Revista Fusión

 Subscripción RSS

FUSION también eres tú,  por eso nos interesan tus opiniones,  tus reflexiones y tu colaboración  para construir un  mundo mejor

Recibe nuestras noticias en tu correo

 


 

ESPIRITU LIBERTARIO

JAVIER SADABA
Texto: Mariló Hidalgo

Javier Sádaba

Su droga confesable es la filosofía. Asegura que los valores sólo sirven para que no sirvan -la gente ya no se orienta por ellos-. Si tuviese que buscar a modo de Indiana Jones el santuario del auténtico poder, acudiría directamente al cerebro y al corazón. Le gustaría conquistar a su mujer, aunque también se confiesa amante de lo libertario. En la actualidad su cuerpo y su mente le piden navegar sin rumbo -Internet con algunos "peros", podría servir-.

El filósofo Javier Sádaba ha sabido escapar del santuario catedrático para hablar cotidianamente de lo más sublime.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Javier Sádaba

Pertenece a la generación de los llamados jóvenes filósofos. Es atrevido, polémico, imaginativo y sobre todo de gran espíritu libertario. Este vasco nacido en Portugalete, lleva más de veinte años unido a la enseñanza de la Etica y Filosofía de la Religión como catedrático en la Universidad Autónoma de Madrid. Pero si por algo se caracteriza es por su inconformismo y vitalidad. Asegura que la auténtica revolución está aún por llegar y aunque surgirá desde distintos frentes, la participación de intelectuales y universitarios para generar un cambio, será indispensable. Mientras, él practica con el ejemplo acercando lo más sublime a lo cotidiano, hablando de utopías alcanzables, provocando reflexiones, sugiriendo renovaciones... todo ello a través de libros, artículos o tertulias.
Javier Sádaba quiere demostrar que las cosas no tienen una sola dimensión, no son planas y este análisis lo proyecta a distintas ramas del saber para que al final podamos acceder a una visión distinta de los problemas cotidianos que todos vivimos.
-¿Cómo se ve el mundo desde esa visión tan crítica que siempre te acompaña?
-Tengo dos visiones del mundo. Desde una perspectiva general veo al mundo con escepticismo, melancolía y pesimismo. Me siento bastante arrojado a este mundo, un mundo que además es mudo, hostil. Dudo mucho que algo me pueda salvar de esta visión. Desde una perspectiva más concreta, observando lo que me ha tocado vivir, lo veo como algo extrañamente contradictorio. Por un lado hay un mundo cruel, donde existiendo -como nunca han existido- posibilidades para vivir bien, se vive muy mal -la mayor parte de la humanidad está en situación de pobreza-, y por otro lado existe una pequeña luz, una pequeña lamparita que podría convertirse en un foco potente que llegue a liberar importantes energías.
-Comentas en uno de tus últimos libros que el mejor retrato de la pobreza es el hambre. Hoy existen más de 5.600 millones de personas que no tienen nada que llevarse a la boca y mientras nosotros estamos construyendo una nueva Europa que parece estar ajena a esta realidad. ¿Qué está ocurriendo?
-Se está construyendo la Europa de los mercaderes. La está construyendo el Banco Alemán con muchas diferencias, divisiones, donde los más pobres están en el último lugar. Se están utilizando los ejércitos o medios como la OTAN, donde prima lo militar y el dinero. Es una especie de integrismo del dinero que lo rige todo. Esta Europa que se está construyendo es post-capitalista en su peor sentido. Caótica, donde el capital volante tiene el poder. A mí esta Europa no me interesa, y además no tiene nada que ver con la auténtica: una Europa viva, de los pueblos, democrática.... Esta Europa aún está por hacer.
-Recuerdo cuando el Príncipe Valiente soñaba con la ciudad de Camelot y luego comprobó que no se trataba de un sueño, sino de una realidad. ¿Cómo construirías tú esa nueva Europa?
-Europa tiene que ser una gran conversación, donde todos los ciudadanos podamos elegir nuestro destino, donde cada zona -por pequeña que sea- sea tenida en cuenta por el conjunto, donde de verdad se haga un Parlamento Europeo y no uno obediente al dictado de los que mandan económicamente.
-Pero todo va a gran velocidad. En poco tiempo la Unión Económica y Monetaria, la moneda única, será una realidad. ¿Ante esto qué puede hacer o decir el ciudadano de a pie?

