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TRIBUNAL PENAL INTERNACIONAL LA GRAN ESPERANZA
TEXTO: Mariló Hidalgo
 

Convenios y Protocolos suscritos por la mayoría de los Estados del planeta, no han sido suficientes para frenar la crueldad a la que están sometidos los habitantes de territorios en guerra. Millones de personas son asesinadas, torturadas o "desaparecen" misteriosamente, mientras los responsables gozan de total impunidad. El 18 de julio de este año vio la luz el Tribunal Penal Internacional, la gran esperanza que pondrá coto a la barbarie internacional hasta ahora impune.

Tribunal Penal Internacional
FOTO: Médicos sin Fronteras

La montaña, el frío, la falta de alimentos, las bombas y los francotiradores sembraron de muerte el paraíso natural de la antigua Yugoslavia. Todo ese dolor y sangre que trae la guerra aún puede verse incrementado -como de hecho ocurrió-, cuando la violencia, el uso de la fuerza y el genocidio se justifican por quien en ese momento está en el poder. Militares amparados por la obediencia debida y sádicos gobernantes con ansia de poder, han sido y son los ejecutores de crímenes contra la humanidad a lo largo de la historia.

El periodista Manu Leguineche -corresponsal y testigo de muchas guerras- recoge en su libro "Los ángeles perdidos" el testimonio de varios niños bosnios que presenciaron la repetida violación de sus madres y hermanas, que vieron cómo se llevaban a sus padres y hermanos mayores a los nuevos campos de concentración que, como luego tuvimos oportunidad de ver a través de la televisión, no tenían nada que envidiar a los campos de exterminio nazi. Alik -un refugiado de trece años- relata a Leguineche cómo los soldados serbios llegaron un día a su casa y le prendieron fuego. "Después nos metieron en un tren -relata el joven-; una vez allí, ordenaron a los hombres que se tumbaran. Eligieron a los que se disponían a matar, entre ellos a mi tío y a un vecino, los ametrallaron. Después los soldados ordenaron que los hombres se situaran en los vagones delanteros y las mujeres y los niños en los últimos. Cuando arrancó el tren, desengancharon el convoy de las mujeres y se llevaron a los hombres al campo. Yo lo vi todo". En Ruanda desgraciadamente vimos cómo se repite la barbarie. En plena guerra civil el Gobierno ruandés planificó fríamente el genocidio de más de un millón de personas, la mayoría tutsis, que fueron ejecutados por el propio Ejército y las milicias extremistas. Se estima que entre 250.000 y 500.000 mujeres fueron violadas, sufrieron injurias, enfermedades venéreas, así como problemas psicológicos y exclusión social. Los niños fueron también objetivo militar. Muchos niños nacidos de parejas hutu-tutsi fueron asesinados por sus padres, bajo presión de las milicias radicales. Alrededor del 96% de los supervivientes, testigos de torturas y matanzas de familiares y amigos, sufrieron graves traumas psicológicos. A finales de 1995, en Ruanda había 47.000 huérfanos, según informa el Centro de Investigación para la Paz (CIP).

Radovan Karadzic -presidente de la República Serbia de Bosnia- y su jefe operativo del ejército, Ratko Mladic; el general croata Blaskic, un ex primer ministro de Ruanda, altos mandos de ese ejército y militares de distinto rango, más un gran número de acusados -que todavía no saben que lo son- sobre los que existen expedientes, denuncias y testimonios, han sido acusados de genocidio y crímenes contra la humanidad. Por primera vez en la historia están siendo enjuiciados por Tribunales ad hoc, creados expresamente por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para juzgar los crímenes contra la humanidad ocurridos en la ex Yugoslavia y Ruanda.

"El recién creado TPI es una herramienta básica a la hora de romper el muro de impunidad bajo el que se esconden criminales de guerra, aunque queda un largo camino por recorrer para hacerlo efectivo" (Amnistia Internacional)

Pero la sangre derramada de tantos y tantos inocentes, pone sobre el tapete una vez más la necesidad de un Tribunal permanente que pueda juzgar a personas que violen el derecho internacional y pide a gritos un nuevo sistema de justicia, ya que hasta ahora no existía ninguna organización permanente por la que se pudiese hacer responsable a un individuo que hubiera violado las leyes internacionales. En Irak o Haití, el recurso empleado como medida de presión había sido el de imponer sanciones, embargos o utilizar la fuerza armada. Pero este tipo de acciones han demostrado que dañan más a los inocentes civiles que a los que provocan la violación. Irak -por ejemplo- vivió tras su derrota en la Guerra del Golfo, otro período si cabe peor. Además de ser condenada al silencio y al aislamiento, fue castigada con el embargo económico. Una situación que dura ya demasiado y que está cobrando miles de víctimas, principalmente entre la población infantil.

