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PALABRA
DE LEY

LORENZO SILVA
Texto: Marta Iglesias

Lorenzo Silva

Es de esos jóvenes abogados con éxito, que además de utilizar la palabra para ganar pleitos, la transforma en literatura amena. Aunque el año pasado se quedó a las puertas del Premio Nadal, Lorenzo Silva no se rindió y ahora contraataca con El lejano país de los estanques. El reconocimiento a su trayectoria acaba de llegarle con el premio de narrativa que concede "El ojo crítico".

 

 

"Me gusta que lo que escribo tenga que ver con lo que le importa a la gente. Escribir sobre cosas que no le importan a nadie es una pérdida de tiempo"


"Hay escritores que están obsesionados con el mundo lírico y que no saben lo que pasa más allá de su ventana, en la calle. Creo que hay que saber lo que pasa en la calle porque, en definitiva, es donde están las historias más sabrosas"


L
a flaqueza del bolchevique le lanzó a la fama, y muchos pensaron que Lorenzo Silva era un escritor novel. Pero el chaval llevaba ya dos novelas publicadas -Noviembre sin violetas y La sustancia interior- y otras muchas en archivo, fruto de su aprendizaje con las letras.

-¿Tienes algún tema recurrente en tus novelas?
-Yo creo que en una medida. Aunque las tres tienen tonos y ambientes diferentes, todos los personajes lamentan haber perdido algo que probablemente no debieron perder. Y esas pérdidas se producen por abandonar sus propios principios y seguir a una serie de cosas que venían de fuera.

-Y ya que dicen que los protagonistas tienen algo de su autor, ¿tú qué lamentas haber dejado?
-
No tengo una sensación trágica de pérdida, pero lo que sí tengo es una sensación de que, a medida que vas avanzando en la vida normalmente te vas alejando de los impulsos genuinos que tenías al principio. Tienes una serie de cosas muy claras cuando estás empezando y muchos años después te planteas si sigues con ellas. Yo creo que en gran medida las conservo y lucho mucho por conservarlas, entre otras cosas escribiendo. Yo podría haberme abandonado a mi profesión y haberme dedicado a ganar dinero.

-¿De dónde sacas tus historias?
-
Hay escritores que están obsesionados con leer libros, con la belleza, con la biblioteca, con el mundo lírico y que no saben lo que pasa más allá de su ventana, en la calle. Creo que hay que saber lo que pasa en la calle porque, en definitiva, en ella es donde están las historias más sabrosas. Más que las que uno se pueda inventar. Además me gusta que lo que escribo tenga que ver con lo que le importa a la gente. Me parece que escribir sobre cosas que no le importan a nadie es una pérdida de tiempo.

-¿Qué crees que te separó de ganar el Nadal del 97?
-
No lo sé. Supongo que el primero era mejor. (Risas)

-¿Qué te seduce de escribir?
-
Fundamentalmente contar historias, pero también lo que seduce de crear. El impulso de crear te lleva a hacer cosas que no estaban y que de repente existen. En todas las cosas de la vida en las que se gana dinero hay alguien que pierde, hay alguien a quien le quitas algo. Y el arte lo que hace es añadir a lo que existe, enriquece lo que existe, es una posibilidad de multiplicar lo que existe.

-¿Qué puntos de conexión hay entre ser abogado y escritor de novelas?
-
Pocos y muchos. Es muy diferente estar delante de una sala en una vista defendiendo casos y estar sentado en tu casa escribiendo una novela. Eso es en parte muy diferente, pero las dos profesiones tienen mucho que ver con la palabra: un abogado es un artista de la palabra, que es su arma.

-Como abogado, ¿cómo ves la justicia española?
-
Creo que es evidente que la organización de la justicia en el momento actual es absolutamente nefasta. Es una máquina que no funciona, no sirve para lo que debe servir: que a cada uno se le dé lo suyo, que no se cometan abusos y que cuando se produzcan, se pueda corregir por la razón y no por la fuerza. Lamentablemente, no cumple esa misión.

EL LEJANO PAÍS DE LOS ESTANQUES

En esta novela, que ignoramos el número que hace en la larga lista del prolífico Lorenzo Silva, el autor se sumerge en un asesinato en Marbella.
Con un estilo refrescante, construye un actual y dinámico relato protagonizado por el sargento Bevilacqua -Vila para los amigos-, agente de Madrid. Un tórrido verano le destinan a Marbella, a recabar las pruebas del asesinato de una promiscua austriaca, conocida en toda la isla por sus ambiguas tendencias sexuales. Mal que le pese, a este lobo solitario le endosan a Chamorro, una joven agente con mucha voluntad y poca experiencia que se hará valer por sus propios méritos.

 

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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