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                          EEUU
Penitenciaría estatal de ArizonaDERECHOS PRET A PORTER
TEXTO: Marta Iglesias  FOTOS: Amnistía Internacional

La sociedad norteamericana es como una descomunal pasarela de modelos: sólo se ve lo que se muestra. Sin embargo, en los camerinos los derechos humanos internacionales se desmontan y se cortan a la medida del gobierno americano, o simplemente permanecen en las maletas.

En 1945 y 1948 el papel de Estados Unidos fue determinante a la hora de la creación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y de la redacción de la Declaración Universal de Derechos Humanos, respectivamente. En el primero incluso mantiene una posición de privilegio: es uno de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, y su derecho a veto le permite bloquear la toma de determinadas decisiones. Pero el compromiso con las organizaciones y declaraciones a las que ayudó a dar vida se pone en duda a la hora de la práctica. Estados Unidos no paga sus cuotas a la ONU -a la que debe más de mil millones de dólares- y que su respeto a los derechos humanos dentro de sus propias fronteras sea relativo. Un ejemplo es que en la actualidad sólo existen dos países en el mundo que no han ratificado aún la Convención sobre los Derechhos del Niño: uno es el estado colapsado de Somalia y el otro es... Estados Unidos. A ello hay que sumar que este país firma casi todos sus tratados con bastantes años de retraso y los que ratifica los debilita con sus reservas, interpretaciones y declaraciones que limitan la protección de estos derechos.

Brutalidad policial: libertad de acciónGil f. Webb, afroamericano de 17 años, sufrió fractura de cuello y otras lesiones en marzo de 1997, después de verse implicado en una colisión de vehículos en Denver, Colorado, en la que murió un agente de policía. La cinta de vídeo mostró cómo un agente de policía le propinaba patadas, lo agarraba de los brazos, piernas y pelo y lo arrojaba dos veces contra una tabla de madera después de sacarlo, herido, de su automóvil. El agente fue penalizado con la pérdida de cinco días de vacaciones.
En todo el territorio estadounidense hay todos los años millares de informes de agresión y malos tratos infligidos por agentes de policía. La mayoría de estos casos tienen lugar durante detenciones, registros, controles de tráfico o incidentes callejeros, pero los malos tratos en comisarías no se quedan atrás. En cada una de las 17.000 agencias de policía que funcionan en Estados Unidos se tiene un propio código de conducta y métodos particulares de registro, pero todos coinciden en una pauta común: el trato discriminatorio con las minorías y las sanciones poco severas a los policías. Los ciudadanos de origen africano y los latinos son los más atacados, muchas mujeres sufren abusos bajo la custodia de autoridades estatales y los informes sobre agresiones a gays y lesbianas han aumentado en los últimos años. La comisaría de Canción triste de Hill Street resulta ser una parodia de la cruel realidad.

 Prisiones: reductos peligrososEn julio de 1996, 14 reclusos sufrieron lesiones a consecuencia de las palizas recibidas durante un registro exhaustivo en busca de artículos de contrabando en la Prisión Estatal de Hays (Georgia). Al parecer, el director del departamento de asuntos penitenciarios supervisó las palizas que una unidad antidisturbios propinó a decenas de presos esposados durante los registros llevados a cabo en varias prisiones del estado en 1996.
El número de reclusos es tres veces superior al que había en 1980: 1.700.000 personas. De ellas más del sesenta por ciento pertenecen a minorías raciales o étnicas, y más de la mitad son de raza negra. Según un informe de Amnistía Internacional, "toda persona tiene derecho a no ser torturada ni maltratada. Sin embargo, este derecho se viola diariamente en centros penitenciarios de todo Estados Unidos".

Varios centenares de presos condenados a muerte han permanecido recluidos en la Unidad H de la Penitenciaría Estatal de Arizona, en Mc Alester. Estos reclusos permanecen en celdas de cemento, sin ventanas, durante veintitrés horas al día o más.

La violencia física y sexual se da en casi todas las cárceles, ya sean públicas o privadas; se permite a personal del sexo opuesto efectuar registros personales que suponen contacto corporal y que estén presentes si los reclusos tienen que desnudarse. A todo ello se suman los sistemas de inmovilización de presos, como las peligrosas sillas de inmovilización o pulverizadores químicos. Actualmente se utilizan cinturones paralizantes de electrochoque por control remoto, con los que basta aplicar un botón para aplicar al preso una fuerte corriente eléctrica que le causa un gran dolor que le tira al suelo. Además la falta de protección adecuada contra las enfermedades contagiosas, sumada al hacinamiento y a las condiciones antihigiénicas pone en peligro muchas vidas.