En este momento, la comunidad internacional se encontró ante una oportunidad que no debía desaprovechar: hacer realidad aquel grito de "nunca más" que la humanidad en pleno había lanzado al mundo después de la pesadilla de la Segunda Guerra Mundial. El lugar para hacerlo efectivo era la Conferencia de Roma. Allí se sentarían las bases para crear un Tribunal Penal Internacional (TPI) permanente. La fecha clave: el 18 de julio de 1998.

"Cuando uno conoce los entresijos de la política internacional, se da cuenta de lo que cuesta sacar adelante un proyecto de esta envergadura" (J.M. Mendiluce)

En junio dieron comienzo las Conferencias diplomáticas por las que el Tratado Internacional debería convertirse en Proyecto y el 18 de julio, Kofi Annan, Secretario General de Naciones Unidas, presentó al mundo el acta de nacimiento del Tribunal.

"Es un regalo de la esperanza para las generaciones futuras, comentó-. Surge un Tribunal ante el cual los criminales van a rendir cuentas, y donde no quedará espacio para la 'obediencia debida'". Por su parte Amnistía Internacional (AI) considera a este nuevo Tribunal como una herramienta básica a la hora de romper el muro de impunidad bajo el que se esconden estos criminales de guerra pero también ven que queda un largo camino por recorrer hasta hacerlo efectivo. Andrés Krakenberger, presidente de AI, afirma que la organización trabajará y colaborará estrechamente con el TPI remitiendo casos y consiguiendo enmiendas que puedan llenar los vacíos legales con los que ha nacido la Institución. Para Krakenberger hay determinados puntos del Estatuto que no llegan al aprobado. "El primero y más grave -señala- es que el Consejo de Seguridad (EEUU, Rusia, China, Francia y Gran Bretaña) puede impedir o invalidar un proceso durante períodos de doce meses que además pueden ser renovables. El TPI tampoco nace con jurisdicción universal salvo que el caso sea remitido por el Consejo de Seguridad o se trate de delitos cometidos en el territorio de un Estado parte o por ciudadano de un Estado parte". Esto deja a un lado todos los delitos ocurridos en alguno de los países no firmantes que en estos momentos son una mayoría -han firmado 30 de los 120 países que votaron a favor-. Además, cualquier Estado miembro puede suspender el reconocimiento de la jurisdicción del Tribunal durante un plazo de siete años en caso de crímenes de guerra". Pero como asegura el Eurodiputado y ex-Comisario de NU, Jose María Mendiluce, "cuando uno conoce los entresijos de la política internacional, se da cuenta de lo que cuesta sacar adelante un proyecto de esta envergadura. La Conferencia de Roma -continúa- ha demostrado que existe una credibilidad y una conciencia creciente a nivel internacional de que los crímenes contra la humanidad y el genocidio no deben de quedar impunes". El eurodiputado socialista reconoce no obstante que el resultado de esta Conferencia plantea muchos riesgos, ya que hay siete países -entre ellos EEUU- que no han firmado y que representan a la mitad de la población mundial, lo que quiere decir que serán necesarios varios años para conseguir que el texto sea ratificado por sesenta países -cifra necesaria para que el Estatuto entre en vigor-. "Hay excepciones escandalosas -señala Mendiluce- como la no incorporación de la bomba atómica como crimen de guerra". Un punto especialmente decepcionante para la India, que había luchado desde el principio para incluirlo en el texto del proyecto. Otro país EEUU, dejó patente a lo largo de las conversaciones su temor a que uno de sus marines pudiera sentarse en el banquillo de los acusados o a que el resto del mundo pudiese juzgar sus actos y decisiones unilaterales. La manera de demostrarlo fue a través de su voto en contra que lo situó en el grupo nada popular de China, Libia, Israel y Turquía. Con tanto veto muchos pensaron que ni siquiera se iba a llegar a ratificar el Acuerdo. Al final nace un texto con límites, que no ha recogido muchas cosas, con problemas de recursos operativos... pero que en el fondo es el primer intento consensuado de plasmación de ese viejo sueño de la humanidad.

Tribunal Penal Internacional
Foto: Miguel Berrocal

 

Militares amparados en la obediencia debida, sádicos gobernantes con ansias de poder, han sido y son los ejecutores de crímenes contra la humanidad a lo largo de la historia

El TPI nació muerto para un sector crítico que esperaba más compromisos. Para la gran mayoría es algo razonablemente positivo. Es la gran esperanza del siglo XXI. .

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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