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EL ARBOL DEL BUHO

POR ELENA G. GOMEZ
LA ERA DE LA COMUNICACION
EL BUHO

 

Hablar desde dentro es como abrir la puerta al soñador que hay en cada uno de nosotros, ese soñador que permanece encarcelado y al que hay que permitirle volar en libertad.

 

Ya son imágenes para el recuerdo las que nos ofrecían aquellos primeros ejecutivos que no tenían ni el más mínimo reparo, -es más siempre pensé que alguno ni siquiera mantenía una conversación real- y se apostaban en cualquier lugar público para lucir su teléfono móvil.

Y es que lo de los móviles es digno de estudio. El otro día una amiga me contó una anécdota. Como antecedente decir que mi amiga es bastante despistadilla. "No te puedes imaginar -me contaba- la vergüenza que pasé. Estaba escuchando en compañía de un cliente las noticias de la televisión, cuando veo que en la entrevista que estaban realizando sonaba un teléfono móvil. Comenté con el cliente lo desagradable que resultaban los dichosos telefonillos que siempre sonaban en el momento más inoportuno. Mientras hablábamos el teléfono no paraba de sonar. Hasta que de pronto, -me dijo estallando en risas- me di cuenta de que el teléfono que sonaba no era el del televisor, sino el mío, que estaba guardado en el bolso y que me había olvidado de desconectar".

Pero es que mi amiga con el móvil tiene historias como para escribir un libro. Os cuento la última porque cuando lea esto seguro que me cuelga...

Hacía unos días que había comprado el teléfono móvil, estaba esperando a que el semáforo se pusiera en verde para cruzar una calle cuando empieza a sonar su teléfono. Se separa discretamente a un lado y saca el aparatito. La sorpresa fue mayúscula cuando se dio cuenta de que en realidad lo que sonaba no era su teléfono móvil, sino la alarma del semáforo que anuncia a los ciegos que está verde y pueden cruzar.

Pero pasemos a cosas más serias. Este fin de siglo nos ha traído a velocidad de vértigo muchos cambios en el terreno de la comunicación...

El fax desterró el miedo y la incertidumbre de no saber si llegarían al destino definitivo esos papeles urgentes e importantes o si, por el contrario, se perderían para siempre en alguna saca del servicio de Correos.

Internet pulverizó las fronteras del espacio y del tiempo.

Los teléfonos móviles -después de la novedad- pasaron a ser la herramienta de trabajo de muchos auténticos currantes.

Y podríamos seguir enumerando los avances tecnológicos que están al servicio del hombre para mejorar la comunicación, pero la realidad es que algo no funciona, porque la enfermedad que sigue padeciendo el hombre, y que es el origen de la mayoría de sus problemas, es precisamente la falta de comunicación.

Y es que una cosa es hablar y otra muy distinta es expresar, decir, comunicar, transmitir. Una cosa es oír y otra es escuchar. El problema no está en los medios de los que ahora mismo dispone el hombre, sino en el mismo hombre que se ha olvidado de lo importante que es comunicarse con los demás.

¿Te has parado alguna vez a observar una reunión de amigos o de familia? Si lo has hecho habrás visto que las personas en realidad no se escuchan. Unos y otros se quitan la palabra. Cada uno quiere que su opinión sea la más importante, la definitiva, la verdadera.

Muy pocas personas han descubierto que escuchar es un arte y un placer que te enseña a conocer a los demás, a descubrir sus inquietudes, a profundizar en su interior y, sobre todo, con el tiempo, a reconocer lo que quieren transmitir y que casi siempre está oculto detrás de las palabras.

Y si escuchar es un arte, compartir y hablar de uno mismo es una necesidad.

Resulta muy fácil hablar del tiempo, o del partido de fútbol, o de lo que hacen otros, pero no es fácil hablar de uno mismo, de los sueños, de las inquietudes, de los temores o de las necesidades. Hablar de lo que se siente o de lo que realmente se piensa.

Hablar desde dentro de uno es la llave mágica que abre la puerta al conocimiento interno.

Haz la prueba, empieza a hablar de ti, hazlo sin miedo, sin que te importe lo que los demás puedan pensar, y un día te sorprenderás cuando empieces a decir cosas sobre ti que nunca habías pensado antes. Es parte de la magia y el misterio con que todo está construido y que sólo los valientes pueden descubrir.

Y es que hablar desde dentro es como abrir la puerta al soñador que hay en cada uno de nosotros, ese soñador que permanece encarcelado y al que hay que permitirle volar en libertad.

 

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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