a democracia se está dogmatizando, este viejo y gastado cascarón
socio-político se está pudriendo, y ante ello sólo atisbamos el negro presagio de la
depredación. Nada ante ella y nada también detrás. Y es así porque la imaginamos una
isla, un segmento monolítico y hasta apocalíptico en cuanto se debate en torno a la
posibilidad de introducir cambios en su definida proyección vital, cuando es todo un
cosmos, toda una proyección de nuevas e infinitas posibilidades.
Los partidos políticos no son malos, mala es la mafia, la cosa nostra
que se apodera de ellos. Perdida la vergüenza del compromiso ideológico, sobrevino la
muerte del dogma y se instauró el dogmatismo puro y duro del sistema por el sistema, o
sea el desmadre. Se miente por sistema y el sistema se convierte irremediablemente en una
gran mentira. Y es que se ha dado por buena la mentira sin desmentido, como se ha dado que
aquellos que gobiernen practiquen de la forma más descarada el nepotismo y la corruptela,
utilizando el poder en beneficio de sus propios intereses personales y partidistas. Hoy ya
nadie se sonroja a la hora de aconsejarte "si quieres colocarte hazte el carnet, no
seas tonto". Y ocurre con el gobierno de Madrid y ocurre aún más con los de las
Comunidades, porque la democracia no se ha acercado al pueblo con su costosa instalación,
pero sí se ha hecho más selectivo y brutal el vicio. Pero qué importa, el pueblo se
mosquea cuando va de víctima y calla y se regodea cuando le sopla el viento a su favor,
es así y así nos va. Nos vamos a independizar todos de la solidaridad con los hombres y
pueblos de las demás comunidades o nacionalidades, pero no de nuestro destino.
Hay que votar programas que prometan darle más a quien más lo
necesita, hay que votar a aquellos que no duden en darle prioridad a las prioridades, hay
que demostrarles que la democracia no es un quítate tú para ponerme yo y los míos.
De momento, y para ir manteniendo encendida la lámpara del
mamoneo, el PSOE ha organizado unas primarias para elegir a su padrino y los medios de
comunicación dicen que así es como se revitaliza la democracia. De coña.
Los empresarios, estos piquetes violentos del mercedes y las sibilinas
formas, critican a los sindicatos mientras constituyen los suyos propios, reclaman el
derecho al trabajo pero no incentivan el crecimiento de los puestos de trabajo y a la
menor ocasión amenazan con el cierre patronal. Ponen el grito en el gobierno contra los
piquetes y ellos represalian sin consideración a sus empleados. No se gastan un duro en
depuradoras y controles ecológicos, y van por la vida de víctimas, cuando no son sino
verdugos de lo más sagrado que adorna al hombre: la dignidad y el derecho que ella le
confiere frente a cualquier otro hombre.
A los parados los expulsan de la bolsa los niñatos del
ordenador y la especulación, al grito de parásitos. Mira tú quien tuvo la osadía de
hablar.
En fin, pero eso no deja de ser la lectura negativa, porque lo cierto,
y así trasciende a la opinión pública, es que se ha revitalizado la democracia con la
llegada de José Borrell, y que se ha salvado a Doñana del lodo envenenado.
Eso sí, se pide que se produzcan dimisiones, que se depuren
responsabilidades políticas.
Yo pido que se depuren con depuradoras los vertidos industriales que envenenan nuestros
mares y ríos. Que se vayan de una vez los especuladores y prestamistas. Que se tomen
decisiones y se adopten medidas -y no fotos- cuando se produce la catástrofe. Que los
líderes cuenten menos que las ideas y que sea su gestión quien los defina y valore.
En una palabra, deseo que de verdad se revitalice la democracia pero desde la
responsabilidad, desde el compromiso de todos, desde la imaginación.
Porque el sistema social no se agota en la democracia ni en cualquier otra definición,
sino que es un proyecto que evoluciona avanzando y retrocediendo en sentido proporcional a
la evolución de los hombres y pueblos. El nuestro es hoy por hoy el reflejo de lo que
somos. Que nadie se equivoque: el pueblo, el hombre, no es tonto. Muchas veces, demasiadas
por desgracia, se lo hace, y se deja ir de forma torticera y sibilina bajo la sombra del
prohombre de turno. Y es que estamos como queremos, los partidos nos ofrendan a sus
líderes y las iglesias a sus dioses, un sacrificio que no podemos olvidar que no es
gratuito. Algo han de cobrar a cambio de tan maravilloso pasaporte a la cobarde impunidad.