Querido Baltasar:
Soy un niño chileno, mi nombre es Augusto, pero todos me llaman Pino-cho digo che. Soy el
hijo del gendarme, el padre de la patria, el que tuvo responsabilidades, ya sabes,
res-pon-sa-bi-li-da-des: que es algo así como tener patente de corso para hacer
determinadas cosas malas pero necesarias, y claro, las hice, cómo no, pero no porque yo
fuera de esa condición, sino porque la cosa, bueno ya me entiendes, la responsabilidad me
condicionaba, es más, me lo exigía.
Ya sé que la ignorancia no exime, pero no ignorarás que al ignorante que ignora por
responsabilidades institucionales, a ese sí, porque ese lo hace por el bien público, y
yo lo hice todo todo por el bien público y para prestar un servicio muy grande, pero que
grande, muy muy grande a mi país. Que estaba el pobrecito recién salido de la dictadura
comunista y tenía muchas muchas ganas de vivir en libertad y en democracia. Y no me digas
que no tiene que ver, porque la democracia y la libertad tienen un precio, eso lo saben
hasta las ratas.
Mi papá, el vigía de Occidente, el que me dio a mí las responsabilidades, me dijo un
día, así a su manera, que ni tú ni el poder que ahora representas existíais, que erais
algo que se habían inventado los malos para fastidiarnos. Como mamaíta se inventaba
cuando era niño lo del hombre del saco. Y como no existíais podía hacer lo que me diera
la gana porque no iba a pasar nada. Lo dijo, ya lo sé, para que no me diera por ponerme
en plan escrupuloso y dejara de cumplir con lo que me exigía mi responsabilidad de hombre
público, de hombre de Estado. Y ahora, cuando se hizo pública mi actividad responsable
de hombre público, papi hace lo que puede pero sin mojarse.
El caso es que él se ha ido de rositas, él es un niño ejemplar y
ejemplarizante, y le van a traer sus regalitos los magos de oriente, los del palacio y
hasta los de más allá, y a mí y a los demás nos toca escribir a los de la Audiencia
Nacional. Y eso no es justo, y no es que tenga nada contra vosotros que me caeis chupi,
pero es que la verdad no me gustan mucho los juguetes que tenéis. Seré rarito pero a mí
no me gusta ni el "Exincárcel", ni el juego del sumario, ni el disfraz de la
toga y el martillo, ni tan siquiera me gusta la Barbie balanza, a mí lo que me va es el
Monopoli, el guerrero del antifaz y cosas así. Pero qué le vamos a hacer, tendré que
conformarme con lo que me toque. Si es que me toca algo, porque a lo mejor con un poco de
suerte los ingleses se acuerdan de lo de las Malvinas, los compas de mi Santiago recuerdan
que yo fui el que se cargó un pueblo para salvar a un barrio, el de las casitas altas
¡claro! Y en fin, que lo más fácil es que los Lores ejercen de lo que son, unos
señores, y me devuelven a mi Valparaíso.
Si así lo quiere la Virgen del Cobre y las grandes Compañías, podré
donar tus regalos a los de siempre, a los pobres, ellos tienen tiempo, pero no dinero, y
sin dinero para qué sirve el tiempo, para nada, por eso que más le da liarse la manta a
la cabeza y jugar a vuestros divertidos juegos. Pero a mí me hacéis la puñeta porque yo
sí tengo dinero y no puedo perder el tiempo en juegos estúpidos. Y es que como
comprenderás no es justo, que justamente ahora que ya no tengo responsabilidades y puedo
ser bueno y pasármelo bien, vengáis vosotros en vuestros camellos de papel a estropearme
la fiesta. La verdad es que me gustabais más cuando erais los reyes de los de siempre,
cuando os metíais con los que no hacían cosas malas, ya me entiendes, con los que
robaban para comer, con el que asesinaba por rabia, en definitiva con los que delinquen
porque son de esa condición y no con los que como yo lo hicimos por puro
condicionamiento, el de la responsabilidad. Lo nuestro fue un servicio al pueblo soberano,
a la sociedad y a la democracia. Lo de ellos, depravación social, vicio e
irresponsabilidad, que es muy distinto, por eso no deberíamos ser tratados de esta manera
tan cruel. Porque cuando teníamos responsabilidad bien que nos animaban, pero ahora se
cabrean como idiotas y es que no saben que la responsabilidad es así, y que a los que la
ejercen hay que pagarles y protegerlos porque ellos no delinquen sino que gobiernan. Pero
claro algún que otro chivato os fue con el cuento de que habíamos extraviado miles de
personas. Y lo malo de estas cosas es saber, porque sino sabes, pues tan feliz, pero si
sabes te cabreas y ¡hala! a pedir a Baltasar cositas para los niños malos. Pero yo no
estoy dispuesto a aguantar, yo cumplí con lo que se me exigía y no tengo nada que
esconder ya, porque todo se sabe.
Por eso humildemente te pido, que si fallara el universo de impunidad que me protege, y
me tocas como rey me traigas un sumario paniaguado que presagie para mí una absolución
por falta de pruebas, porque a falta de pan buenas son tortas. Baltasar.