-Se entró en Europa con el típico complejo de inferioridad español. Si hubiera hecho falta entrar atado de pies y manos, hubiese dado igual, lo importante en aquel momento para ellos era entrar. Pero aquí existe una responsabilidad muy especial que quiero señalar. Me estoy refiriendo a la responsabilidad de intelectuales y universitarios. Si hay que construir una Europa cultural hay que empezar por hacer uso de la voz y denunciar todos aquellos mecanismos inertes, debatir qué Europa se quiere y poner energía en ello. Este sería el primer paso para empezar a construir la Europa que al menos a mí me interesa. Hasta ahora nos han dado sólo migajas, como la idea de la Universidad Europea que no pinta nada, las becas Erasmus que son minoritarias, etc. Habría que reaccionar ante esto como lo ha hecho el intelectual Günter Grass.
-¿Piensas entonces que los intelectuales están dormidos?
-En varios puntos. Fue una pena que la guerra civil terminase con la mejor raza de intelectuales que hayamos tenido en España. Aquí o se mataron o se exiliaron. Después llegó la noche oscura y negra del franquismo y ahora ha ocurrido un fenómeno muy curioso y es que en España todos se han convertido en intelectuales. Somos el país con más intelectuales por metro cuadrado del mundo, lo que quiere decir que no hay tantos. Aquí se han dado muchos intelectuales de pesebre, orgánicos en el peor sentido. Afortunadamente también existen los independientes aunque con poca capacidad para llegar a la opinión pública. A pesar de que soy muy optimista y reconozco que existen más intelectuales que se han comprometido de forma independiente -que es la única manera en la que puede comprometerse un intelectual-, por desgracia no son muchos los que actualmente están defendiendo los derechos de los débiles.
-Continuamente analizas y reflexionas sobre acontecimientos que se viven en nuestro país. En estos momentos, ¿qué radiografía harías de nuestra democracia?
-Creo que la democracia española tiene una serie de defectos estructurales de fondo que podría resumir en lo siguiente. Por un lado la mala actuación de los partidos políticos que están hasta en la sopa y son el fruto de la transición. Se les ha dado todo y al final se piensan que esto es un cortijo. Habría que exigir democracia interna dentro de los partidos, cambios en la ley electoral, en la financiación de los partidos y una pedagogía de lo que es realmente la vida política. No hay que olvidar que en España carecemos de hábitos democráticos, cuestión que no viene de ahora y no afecta sólo a los partidos políticos sino a toda la sociedad. Y si no hay democracia no puede haber tolerancia en la palabra, capacidad de lucha, etc., cosa que tendría que preocupar a las instancias políticas, movimientos sociales, y por supuesto a los movimientos intelectuales. La cuestión no es hablar, sino poder hablar todos... Por otra parte veo a un pueblo fresco, con muchas reservas en las catacumbas, con gran tradición libertaria y anárquica que aún debe dar sus frutos.
-Tú que te expresas a través de distintas tribunas: universidad, libros, tertulias, prensa diaria. ¿Crees que, como advierten algunos medios, está en peligro la libertad de expresión en estos momentos?
-Creo que no y eso que no tengo ninguna simpatía al PP -se me nota enseguida-. Lo hizo tan rematadamente mal el PSOE que en aspectos no han superado en maldad a lo que ahora se está haciendo. Es cierto que la burrez o brutalidad quitando y poniendo puestos por parte del actual gobierno, puede llamar la atención pero te aseguro que no es distinto a lo que se hizo hace tiempo. Desde mi pequeño campo de expresión que es el periódico El Mundo -que dicho sea de paso no me apetece nada verlo al lado del PP- debo denunciar la cantidad de tortazos respecto a la libertad de expresión que sufrimos durante el mandato del PSOE.
- Ultimamente se habla mucho de los nacionalismos, incluso con cierto temor. ¿Crees que si no fuera por los nacionalismos, los derechos de las minorías no serían contemplados?
- Según el sociólogo E. Gellner, el nacionalismo se basa en un principio simple según el cual la política es una consecuencia lógica de la nación. Se ha hablado tanto de esto en los últimos tiempos que produce casi mareo. Yo primero distinguiría bien entre los derechos de los pueblos y el nacionalismo. El pueblo vasco, por ejemplo, tiene perfecto derecho a la autodeterminación, vamos, el pueblo vasco o el que sea, como si es Carabanchel. Creo que en este mundo nadie está tocado de una varita mágica para tener Estado y excluir a los demás de esta oportunidad. Otra cosa distinta es cuando el nacionalismo se convierte en cajón de frustraciones por el fracaso de partidos políticos, de expectativas, de avances... Eso suele ser la parte más deficitaria de los nacionalismos.
