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EL ALEPHEL ALEPH

POR JOSE ROMERO SEGUIN

LOS MIL NOMBRES DEL FASCISMO

Tal vez se me tache de paranoico, de antidemócrata, porque afirmo que hoy hay fascistas gobernando este pueblo. Lo estúpido sería pensar que todos ellos fueron enterrados en el Valle de los Caídos.

Cuando la heroica parca asesinó al dictador, todos quisimos creer que el fascismo era Franco. Cuando Hitler acorralado se suicidó, todos gritaron el fascismo era Hitler. Cuando caen los oligarcas que sostienen una dictadura todos gritamos ha muerto el fascismo.

Pero ese grito es una mentira. Un hombre, ni tan siquiera mil, no sostiene por sí solo un régimen de terror y de muerte. Tiene que haber cómplices, millones de cómplices, personas cobardes y ruines que ante la debacle no dudan en internarse llenos de asco entre el clamor y júbilo de los que construyen libertad, y lo hacen escondidos tras sus disfraces de demócratas. Esos son los más peligrosos, ellos son la peor cara del fascismo. Los que emergen son por tanto conocidos y como tales posibles de vencer.

El fascismo no se llamó jamás Franco ni Hitler. El fascismo tiene miles, millones de nombres y de caras, y si es peligroso y nefasto cuando gobierna, no lo es menos cuando confabula, cuando fermenta soterrado en medio de todo proyecto de libertad, en todo intento de hermandad, en todo esfuerzo solidario. El fascismo es la inercia de los malditos a imponer por sistema sus limitaciones físicas e intelectuales a los demás. El fascismo es la tumba eternamente abierta donde los cobardes guardan la historia y la cultura para desenterrarla a la menor oportunidad y levantarla sobre la cabeza de los que ajenos a esa rabia bendicen la vida con su esfuerzo universalista y vital. Contra esos que no rezan a ningún dios pero que están con los que sufren enfermedades, con los que pasan hambre y calamidades, con los que no le encuentran sentido a la soledad, que es una de las peores plagas que nos aquejan. El hombre, todo hombre, debería encontrar sentido a la soledad, debería romper este cascarón de objetos vacíos en que se halla inmerso, y encontrar en ella el universo que en ella habita y donde él puede realizarse, y quien inocula ese germen es el fascismo, porque el fascista es un ser incapaz de enfrentarse consigo mismo y no hace más que intentar construir seres como él, con los que compartir su tiempo tedioso y muerto.

El fascismo odia y combate por sistema al hombre libre, al hombre que aprovecha su singularidad y su diferenciado carácter para construir un futuro mejor, y lo hace con las viejas armas de siempre, aglutinando en pos de una idea que homogeniza la sociedad en torno a unos ideales trasnochados y recalcitrantes. Hoy se habla del hecho diferenciador, que debería llamarse mejor indiferenciador, es decir indiferencia hacia todo lo que venga de fuera, hacia el mestizaje, hacia todo cuanto huela a nuevo.

Los fascistas, hoy como ayer habitan un mundo de rabia y odio a sí mismo y por ende a la raza humana. Un mundo que les permite vivir su fe en la cobardía del que entrega su esencial vital a un proyecto social cerrado, que le protege robándole lo más sagrado que nos adorna y distingue, la libertad y el entendimiento para discernir lo vital de lo necesario, lo justo de lo injusto, que nada tiene que ver con lo legal e ilegal.

Tal vez se me tache de paranoico, de antidemócrata, porque afirmo que hoy hay fascistas gobernando este pueblo. Lo estúpido sería pensar que todos ellos fueron enterrados en el Valle de los Caídos, o que esta maldición es de origen genético, cuando es algo que habita en todos nosotros. Todos tenemos la tentación totalitaria enraizada en nuestro corazón, sin embargo no todos le damos cancha, no todos caemos en la tentación de creer que el establecer un espacio cerrado nos va a salvar de la claustrofobia social que nos aqueja desde los más remotos orígenes, sino que entendemos que con ello no hacemos sino agravar aún más la enfermedad. El fascismo como toda indignidad es susceptible de ser cometida por cualquiera de nosotros. Por ello cuidémonos de creernos los rollos de la bandera, de la patria, de la nación, de la cultura de la lengua, pues eso sólo son amarras que nos impiden viajar por la pluralidad y como tal nos constriñen a un campo de sapientísima y prepotente ignorancia. Fascismo puro y duro es hoy el que se utiliza con tintes morales, para someter al holocausto a los drogodependientes que se pudren en las prisiones, fascismo puro y duro es no ayudar a los que se mueren de hambre, fascismo puro y dura es imponer lenguas que atentan contra el fin primordial de cualquiera de ellas, el de entendernos con el mayor número de seres humanos posible. Si no lo creéis haced uso de la memoria y veréis cuanto egoísmo encierran movimientos de liberación que con el tiempo se han revelado como lo que siempre han sido, movimientos de exclusión con fines solamente económicos. Recordad quiénes han votado todas las leyes más retrógradas que han promulgado los diferentes gobiernos de la democracia, recordad quiénes son los que dicen luchar por la igualdad y crean y acentúan diferencias. La memoria es una buena vacuna contra el fascismo. No te salva, pero sí te advierte que el fascismo es una maldición y no una ideología, y como toda maldición nos persigue sin agotarse en el tiempo ni en las formas.

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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