Había viajado por
todos los rincones del planeta buscando una respuesta a la pregunta que una y otra vez
acudía a su mente. Después de haber visto tantas cosas llegó a una conclusión: el
hombre necesitaba un nuevo mensajero que le hiciera recordar...Recordar al hombre que
el único modo que tiene para salir de la dualidad en la que vive prisionero no es escoger
uno de sus extremos, sino trascender sus consecuencias.
Recordar que el hombre es un guerrero y que tiene que luchar contra la tiranía, la
esclavitud, la desigualdad, y contra todos aquellos que se oponen a la evolución.
Recordar al hombre que tiene que ser uno con todos y con todo y que para ello necesita
amar y respetar la vida en todas sus manifestaciones.
Recordar al hombre que nunca debe detenerse, porque el movimiento es sinónimo de vida,
y la vida es realización.
Recordar al hombre que nadie le posee, nadie le controla y a nadie pertenece, porque el
hombre es una idea, una maravillosa idea ilimitada e infinita.
Recordar al hombre que tiene que unirse a su madre, la tierra, aprendiendo de ella el
amor, ese dar sin pedir nada a cambio.
Recordar al hombre que es libre, libre para imaginar, para soñar, para crear lo aún
no creado.
Recordar al hombre que no está solo. Que es una chispa que salió de una gran hoguera
para iniciar un ciclo de experiencias y aprendizajes pero que un día a ella volverá.
En el cielo una luz brillante cada vez más próxima le avisaba de que el tiempo que le
habían prestado estaba a punto de concluir y que pronto llegarían a recogerle.
Había viajado por todos los rincones del planeta buscando una respuesta: después de
2000 años ¿Qué habían hecho de su mensaje?