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En junio del año pasado se aprobó la ley de uniones estables de parejas de hecho en Catalunya.
ASUMIR LOS HECHOS
Texto: Elena F. Vispo    Fotos: M. A. Oliva

En España cada vez son más las parejas que conviven sin casarse. Desde ahora, si viven en Cataluña lo tendrán un poco más fácil... o no. La nueva ley de parejas de hecho del Parlamento catalán es la primera en España que reconoce sus derechos, pero también les proporciona nuevos problemas.
(extractos)

LEY DE UNIONES ESTABLES DE PAREJA

Los motivos pueden ser variados: las parejas heterosexuales por decisión propia y las homosexuales porque no tienen más remedio, pero lo que es innegable es que las parejas de hecho comienzan a hacerle la competencia al matrimonio, estadísticamente hablando. La importancia de una legislación que regule la convivencia en pareja es tema de discusión desde hace años, y en junio del año pasado saltó de nuevo a la actualidad al aprobarse la ley de uniones estables de pareja de hecho en Cataluña, la octava del mundo y también la más modesta, puesto que sólo hace referencia a los temas autonómicos.
Las reacciones no se hacen esperar: la Conferencia Episcopal pone el grito en el cielo, y las nuevas parejas, especialmente las gays, que la esperaban como agua de mayo, celebran su reconocimiento legal. Aunque, tras la euforia inicial, comienzan a surgir voces que denuncian que la ley es insuficiente y que no es ninguna panacea.
El registro de uniones civiles más grande de Cataluña es el del Ayuntamiento de Barcelona y ha seguido el proceso desde que se presentó la primera propuesta de ley en Madrid. En realidad, el registro se crea en junio de 1994 para hacer avanzar esa propuesta, previendo el caso de que ésta tenga carácter retroactivo. Es decir, en caso de que la antigüedad de la pareja cuente, como efectivamente ha sucedido en Cataluña. Fue un gesto simbólico pero fundamental. En palabras de Agustí Soler, regidor-ponent de Drets Civils del Ayuntamiento de Barcelona, "el registro abrió el debate sobre la conveniencia de que quien no quisiera pasar por un matrimonio canónico civil tuviera un mínimo de derechos cubiertos, independientemente de su orientación sexual".

Sólo las parejas que no tengan impedimentos para casarse pueden considerarse pareja de hecho. Así se crea una nueva categoría que no es ni pareja de hecho ni matrimonio: tierra de nadie.

Los problemas internos del PSOE, partido en el gobierno en aquel momento, provocan elecciones anticipadas. Al no agotar la legislatura muchas propuestas de ley se quedan en un cajón, entre ellas ésta. "Fue una ducha de agua fría, pero en la Regidoría de Derechos Civiles nos planteamos reabrir el tema; ayuntamientos como el de Barcelona tienen un altavoz que va más allá de los límites de la ciudad". Sólo las parejas que no tengan impedimentos para casarse pueden considerarse pareja de hecho.
Aprovechando esta influencia se convocan en el año 96 las primeras Jornadas de Registros Municipales de Uniones Civiles de Cataluña. En ellas participan más de trescientas personas y, casualidad o no, en Madrid vuelven a presentarse nuevas propuestas. "Yo no puedo decir que fuera causa directa, pero a partir de las Jornadas hay una reacción en cadena y se presenta la ley en Madrid con textos ya reformados".

La reforma pasa por la revisión del Partido Popular de su propio proyecto, pasando de una ley sobre parejas de hecho a un contrato, el CUC (Contrato de Unión Civil). Tomando como base el Pacto Civil de Solidaridad (PACS) que el gobierno francés está debatiendo, los partidos conservadores elaboran una especie de cajón de sastre en el que cabe cualquier relación entre adultos, sin importar el sexo o la relación afectiva. Con este contrato se reconocen las parejas de hecho como un modo más entre otros tipos de convivencia, solucionando un problema que no se había planteado. Para Jordi Petit, secretario general de la Coordinadora Gai-Lesbiana de Cataluña, "El PACS no tiene nada que ver con la ley de parejas. Está muy bien que se regulen situaciones nuevas de convivencia, pero el amor de una pareja no casada vale lo mismo que el de un matrimonio, y no estamos dispuestos a renunciar al concepto de familia. La voluntad del PP a través del contrato de unión civil ha sido aparentar que quiere dar una solución".
Y así están las cosas. "Yo no sé qué va a pasar ahora", dice Agustín Soler, "pero teóricamente el señor Aznar no adelanta las elecciones y todavía tiene dos años. Hay mucho tiempo para aprobar esta ley, y yo creo que algo ha de salir". Una voz esperanzada en medio de la sensación general de que las parejas de hecho están en una vía muerta de la estación central de Madrid.

