e encontraba mirando el cielo en una estrellada noche de verano,
pensaba en la inmensidad que nos rodea y en lo ignorantes que somos creyéndonos el centro
de la creación, y recordé que hace unos días cayó en mis manos un artículo que
hablaba de la cuarta dimensión. En él se explicaba, entre otras muchas cosas, la teoría
del inglés Edwin A. Abbott, una teoría que yo desconocía o tenía totalmente olvidada.
Abbott creó una historia basada en un ser plano, un cuadrado, que
vivía en un pentágono y cuyo país era una mesa. La idea de Abbot, puesta en mi lenguaje
nada científico y tal y como yo la interpreté, podría ser la siguiente: imagínate que
en esta página yo creo a un ser plano, un ser al que llamaré cuadradín. Cuadradín, que
tiene un aspecto más o menos así... es un ser que pertenece a la segunda dimensión. Su
vida transcurre tan sólo en esta hoja que lo contiene. Cuadradín tiene capacidad para
moverse por toda ella, con lo cual su vida está llena de espacios blancos y de
interminables murallas negras formadas por los bordes de cada una de las letras.
Cuadradín sólo tiene conciencia de esta hoja, no tiene capacidad de
verme porque yo estoy fuera de ella. El se mueve en la segunda dimensión mientras que yo
permanezco en la tercera.
Para Cuadradín, que no sabe nada de dimensiones, ni siquiera conoce la existencia de
otras hojas de mi cuaderno, yo soy su creador, su dios. Yo puedo quitar una letra de su
camino y con ello eliminarle el terrible obstáculo, porque yo, que veo desde otro plano,
conozco su pasado, su presente y su futuro.
Para cuadradín, repito, yo soy un dios que él no ve, pero que siente, porque sabe que
algo o alguien lo creó.
Y, si las cosas son así para él, ¿quién puede asegurarnos que no
sea lo mismo para nosotros? Y que las cosas que llamamos milagros no son mas que la
actuación de seres que viven en otra dimensión, seres que conocen nuestros problemas y
que tratan de ayudarnos desde otro espacio-tiempo al que, de momento, no podemos acceder.
Y se me ocurre pensar que igual que yo puedo borrar una letra que impide el paso a
Cuadradín y lo hago utilizando una goma de borrar que pertenece a la tercera dimensión,
ellos, los seres de otras dimensiones, nos han dado métodos, claves o energías que
pertenecen a su dimensión, como por ejemplo, el Amor. Porque, desde luego, el Amor no
pertenece a la tercera dimensión, sin embargo, sabemos que existe y que es imprescindible
para entrar en el túnel que conduce a uno mismo.
Y me vienen a la mente más palabras que son importantes e
imprescindibles... confianza, libertad, valor, dignidad, etc. palabras que tienen un
significado dentro, en lo más profundo de nosotros y, mira por dónde, es precisamente la
profundidad la clave de la 4ª dimensión.
Y se me ocurre pensar que, al igual que le sucede al pobre Cuadradín, mis problemas no
tienen solución si yo quiero resolverlos desde mi propia dimensión, sino que necesito
ver más allá, más adentro de lo que mis tridimensionales sentidos me dictan, es decir,
si no salgo a otro estado de conciencia a través de las palabras que ellos, los seres de
otras dimensiones, nos han dado, nunca encontraré la solución.
Por tanto, no se trata de vivir bajo los caprichosos dictámenes y
dogmas de las religiones y las leyes creadas por seres tridimensionales, sino vivir la
esencia de esos grandes Seres que demostraron ser de otra dimensión.
Y digo seres, en plural, porque creo que no ha sido uno, sino muchos, los seres que han
venido y vienen a mostrarnos otra forma de vivir.
Y, después de todos estos pensamientos, miro nuevamente al cielo, ese cielo tan precioso
y lleno de vida que me rodea, y pienso que no quiero ser como Cuadradín, que se creía el
único ser existente en su limitada hoja de papel.
Respiro profundamente y percibo los olores del campo, escucho los ruidos especiales de
la noche, son sentidos tridimensionales que me conectan con este mundo que me rodea.
Cierro los ojos y pienso que dentro de cada uno de nosotros hay otros sentidos ocultos que
nos conectan con otra dimensión, y me parece oír una voz que me dice que las otras
dimensiones no se tocan: se sienten con la mente y con el corazón.