Y
podríamos seguir enumerando los avances tecnológicos que están al servicio del hombre
para mejorar la comunicación, pero la realidad es que algo no funciona, porque la
enfermedad que sigue padeciendo el hombre, y que es el origen de la mayoría de sus
problemas, es precisamente la falta de comunicación.
Y es que una cosa es hablar y otra muy distinta es
expresar, decir, comunicar, transmitir. Una cosa es oír y otra es escuchar. El problema
no está en los medios de los que ahora mismo dispone el hombre, sino en el mismo hombre
que se ha olvidado de lo importante que es comunicarse con los demás.
¿Te has parado alguna vez a observar una reunión
de amigos o de familia? Si lo has hecho habrás visto que las personas en realidad no se
escuchan. Unos y otros se quitan la palabra. Cada uno quiere que su opinión sea la más
importante, la definitiva, la verdadera.
Muy pocas personas han descubierto que escuchar es
un arte y un placer que te enseña a conocer a los demás, a descubrir sus inquietudes, a
profundizar en su interior y, sobre todo, con el tiempo, a reconocer lo que quieren
transmitir y que casi siempre está oculto detrás de las palabras.
Y si escuchar es un arte, compartir y hablar de uno
mismo es una necesidad.
Resulta muy fácil hablar del tiempo, o del partido
de fútbol, o de lo que hacen otros, pero no es fácil hablar de uno mismo, de los
sueños, de las inquietudes, de los temores o de las necesidades. Hablar de lo que se
siente o de lo que realmente se piensa.
Hablar desde dentro de uno es la llave mágica que
abre la puerta al conocimiento interno.
Haz la prueba, empieza a hablar de ti, hazlo sin
miedo, sin que te importe lo que los demás puedan pensar, y un día te sorprenderás
cuando empieces a decir cosas sobre ti que nunca habías pensado antes. Es parte de la
magia y el misterio con que todo está construido y que sólo los valientes pueden
descubrir.
Y es que hablar desde dentro es como abrir la puerta
al soñador que hay en cada uno de nosotros, ese soñador que permanece encarcelado y al
que hay que permitirle volar en libertad.