-Otro tema siempre polémico -recientemente saltó a primera plana de periódicos y revistas a raíz de unas encuestas- es el sexo. ¿Por qué es objeto de tanta encuesta? ¿por qué ha recibido siempre tantos intentos de manipulación?
-No me creo para nada las encuestas que hablan del tema. La gente dice la verdad en aquello que no le importa y curiosamente el sexo es algo que importa a todos, y el que diga que no, miente. Importa tanto porque es una cuestión enormemente privada, íntima y ten en cuenta que la gente no ofrece tan fácilmente su intimidad. El sexo simboliza de manera muy particular la actitud última que uno tiene ante la vida. Además es un poder inmenso, lo puso de manifiesto Freud. Hay dos cosas que mueven el mundo: una es el sexo, de ahí su capacidad de manipulación, de venta, de poder. Foucault dijo ¿cómo ha dominado la Iglesia a través del tiempo? Por encima de todo, dominando el sexo, cuarteando el cuerpo, diciendo qué es bueno o malo. En sociedades libres como era Grecia, el sexo tenía una importancia exclusivamente derivada del uso. Tenía un valor profiláctico, no tenían grandes discursos al respecto.
-Ultimamente, el concepto filosófico caos se aplica a todo: ciencia, economía, sociedad. ¿Por qué?
-Caos tiene un sentido que no es el que se le da normalmente. Tiene su origen en los griegos y para ellos significaba apertura, bostezo, es comenzar algo... Demostraron que el mundo empieza por caos, es lo que todavía no está hecho pero avanza hacia la construcción de algo. La idea de caos no es en absoluto mala, es la que está grabada en la mitología griega y también en la física moderna. El caos de la física tiene un sentido de cambio continuo que pronto puede llegar al orden, pero que no tiene connotaciones negativas sino renovadoras. En otro sentido a veces se entiende caos como el desorden, ese dicho de "a río revuelto ganancia de pescadores". Yo creo que el capitalismo último, el post-industrial, el que tenemos ahora, es caos en este segundo sentido. Crea miedo en la mente, inseguridad desde una posición de dominio, abusando de informaciones privilegiadas que el resto desconoce, creando un mundo donde todo vale.
-¿Qué crees que aporta el mirar la vida con los ojos puestos en el futuro?
-Como decía Nieztsche, lo peor que te puede ocurrir es no saber vivir con tu tiempo. Mirar sólo al futuro está mal porque no consideras pasado y presente. Una persona que sea viva tiene que jugar con los tres tiempos. No se trata de vivir sólo en el futuro sino tener proyectos, expectativas, pisando el presente y no olvidando el pasado. Se trata de ver un futuro integrado en lo que uno está viviendo. El animal humano es un animal de expectativas, y quitarle esto es volverle loco.
-¿Tu futuro está lleno de utopías?
-La utopía ha producido muchos males cuando se ha hecho de manera dogmática. Se ha querido imponer una idea de futuro como si estuviera clarísima, cuando precisamente es algo que no existe porque lo vamos construyendo nosotros. Pero sí existe un sentido de utopía que quiero señalar. En el fondo la moral es eso, ir proponiendo ideales, cosas que no se pueden conseguir y pensar que hay siempre algo que nos falta. Yo creo que en la vida hay que ser bastante utópicos.
-En las puertas del siglo XXI se habla de revolución y se habla del papel de la mujer. ¿Cómo ves tú esa revolución?
-Revolución es un concepto de astronomía... a mí me gusta más la palabra rebelión. Las que vayan a venir lo harán desde diversos puntos. Uno de los defectos pasados es pensar que existe una sola revolución o un grupo, clase social o sujeto revolucionario. Yo creo que esa revolución vendrá desde puntos muy distintos y entre ellos un papel fundamental -no el más importante- lo tendrá la mujer. También creo que una de las mayores habilidades que debe de tener cualquier tipo de movimiento transformador femenino es no exclusivizar y unirse a otro tipo de movimientos.  

   

   
INDICE:   Editorial Nacional, Internacional, Entrevistas, Reportajes, Actualidad
SERVICIOS:   Suscríbete, Suscripción RSS
ESCRÍBENOS:   Publicidad, Contacta con nosotros
CONOCE FUSION:   Qué es FUSION, Han pasado por FUSION, Quince años de andadura

 
Revista Fusión.
I  Aviso Legal  I  Política de privacidad 
Última revisión: abril 07, 2011. 
FA