tarde muestra su habilidad de periodista en "Animales
Sagrados", un libro que recoge sus conversaciones con personajes de la cultura, el
espectáculo y el arte. "Mi mamá me mima" es su último libro y en él explica
cómo fueron educadas las mujeres de nuestro país en tiempos de Franco. |
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-¿Por
qué has elegido esta línea del recuerdo para encuadrar tus libros?
-Mi infancia es una parte muy importante de mi vida. Siempre me gustó coleccionar libros
escolares de la época, libros de formación nacional, catecismos, enciclopedias, etc.
Así que empecé a manejar ambas cosas -recuerdos y libros-. En aquel momento trabajaba en
la revista Interviú como subdirector y allí fue donde realicé mis primeros reportajes
nostálgicos, especialmente en los aniversarios de la muerte de Franco. Aquello tuvo mucho
éxito, así que dejé mi trabajo como periodista y me puse a escribir. Mi primer libro
sobre el tema, "Al paso alegre de la paz" se vendió muy bien.
-En tus obras además de una
revisión nostálgica se puede ver también mucha crítica.
-La crítica la ves ahora cuando tienes perspectiva. Yo cuando tenía diez años no era
consciente de la represión que se vivía en todos los órdenes de la vida: político,
religioso, social...
-¿Qué recuerdo te quedó más
marcado?
-Mis tiempos de escuela y el frío tan grande que pasamos allí. Hoy si en un centro
escolar no hay calefacción, la asociación de padres organiza una huelga. Yo iba a una
escuela que tenía los cristales rotos y donde no había brasero. Fíjate cómo sería que
para poder abrir las enciclopedias con las que estudiábamos, teníamos que golpearlas
contra el suelo porque amanecían congeladas. Fíjate, aún así hemos sobrevivido.
-Dices en uno de tus libros que
la educación que recibíais iba dirigida a formar "hombres de provecho". ¿Qué
era aquello?
-Nunca supimos lo que era aquello. Supongo que sería ser un hombre de derechas, con mucho
sentido del orden, de la autoridad, ser un gran deportista. Yo era bastante enclenque y
creo que fui muy mal hombre de provecho.
-¿Cómo pudo un alma rebelde
como la tuya someterse a tanta rigidez y disciplina?
-Mi rebeldía despertó hacia los dieciséis años y además nunca olvidaré aquella
imagen. En la plaza del pueblo tenían expuesto a un grupo de vecinos esposados, acusados
de apoyar a los maquis. Recuerdo la escena de compañeros míos llorando por sus padres...
yo no entendía cómo habían hecho aquello a esa gente querida por todos. En el orden
religioso también se me despertó la rebeldía. Nunca creí en ese Dios infinitamente
bueno, y en el infierno para los malos, tampoco en los Reyes Magos. No entendía cómo a
mí siempre me regalaban cosas y otros que a veces se portaban mejor que yo, por Navidad
no recibían ningún regalo. Mi rebeldía no nació leyendo libros, sino como reacción a
la vida que me rodeó.
-¿Por qué defines aquella
vida como gris?
-En Galicia el cielo era gris, también los uniformes que llevábamos, las sotanas de los
curas descoloridas, hasta los guardias civiles que aunque iban de verde como les tenía
miedo, también les llegué a ver grises. Y gris para más inri también fue mi primer
abrigo, el único de toda la escuela. Aquel abrigo me creó muchos traumas porque yo
quería ser igual que los demás niños que además se reían de mí.
-Otro de los temas que abordas
en profundidad es el sexo.
-Lo peor de la Iglesia de aquel tiempo fue no dejar que disfrutáramos del sexo. Nunca
entendí porqué era pecado aquello si no hacía mal a nadie. Y en este sentido la Iglesia
siempre fue más dura con la mujer. Al hombre todavía se le permitía ir de putas, y
disfrutar incluso de casado, pero a la mujer no se le permitía disfrutar ni aún dentro
del matrimonio.
-¿Cómo fue tu relación con
la religión?
-Fui una persona de comunión diaria porque debías de ser mitad monje, mitad soldado. El
Franquismo se amparó más en la Iglesia que en el Movimiento de la Falange. Recuerdo
todas aquellas horas de confesionario, de ejercicios espirituales, que nos convirtieron en
una juventud poco disfrutadora, poco lúdica. Claro, te das cuenta luego.
-¿Y qué opinan tus hijos de
tus libros?
-Se ríen mucho conmigo y mis batallitas. Mis hijos son ya mayores y respecto a su
educación me he esforzado en mostrarles principios generales que les sirvieran para
construir sus vidas. Quién soy yo para decirles lo que es bueno o malo. |
LA MUJER ESPAÑOLA EN TIEMPOS DE FRANCO
Si echamos una mirada al
mundo podemos darnos cuenta de lo difícil que es ser mujer y ejercer de ello cuando
integrismos y fundamentalismos poco a poco van anulando los derechos humanos, hasta
conducir a la mujer a un papel insignificante en la sociedad. Para nuestra generación que
ha vivido siempre en democracia, éstas y otras cosas parecen un poco exageradas, pero si
miramos a muchas de nuestras madres -de cincuenta años en adelante-, y conocemos cómo
fueron educadas, la idea nos puede variar ligeramente.
"Mi mamá me mima"
de Luis Otero nos introduce en aquellos momentos que tan clara influencia dejaron en la
generación de posguerra y también en generaciones posteriores. En esta novela el autor
nos presenta una historia salpicada de humor y peripecias, e intercala textos de la época
escritos por médicos, sacerdotes, etc. que nos servirán para conocer cómo fue la
educación de la mujer española en tiempos de Franco.
