En un país donde encender un
cigarro está peor visto que llevar un rifle de asalto, el sentido común se ha ido de
vacaciones. |
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ARMAS
POR ELENA F. VISPO
Hace poco hubo otro
tiroteo en un colegio de Estados Unidos. Parece que estas movidas se han puesto de moda y
como no se ha hecho nada por evitarlo se repetirá; si no es hoy, es mañana.
El comercio de armas en Estados Unidos es para mí un misterio
insondable de la estupidez humana, una de esas cosas a las que no consigo meter mano. Así
que para empezar por algún sitio me voy al diccionario y busco la palabra
"arma". Pues bien, en el diccionario de la Real Academia hay casi dos columnas
dedicadas a la palabrita. Existen armas aéreas y antiaéreas, armas blancas, arrojadizas,
automáticas y semiautomáticas, armas blancas; (puede usted respirar aquí); armas
nucleares y atómicas, defensivas y ofensivas, de fuego, de mano y de percusión, armas
ligeras, pesadas, motorizadas y mecanizadas.
Un arma, dice la primera acepción, es un instrumento, medio o máquina
destinado a ofender o defender. Lo de defender yo ya lo sabía, las películas americanas
me han enseñado que cargarse al vecino en defensa propia es mucho más aceptable que
hacerlo por simple mala leche. Igualmente se puede defender a los demás: la última
coproducción americano-europea en Kosovo muestra lo bonito y honorable que es calzarse
las armas para defender las vidas y los derechos ajenos (permítanme un desahogo: ja, ja,
ja). Por otro lado, yo para ofender a alguien le llamo gilipollas, no le meto un tiro en
el cogote, pero bueno.
A los yankis se les hincha la boca hablando del derecho a las armas. Me
quedo con la duda de si se refieren a "cierto, genuino y verdadero en cualquier
línea" o a "facultad de hacer o exigir todo aquello que la ley o autoridad
establece en nuestro favor". Es decir, si es por derecho natural o artificial; la
diferencia entre un argumento y otro es la imbecilidad individual o colectiva.
En esta película también hay famosos. Desde Clinton pidiendo
reflexión al país mientras decide cuál es el siguiente avión que prueba en Kosovo
hasta Charlton Heston, todo el mundo parece tener algo que decir. A Charlton Heston, el
actor, se le recordará por dos cosas. Una, por su papel de Moisés en Los Diez
Mandamientos. Otra, porque se le ha subido a la cabeza. Como si tuviese en su poder las
tablas divinas, el hombre pretende guiar a su pueblo hasta la tierra prometida, ese mundo
idílico donde cada hombre, mujer y niño tenga libre acceso a un arma a su medida.
Charlton Heston es la cara visible del NRA (Asociación Nacional del Rifle), el que lanza
los improperios desde los medios de comunicación. Este Moisés de pacotilla es el que
pregunta sin complejos "¿han perdido nuestros niños el derecho a las armas?".
Y con esto me remito a dos párrafos antes: ¿de qué derecho habla? Por favor, alguien
debería decirle a Mr. Heston que cuando uno saca su lado salvaje no es elegante hacerlo
por televisión, aunque el diccionario incluya en "derecho" el derecho al
pataleo.
En la feria de armas de West Palm Beach, un usuario afirma: "una
sociedad armada es una sociedad educada". Educado/da: que tiene buena educación o
urbanidad. Urbanidad: cortesanía, comedimiento, atención y buen modo. No creo que el
tontolaba de la feria de armas se refiriese a esto; o sea que además de maníaco
homicida, inculto. En un país donde encender un cigarro está peor visto que llevar un
rifle de asalto, el sentido común (facultad que la generalidad de las personas tiene de
juzgar razonablemente las cosas) se ha ido de vacaciones. Mientras, las industrias de
armas se frotan las manos y pronto ofrecerán servicio post-venta con abogado
especializado en homicidios o, en su defecto, una soleada tumba al lado de un ciprés
(servicio religioso opcional).
Desde siempre los guerreros se han fabricado sus propias armas. Los
antiguos se iban a la forja, echaban la sudada, y se hacían una como Dios manda, de acero
toledano. En La Guerra de las Galaxias, Luke Skywalker se busca la vida para construirse
su espada de luz. En nuestros días, intermedios entre estos dos modelos, basta con irse a
una feria y comprar las piezas para una ametralladora militar. El mérito está en que
tienes que montarla tú, porque vender las piezas ensambladas es ilegal, aunque no lo es
comprarlas por separado y que te expliquen en la tienda cómo se juntan.
Esto es lo que hay. Cuando uno está enfermo va al médico y se cura.
Cuando una sociedad está enferma, ¿qué se hace? Y cuando esa sociedad es el modelo de
referencia para medio mundo, ¿qué se hace? La hipótesis de los campos morfogenéticos
dice que cuando un individuo realiza una actividad por primera vez, al individuo siguiente
le resulta mucho más fácil. Esto va desde el mono que usa una rama para coger el
plátano más alto hasta el holocausto nazi. Si ya está hecho, puede repetirse y
mejorarse; ahí está Yugoslavia. Si una sociedad entera asume que es normal liarse a
tiros con el vecino, ¿cuál es el siguiente paso?
Menos mal, digo yo, que además de tanto perturbado suelto nos quedan los ecologistas,
los solidarios, los insumisos, los intelectuales, los rebeldes. Esos que tienen como armas
la verdad y la justicia, y ríete tú de las pistolas. Esos que llaman a las cosas por su
nombre, y para entenderles basta con mirar a los ojos y no se necesita tirar de
diccionario. Esos. A ver si se nos pega algo, también. |