Mientras se plantean todas estas cuestiones el Parlament catalán toma la delantera y aprueba la ley de uniones estables de pareja el 30 de junio de 1998. Ese mismo día se aprueba el Código de Familia y, curiosamente, las parejas de hecho quedan al margen. Según María José Varela, abogada especializada en derecho de familia, éste es uno de los motivos por el cual "esta ley es absolutamente regresiva, porque niega algo que la jurisprudencia ya le venía otorgando a la pareja de hecho, que es su consideración de familia". Efectivamente, la constitución española especifica que la única familia no es la matrimonial. Y ya existían antes leyes concretas que reconocían la igualdad de derechos, incluso para los homosexuales. Lo único que faltaba era recoger todas esas leyes en un único cuerpo legislativo, que es lo que ha pretendido el Parlament.
El resultado tiene por supuesto defensores y detractores, pero parece que abundan más los segundos que los primeros, porque su aplicación se revela ambigua. "No se ha publicado un reglamento de aplicación, de eso nos hemos quejado muchísimo", protesta Jordi Petit, aunque en general se declara satisfecho: "es un avance indiscutible porque de no tener ningún tipo de reconocimiento hemos empezado a tener algún derecho. Para nosotros es un punto y seguido, ahora tenemos más instrumentos y vamos a seguir batallando ante los tribunales". De hecho la Coordinadora propone diez puntos para mejorar la ley, que pasan por el derecho al matrimonio y el rechazo a los capítulos que tratan a hetero y homosexuales por separado.

El Parlament catalán aprueba la ley de uniones estables de pareja el 30 de junio de 1998. Tras la euforia inicial, comienzan a surgir voces que denuncian que la ley es insuficiene y que no es ninguna panacea.

Otro de los claroscuros es que se especifica que sólo las parejas que no tengan impedimentos para casarse pueden considerarse pareja de hecho. Con esto se crea una nueva categoría que no es ni pareja de hecho ni matrimonio: tierra de nadie. "Antes se entendía que una pareja de hecho era eso, la que convivía con afectividad y con un planteamiento similar al matrimonio pero con libertad de pactos internos. Cada pareja pacta sus propias condiciones, y eso no tiene por qué librarla de derechos. Ahora han acotado el terreno y además se inmiscuyen en las relaciones internas", se queja Mª José Varela. Las decisiones internas ya no lo son tanto, puesto que la ley impone varias obligaciones económicas y legales con respecto a la pareja, a cambio de algunos derechos sucesorios. En el caso de los homosexuales la lista de derechos es un poco mayor, pero a cambio aumenta también los requisitos para constituirse en parejas de hecho.

Muchos de los grandes temas, como el fiscal o el derecho al asilo quedan sin tratar porque no son competencia de las autonomías, sino de las leyes del gobierno central. Esas que están en algún cajón perdido. Sin embargo, en los medios de comunicación se ha vendido la ley catalana como el ensayo general para la española. "Se ha vendido como el gran logro porque tienen un márketing que se mueren de la risa -denuncia Mª José Varela-, se ha vendido que se reconocen los derechos de las parejas de hecho, pero lo que reconocen es que si eres heterosexual se pueden meter en tu vida; y si eres homosexual te ponen unas exigencias que no le ponen a los demás y te dan a cambio unos derechos mínimos. Esa es la realidad, pero se ha vendido de otra manera por intereses políticos".
En cualquier caso, la ley catalana entró en vigencia en octubre del año pasado, y el balance lo dará la práctica. El debate está servido. "Antes, si una pareja convivía sin estar casada -explica Agustín Soler-, estaba muy mal vista. Hoy en día no, y esto es muy reciente, cuestión de 30 años. Lo que hace la ley es ratificar lo que ya ocurre en la vida cotidiana". En cualquier caso, "nos ha llevado siglos llegar al modelo de matrimonio que tenemos. Ahora hay que añadir una convivencia más como la pareja de hecho y eso costará años. Este es un primer paso".

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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