La guerra civil ha diezmado
la población. A la nación llega un mensaje: "Hacia los cuarenta millones de
españoles que quiere el Caudillo". Eso condiciona toda la educación, los valores y
la estructura social de la época. "Para mantener el nivel de población de un país
es preciso que, cuando menos, cada matrimonio tenga tres hijos. El que voluntariamente
tenga menos y su conciencia no le recrimine de haber empleado medios ilícitos para no
llegar a dicha cifra, será responsable, al menos, de un delito social, de una falta de
ciudadanía y patriotismo". Ante estas misivas cualquiera se apoyaba en ese
"voluntariamente". Por otro lado la Iglesia también toma parte activa en esta
"renovación" y utiliza los púlpitos para llevar a cabo el adoctrinamiento.
"Los hijos son una bendición del Cielo. Y no debe asustarnos el número de los que
tengamos. Rechazarlos y evitar su venida al mundo es pecado grave, porque ello es poner
límites a la gracia de Dios". En todo este proyecto qué duda cabe que la mujer es
pieza clave. "La mujer fue muy despreciada por el Franquismo -asegura Luis Otero- y cuando digo Franquismo me refiero a todo: médicos,
curas, maestros, Sección Femenina... toda la sociedad se puso a favor de la
represión". Así nace la idea de la mujer-madre como única alternativa, incluso
fisiológicamente hablando. "En cierta edad, ya no muy pequeñas, adivinan que su
ansia de maternidad -porque toda mujer ha nacido para ser madre- no puede realizarse sin
la cooperación del varón. Por eso sienten la necesidad de relacionarse con el otro
sexo" recoge el Reverendo Vicente Hernández en su libro "El Baile". Pero
además de sentir esa necesidad de ser madre por encima de todo, había que negar el
placer sexual si es que tenías algo de decencia, asumiendo incluso la idea de la frigidez
como un problema femenino que afectaba a la mayoría. El doctor Botella Llusiá que
incluso llegó a ser presidente de la Real Academia Nacional de Medicina afirmaba que
había "muchas mujeres, madres de hijos numerosos, que confiesan no haber notado más
que muy raramente, y algunas no haber llegado a notar nunca placer sexual, y esto sin
embargo no las frustra, porque la mujer, aunque diga lo contrario, lo que busca detrás
del hombre es la maternidad". Quién se iba a atrever a decir lo contrario cuando
estaban ahí los resultados de estudios médicos recopilados en el Tratado de Ginecología
y de Técnica Terapéutica ginecológica, que aseguraban que el 75% de las mujeres eran
frígidas "sin otro propósito en su vida íntima que el de complacer". De ahí
que las conclusiones de los doctores Cónill Montobbio y Cónill Serra en ese Tratado
fuera que "el 90% de las mujeres bendecirían tener hijos sin la áspera servidumbre
que ello exige". Para cumplir esta noble y desinteresada labor y dar hijos para la
patria, la mujer debe de estar disponible, es decir excluída del trabajo fuera de casa:
El Estado liberará a la mujer casada del taller y la fábrica, señala el Fuero del
Trabajo. "¿Cuántas mujeres médico, cuántas abogado, cuántas licenciadas en
ciencias químicas ejercen con provecho su profesión? La misión de la mujer no es ésta.
La mujer ha sido creada para madre de familia, y bastante y mucho tiene que aprender para
cumplir debidamente tal alta misión", recoge el doctor Corominas en "Vida
conyugal y sexual". Además si a alguna se le pasase por la cabeza dedicarse a una
profesión liberal de antemano no iba a llegar muy lejos. "La mujer en la vida
moderna" de Delgado Capeáns lo decía bien claro: "Es verdad que hay
gobernadoras, diputadas, alcaldesas; podemos afirmar que esas alcaldes y gobernadoras no
son más que figuras decorativas; los discursos, los proyectos de ley, las hondas
resoluciones, los estudios profundos de alta economía son obra de sus esposos, si son
casadas, y si solteras, de sus secretarios o consejeros. La oratoria de las senadoras diputadas, etc. es casi
siempre sencilla..., les falta nervio, fuerza, robustez de pensamiento, dominio del
auditorio y hasta voz varonil. No llegan a convencer, ni alentan siquiera el ánimo de sus
colegas y si se les escucha es por consideración a la dama, por galantería...". La
inteligencia no era precisamente una de las cualidades que añadieran a una mujer.
"Si el hombre es un sexo, un músculo y una inteligencia, la mujer es un sexo, un
vientre y un corazón" recoge el médico Granda en el libro "Barro humano".
Todo este caldo de cultivo influyó en todas aquellas mujeres educadas bajo la ignorancia,
la represión y la sumisión. Y eso es algo de lo que aún hoy muchas no se han liberado.
El fantasma aún está presente en muchas mentes que no se han recuperado de aquel
bombardeo ideológico.
En la actualidad han cambiado
las leyes, pero la sociedad aún tiene que dar muchos pasos. Desgraciadamente todos los
días tenemos ejemplos en los medios de comunicación de agresiones y asesinatos a mujeres
por parte de sus parejas, y de sentencias machistas que aún no consideran delito este
tipo de acciones. Según los últimos datos se calcula que una mujer es asesinada en
nuestro país cada semana por su cónyuge celoso o despechado. Así están las cosas.
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