Después de haber roto unas
cuantas hojas porque ninguna de las cosas que había empezado a escribir me convencían,
me di cuenta de que en realidad no tenía la más mínima intención de contaros una
historia sino de hablar desde dentro, desde mí... A menudo las personas hablamos de lo
que opinamos sobre tal o cual tema o sobre lo que hacen los demás, pero en muy pocas
ocasiones acostumbramos a compartir lo que realmente vive dentro de nosotros, aún cuando
en realidad es lo que realmente nos sirve.
Creo que la vida es como subir a una montaña, y de la misma forma que en la montaña
uno elige hasta dónde quiere llegar, en la vida todas las oportunidades que uno necesita
se van poniendo delante para que cada uno decida si las toma o las deja.
Las oportunidades llaman a la puerta de la vida algo así como lo hace el despertador
cada mañana. Hay quien da media vuelta y sigue durmiendo, y quien decide escuchar las
llamadas y no dejarlas escapar. Pero, en cualquier caso, es cada uno el que decide.
Yo si de algo me siento orgullosa es de mi forma de vida. ¿Por qué? Sencillamente
porque vivo como quiero vivir, donde quiero y con quienes quiero hacerlo, y para ello he
tenido que dejar a un lado todas las normas establecidas y romper muchos tabúes sobre lo
que es bueno, sobre lo que está bien visto, y todo por ser fiel a mí misma.
Creo que en cada uno de nosotros hay un Juan Salvador Gaviota, un ser que no quiere
quedarse en la inercia, que necesita volar más alto, arriesgarse aunque corra peligro de
equivocarse.
El precio puede, aparentemente, ser un poco
caro: la incomprensión de los que te rodean, las críticas de quien no entiende tu forma
de vida, el desprecio de quien en el fondo te envidia, pero al final está la recompensa:
vivir lo que cada uno quiere vivir. |
Creo que dentro de cada uno
de nosotros está la fuerza. Hay quien no la ha descubierto y piensa que es débil, que no
puede hacer las cosas, que necesita que los demás las hagan por él. Es mentira. En cada
uno de nosotros está todo lo que necesitamos para hacer de nuestra vida algo que tenga
sentido. No creo en las limitaciones impuestas por aquellos que se creen más
poderosos, más sabios, más perfectos, sencillamente porque nadie es superior a nadie.
Creo en la gente agradecida. No me refiero a los educados que se pasan el día dando
gracias por todo, sino a los que saben apreciar todas las cosas de la vida y valoran lo
que tienen.
Creo y admiro a las personas que son capaces de hacer una flor con el envoltorio de un
caramelo, porque saben que no necesitan del dinero para crear belleza.
Creo que todos los problemas que tenemos son consecuencia de creernos el ombligo del
mundo, y cuando levantas la cabeza y empiezas a mirar a tu alrededor, empiezas a descubrir
que en realidad no eres tan importante, ni tan imprescindible, ni lo único. Entonces los
problemas desaparecen, los miedos, las inseguridades, las limitaciones, etc. se esfuman,
simplemente porque en realidad son fantasmas que no existen.
A mí me gusta subir a la montaña, escalar por sus empinadas rocas, abrir nuevos
caminos, vencer el cansancio, las dificultades. Superar esos momentos en los que piensas
que ya no puedes continuar. Llegar a la cima y descubrir que salvaste los pasos que
parecían imposibles, que superaste el cansancio, que, en una palabra, venciste.
¿Por qué me gusta? Tal vez porque en la montaña cada uno
está solo ante sí, ante sus limitaciones, ante sus dificultades. Nadie tiene la culpa de
si te cansas o si tienes miedo. Y vencer es vencerse a uno mismo. Cada pico conquistado es
una conquista personal. La vida es como subir una montaña. |