 Solicitantes de asilo: delincuentes"Me llevaron a Esmor. Esmor era un lugar terrible. (...) Un día los guardias estaban haciendo un registro. Nos llevaron a una gran sala y empezaron a mirar todas nuestras cosas, las sábanas y las mantas. Estuvimos allí mucho tiempo y ese día yo estaba enferma. Pedí un poco de agua. Entonces la guardia me agarró del pelo y me dio patadas en el estómago y en las piernas y en la cabeza. Después de pegarme, me llevó a la celda de aislamiento, donde estuve un día y medio." Hawa Abdi Jama, refugiada somalí detenida en Nueva Jersey en 1994.
Estados Unidos es un país formado por emigrantes, sin embargo los que hoy solicitan asilo en la "tierra prometida" tienen todos los números para terminar en una cárcel junto a delincuentes. Mientras la solicitud se tramita, se separan familias, y sus miembros vagan de cárcel en cárcel. No se hace ningún esfuerzo por tener a los solicitantes de asilo cerca de sus parientes o de sus abogados, ni para notificarles el traslado de la persona a otro centro. La incongruencia en todo esto es que Estados Unidos es miembro del Comité Ejecutivo del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), pero no reconoce las normas internacionales que establecen que no se debe detener a solicitantes de asilo y que nunca deben permanecer junto a delincuentes.

Gary Gauger
Gary Gauger, un condenado a muerte cuya declaración de culpabilidad ha sido anulada. Además de él hay más de setenta personas indebidamente declaradas culpables y condenadas a muerte, y que finalmente han sido liberadas.

Pena de muerte: niños y deficientes incluidosEn 1996, Luis Mata permaneció setenta minutos atado a la camilla de ejecución, con la aguja insertada en el brazo, mientras la Corte Suprema de Arizona escuchaba los argumentos legales sobre su caso. La Corte decidió que la ejecución debía seguir adelante. Al comenzar a inyectar el veneno, la cabeza de Mata sufrió una violenta sacudida hacia atrás, mientras su rostro se convulsionaba. Tuvo una muerte prolongada.
El argumento que se presentó para reanudar las ejecuciones en 1977 es que evitaba asesinatos, sin embargo no hay ningún indicio de que esto sea así. De hecho en Massachusetts, donde no existe la pena de muerte, el índice de asesinatos es la mitad de la media nacional. Llámenle horca, silla eléctrica o inyección letal, sigue siendo muerte. La última gran incongruencia del país que enarbola la bandera de los Derechos Humanos en el extranjero es la pena de muerte. Hay en estos momentos más de 3.300 personas condenadas a muerte en Estados Unidos y, mientras todos los países eliminan esta práctica, aquí el número de ejecuciones ha aumentado. En 24 estados se puede imponer la pena de muerte a personas por delitos que cometieron cuando eran menores de edad y ejecutar deficientes mentales no va contra la Constitución. De hecho desde 1990 se han ejecutado a ocho menores de edad, más que en cualquier otro país del mundo, según afirma Amnistía Internacional.
Terminar condenado a muerte, en muchos casos depende de los abogados o de formalismos legales que impiden presentar nuevas pruebas de inocencia. Desde 1973 se ha liberado del pabellón de los condenados a muerte al menos a 75 personas declaradas culpables de delitos que no habían cometido. A la vista de los datos, es sencillo suponer que es probable que la sociedad norteamericana haya matado a inocentes.
Ante las evidencias sólo podemos cerrar con una reflexión de Hawa Abdi Jama, refugiada somalí que estuvo recluida en terribles condiciones durante catorce meses hasta que le concedieron asilo: "Todo el mundo dice que Estados Unidos es el lugar de los Derechos Humanos. Al llegar pensé que me había equivocado de país".

Amnistía Internacional acaba de iniciar una campaña en la que denuncia la situación de miles de víctimas de violaciones de Derechos Humanos en Estados Unidos. AMNISTIA INTERNACIONAL. C/ Fernando VI nº8, 1ºizq. 28004 Madrid. Teléfono 91 310 12 77

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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