El hombre perdió su dignidad cuando se olvidó de la
espada. El hombre recuperará su dignidad perdida cuando se reencuentre con la espada,
pero no ya en su mano como arma destructora, sino en su interior como energía
canalizadora de la Fuerza, de la Justicia, del Valor, de la Verdad.
El hombre vivió en el pasado unido a la espada. Era el arma por
excelencia. En torno a ella se forjaron leyendas, se proclamaron Reyes, se inmortalizaron
Guerreros.
La espada representaba la energía de quien la usaba, la energía mental y emocional. Como
instrumento iniciático, transmisor de poder, poseía una importancia primordial en la
formación de caballeros, y entre estos, el honor, la lealtad y la dignidad eran conceptos
muy vinculados al espíritu, representados y sintetizados en la espada.
Pero el tiempo, entre otras cosas, borró estos conceptos. El hombre actual ya no se
identifica con la espada, por eso no tiene honor, ni lealtad, ni dignidad.
Pero la espada sigue viva en el interior de cada hombre y de cada
mujer, y es tarea de cada uno descubrir su espada, que sería descubrir su propia y
particular energía, compenetrarse con ella y aprender a utilizarla, porque el uso
correcto de la espada confiere a su portador cualidades superiores, le abre puertas hacia
los misterios de la vida y le introduce en ese nivel de conciencia donde los caballeros de
todas las épocas se reúnen y forman su particular mesa redonda, comprometiéndose una y
otra vez a luchar por la Justicia, por la Verdad y por la Ley de su Señor.
El hombre debe descubrir su espada en su energía sexual, viendo como
sus órganos genitales están dispuestos de forma idéntica a la espada, a su empuñadura,
y dirigiendo su hoja por la columna vertebral hacia el cerebro, hacia el asiento de la
Mente, órgano que debe manejar la espada orientando correctamente su uso para luchar por
los valores positivos de la humanidad, por la fraternidad universal.
La mujer debe descubrir su espada también a través de su energía sexual, representando
asimismo la empuñadura sus órganos genitales internos y dirigiendo su hoja también
hacia el cerebro, hacia la cabeza.
El hombre representaría así el aspecto externo de la Fuerza, mientras
que la mujer el aspecto interno.
Ambos poseen pues la espada del guerrero, la representación espiritual de la espada, el
arma más poderosa que existe, la energía sexual.
Si el guerrero de antaño perdía su espada, o se le rompía,
equivalía a perder su honor y su dignidad.
El hombre moderno debe comprender que su energía sexual es su vínculo con el poder, la
base de su liberación, de su realización plena.
Por eso, desde siempre, todo lo concerniente al sexo fue censurado, prohibido, tachado de
inmoral, pecaminoso, porque detrás del sexo está oculta la energía sexual, que es la
energía de la mente, y su descubrimiento y correcto uso capacitan al hombre para
convertirse en un dios, de la misma forma que los caballeros de antaño eran considerados
como dioses por el pueblo y eran portadores de secretos iniciáticos profundos.
En el principio el Uno creó al hombre, y lo hizo macho y hembra.
El Uno entregó su Espada al hombre, y la dividió en dos, interna y externa.
La Espada interna se la dió a la mujer, con ello la dotó de la Fuerza interna, de la
capacidad de soportar el dolor y la dureza de su supeditación temporal al hombre.
La Espada externa se la dió al hombre, y con ella le aportó la rebeldía, la capacidad
de crear y destruir, la hegemonía temporal de la creación.
Pero la Espada tiene que volver a ser Una, y al igual que ambas partes
se unen para crear la vida, también se deben de fusionar para crear el hombre nuevo, la
nueva criatura que será la suma de ambas cualidades, de ambos polos, de ambas energías.
Cuando la Espada sea de nuevo Una, el hombre-mujer también será Uno con el Uno, y el
círculo se habrá cerrado.
La Espada está hecha de sustancia (metal-Tierra). Se forja con el
Fuego y el Agua. El movimiento correcto se lo otorga el Aire.
La Espada fue clavada por el Uno en la roca -materia- para que el hombre, algún día,
cuando lograse extraerla y elevarla, se convirtiera en Rey.