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En 1945 y 1948 el papel de Estados Unidos fue determinante a la hora de la creación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y de la redacción de la Declaración Universal de Derechos Humanos, respectivamente. En el primero incluso mantiene una posición de privilegio: es uno de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, y su derecho a veto le permite bloquear la toma de determinadas decisiones. Pero el compromiso con las organizaciones y declaraciones a las que ayudó a dar vida se pone en duda a la hora de la práctica. Estados Unidos no paga sus cuotas a la ONU -a la que debe más de mil millones de dólares- y que su respeto a los derechos humanos dentro de sus propias fronteras sea relativo. Un ejemplo es que en la actualidad sólo existen dos países en el mundo que no han ratificado aún la Convención sobre los Derechhos del Niño: uno es el estado colapsado de Somalia y el otro es... Estados Unidos. A ello hay que sumar que este país firma casi todos sus tratados con bastantes años de retraso y los que ratifica los debilita con sus reservas, interpretaciones y declaraciones que limitan la protección de estos derechos. Brutalidad
policial: libertad de acción Gil f.
Webb, afroamericano de 17 años, sufrió fractura de cuello y otras lesiones en marzo de
1997, después de verse implicado en una colisión de vehículos en Denver, Colorado, en
la que murió un agente de policía. La cinta de vídeo mostró cómo un agente de
policía le propinaba patadas, lo agarraba de los brazos, piernas y pelo y lo arrojaba dos
veces contra una tabla de madera después de sacarlo, herido, de su automóvil. El agente
fue penalizado con la pérdida de cinco días de vacaciones. Prisiones: reductos peligrosos
En julio de 1996, 14 reclusos sufrieron lesiones a consecuencia de las palizas
recibidas durante un registro exhaustivo en busca de artículos de contrabando en la
Prisión Estatal de Hays (Georgia). Al parecer, el director del departamento de asuntos
penitenciarios supervisó las palizas que una unidad antidisturbios propinó a decenas de
presos esposados durante los registros llevados a cabo en varias prisiones del estado en
1996. Varios centenares de presos condenados a muerte han permanecido recluidos en la Unidad H de la Penitenciaría Estatal de Arizona, en Mc Alester. Estos reclusos permanecen en celdas de cemento, sin ventanas, durante veintitrés horas al día o más. La violencia física y sexual se da en casi todas las cárceles, ya sean públicas o privadas; se permite a personal del sexo opuesto efectuar registros personales que suponen contacto corporal y que estén presentes si los reclusos tienen que desnudarse. A todo ello se suman los sistemas de inmovilización de presos, como las peligrosas sillas de inmovilización o pulverizadores químicos. Actualmente se utilizan cinturones paralizantes de electrochoque por control remoto, con los que basta aplicar un botón para aplicar al preso una fuerte corriente eléctrica que le causa un gran dolor que le tira al suelo. Además la falta de protección adecuada contra las enfermedades contagiosas, sumada al hacinamiento y a las condiciones antihigiénicas pone en peligro muchas vidas. Solicitantes de asilo: delincuentes
"Me llevaron a Esmor. Esmor era un lugar terrible. (...) Un día los
guardias estaban haciendo un registro. Nos llevaron a una gran sala y empezaron a mirar
todas nuestras cosas, las sábanas y las mantas. Estuvimos allí mucho tiempo y ese día
yo estaba enferma. Pedí un poco de agua. Entonces la guardia me agarró del pelo y me dio
patadas en el estómago y en las piernas y en la cabeza. Después de pegarme, me llevó a
la celda de aislamiento, donde estuve un día y medio." Hawa Abdi Jama, refugiada
somalí detenida en Nueva Jersey en 1994.
Pena de muerte: niños y deficientes
incluidos En 1996, Luis Mata permaneció setenta minutos atado a
la camilla de ejecución, con la aguja insertada en el brazo, mientras la Corte Suprema de
Arizona escuchaba los argumentos legales sobre su caso. La Corte decidió que la
ejecución debía seguir adelante. Al comenzar a inyectar el veneno, la cabeza de Mata
sufrió una violenta sacudida hacia atrás, mientras su rostro se convulsionaba. Tuvo una
muerte prolongada. Amnistía Internacional acaba de iniciar una campaña en la que denuncia la situación de miles de víctimas de violaciones de Derechos Humanos en Estados Unidos. AMNISTIA INTERNACIONAL. C/ Fernando VI nº8, 1ºizq. 28004 Madrid. Teléfono 91 310 12 77 |
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