
En el mismo momento en que tecleo estas letras la prehistoria de algunas
tribus convive con la mentalidad medieval de algunas sociedades, a la vez que ya estamos
hablando de la conquista del espacio. Desde luego es un planeta de contrastes.
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CONTRAPUNTO
TODOS LOS MUNDOS
POR CAROLINA FERNANDEZ
Hace un tiempo recuerdo
que me quedé boba mirando una fotografía publicada en algún medio de comunicación que
ahora no recuerdo. La instantánea recogía el momento en el que una mujer africana, hecha
un saco de piel y huesos era evacuada de un campo de refugiados, en algún lugar del
mundo. Era una de esas imágenes urgentes, rápidísima, un pestañeo fugaz del objetivo
de la cámara. Era el instante justo en que un soldado vestido como para combatir la
guerra de las galaxias, izaba en volandas a la mujer para subirla a un helicóptero ya en
marcha. El movimiento de la escena lo ponían las hierbas aplastadas por la ventolera de
las aspas en movimiento, y las personas que caminaban con el lomo curvado hacia delante,
protegiéndose con los brazos del huracán a punto de despegar. La mujer tenía el
sufrimiento grabado en la cara. Quien la estaba levantando no sé qué cara tendría,
porque tenía la cabeza ensartada en un tremendo casco, de esos que además tienen el
frontal de espejo, de forma que no hay posibilidad de adivinar si lo que hay detrás es
humano o es robocop. Parecía un chupa-chup.
Me gustaría saber qué pensó esa mujer cuando vio bajar del cielo una cosa voladora
que armó un estrépito monumental, provocó la furia del viento y escupió al exterior un
puñado de criaturas de otra especie con una cabeza lisa, brillante y enorme que se
apresuraron a raptarla a ella y otros como ella para meternos en su agujero y llevarselos
volando hacia algún lugar del firmamento. Haría bien en estar aterrorizada. Habría que
explicarle muchas cosas. Demasiadas cosas. Es posible que en realidad el presunto marciano
fuese un casco azul de las Naciones Unidas en misión humanitaria, ganándose el pan a
base de prestar sus servicios en una situación de emergencia internacional. Vamos, que le
estaba haciendo un favor a la mujer en cuestión.
Siempre me pareció alucinante la posibilidad de que en este planeta, bajo el mismo
cielo, convivan tantas formas de vida. Las Edades del hombre no son periodos de tiempo que
se relevan unos a otros, ni se sustiyen ni se superan, sino que conviven todos
simultáneamente. El tiempo no pasa de igual forma para todos. Siempre ha existido una
avanzadilla de personas que sueñan los cambios, los alimentan, los riegan con sangre,
sudor y lágrimas y los hacen germinar. Obligan a la humanidad a avanzar. Abren las
puertas para nuevas posibilidades de futuro, allanan el camino. Pero no quiere decir que
se den por terminadas las etapas anteriores. En el mismo momento en que tecleo estas
letras la prehistoria de algunas tribus convive con la mentalidad medieval de algunas
sociedades, a la vez que estamos ya hablando de la conquista del espacio. Desde luego es
un planeta de contrastes.
El otro día apareció en la prensa un apunte discreto sobre algo que yo consideré un
notición: el decubrimiento en Brasil de una tribu indígena, desconocida hasta ahora, que
jamás de los jamases entró en contacto con el hombre blanco. Son unas doscientas
personas. No se conoce su étnia ni que lengua hablan. El enclave "civilizado"
más cercano es una pequeña aldea de 30 habitantes situada a 21 lilómetros de distancia.
Esta gente lleva probablemente cientos de años protegida del mundo por la espesura de la
selva amazónica, desarrollando durante siglos el mismo tipo de existencia y completamente
ajena a los acontecimientos han traido de cabeza a la humanidad, desde las guerras
púnicas hasta la la bomba atómica. Pues bien: ya están jodidos. El primer encontronazo
lo tuvieron con sus descubridores, funcionarios de la Fundación Nacional del Indio
(Funai) y de otra empresa dedicada a acotar los territorios indígenas, según dicen, para
protegerlos y proteger su aislamiento. Para eso, talan los árboles que se encuentran en
los seis metros que ocupa la línea de demarcación. Los indios oyeron el escándalo de
motosierras y como respuesta prendieron fuego al cuartel general de los funcionarios, que
echando pestes de los nativos de las narices y acabaron siendo rescatados por el
ejército. Harían bien los indígenas en estar aterrorizados. Habría que explicarles
muchas cosas y dar muchos rodeos para llegar a la conclusión de que semejante desastre en
su hábitat natural es -vaya cosa- en realidad por su bien. Habría que contarles cómo es
el ser humano que vive fuera de su selva, y por qué lo primero que hace al descubrirlos
es cercarlos en una reserva.
En cualquier caso el descubrimiento es fascinante. Es una lección de humildad
encontrar un terruño virgen todavía en un planeta tan castigado, y tener la suerte de
toparse con un grupo de personas que conservan la inocencia de la raza humana. Deberíamos
ver en estas cosas que todos los mundos están en este; y todos los grados de evolución,
y todas la eras y todas las civilizaciones. No lo sabemos todo. A lo mejor el deseado
salto al espacio exterior se hace de rogar, esperando a que descubramos los secretos que
todavía encierra esta vieja y conocida Tierra. Y a que se nos cure la prepotencia, de
paso. |