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EDITORIAL
SUEÑOS
Ayer tuve un sueño, y
en él he visto la sangre de los antepasados impregnando la tierra y formando ríos de
vida que viajando en el tiempo unen el pasado con el futuro, llevando en su seno los
valores eternos y sagrados que constituirán la base de una nueva humanidad.
He visto la fuerza de las razas rompiendo las cadenas creadas por la
oscuridad, por la ignorancia y por la maldad de los que sólo persiguen el dominio del
Planeta, el poder sobre la vida y sobre la evolución.
He visto a los mismos guerreros asumiendo diferentes identidades a través del tiempo y
ofreciendo sus vidas una y otra vez para que la justicia, el amor y la verdad
prevalecieran a pesar de quienes tratan de que desaparezcan de la faz de la tierra.
He visto los mismos rostros, las mismas miradas, las mismas palabras de valor, de
reconocimiento, de dignidad y de lealtad a la causa con la que estaban comprometidos, a la
razón por la cual sus vidas tenían sentido.
Y he visto como todos ellos eran uno solo, exponentes de una sola mente, proyecciones de
un mismo Poder, instrumentos poderosos de un poderoso Ser a quien siguen fielmente y
reconocen como su Señor.
Y el sueño me ha mostrado cómo ese ejército de poderosos guerreros
unían sus fuerzas ante la batalla final, cómo se despertaban de su letargo en el tiempo
y, recogiendo sus armas, se disponían para, una vez más, librar una lucha a muerte
contra las fuerzas que se oponen al sueño de su Señor.
Ellos, conscientes de que los tiempos anunciados han llegado, conocedores de las claves y
de los misterios, saben que la lucha por el futuro ha comenzado y que una nueva humanidad
depende de su victoria. Pero también saben que en su interior llevan el signo de su
Señor, el arma más poderosa que les convierte en invencibles, en inmortales, porque la
muerte no puede detener lo que pertenece a la Vida, porque la oscuridad no puede apagar la
luz que emana del rayo, porque ningún arma es más poderosa que la espada si ésta es
construida por la Mente.
Y en el sueño vi que la Espiral de la vida vibraba con la presencia de
su energía y se dirigía sin pausa hacia el futuro, que en forma de una nueva tierra
aguarda a los hombres y mujeres de buena voluntad.
Y al igual que en el pasado, una nave partirá hacia el nuevo mundo, pero esta vez no
llevará consigo la muerte y la destrucción, sino que portará la vida, la esperanza y la
necesidad de comenzar un nuevo ciclo, una nueva era, en una nueva Tierra y bajo un nuevo
cielo.
Y así será porque en el tiempo la sangre de los antepasados regó y mantuvo con vida la
esperanza, alimentó con su energía y vitalidad las fuerzas siempre renovadas de los que
cogían el relevo de la lucha y sirvió de ejemplo para aquellos que supieron ver a
través de la ilusión, de la mentira y de las trampas que la oscuridad pone en el camino.
Y al igual que un faro ilumina el camino del navegante, así puede cada hombre caminar
hacia ese futuro si sigue la luz de los que vinieron antes que él para mostrar los
valores eternos, las verdades inmutables, los consejos sabios que hacen más llano el
camino, más auténtica la vida y más soportable la lucha, porque sólo se avanza cuando
se ganan batallas, cuando la palabra victoria se convierte en algo cotidiano, cuando uno
no aspira a otra cosa que ser verdad en sus pensamientos y en sus actos.
Y el sueño me mostró todo eso y mucho más, porque el sueño es como
una interminable película donde el destino del hombre está escrito con Fuego, donde el
pensamiento del Uno, del Creador, está en permanente desarrollo y donde el tiempo es tan
sólo la expresión de cada ciclo, la plasmación de cada parte de la Idea.
Y al despertar del sueño supe que la realidad era el sueño y que lo
que consideramos "estar despierto" es tan solo una forma de dormir en el seno de
la ilusión, de lo no real. Porque si quiero volver a Ver en el sueño tengo que cerrar
mis ojos y salirme de esta "realidad", solo así podré entender lo que existe,
lo que Es, lo que marca nuestro futuro.
Y si quiero leer en los ojos de los antepasados, tengo que Ver, con mi mirada interna, sus
ojos, porque ellos velan el camino desde otro estado de existencia.
Y el sueño, sólo el sueño, es nuestra vía de comunicación.
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