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Hemos
sido educados en la luz y nos han enseñado a temer a la oscuridad.
Nuestros sentidos se han desarrollado por el contacto con el exterior, y
el exterior es luminoso.
Hemos nacido dentro del orden y no sabemos vivir sin él,
pero el orden que se manifiesta y que necesitamos es una
creación temporal de todo lo que nos rodea, algo que por
cotidiano se nos vuelve lógico, pero que en realidad es
absurdo, incompleto y lleno de fallos.
El hombre es una criatura perfecta que funciona con la
mínima parte de su capacidad. El resto aún no está
despierto, aún no se activó. Pertenece al interior
oscuro.
Una parte del camino evolutivo del hombre se recorre
dentro de las fronteras de lo conocido, dentro del orden
establecido.
Pero un día el hombre descubre que todo ello no le dice
nada, que algo le llama más allá de la frontera, que lo
prohibido se vuelve atractivo y que las leyes, las
reglas, las normas que hasta ese momento regían su vida,
ya no tienen poder sobre él. Desea más, ir más allá.
Entonces se encuentra en la frontera entre la luz y la
oscuridad. Para poder penetrar en ese más allá
misterioso y prohibido tiene que introducirse en la
oscuridad y descubrir su misterio, su secreto tan bien
guardado durante siglos y siglos de existencia.
Siempre le habían dicho que oscuridad y mal eran lo
mismo.
Siempre le habían enseñado a tener miedo a los
habitantes de ese mundo tenebroso, a sus misterios, a sus
dioses.
Pero algo le dice que no es así, que más allá de la
luz está precisamente lo que creó la luz, porque la
luz, lo externo siempre es manifestación de lo interno.
Luchando contra todo lo establecido se aventura a
traspasar la frontera entre la luz y la oscuridad,
buscando su origen, el sentido último de su existencia
que enlaza con el principio, su principio, su origen.
Poco a poco se va acostumbrando al silencio donde antes
había ruido, a lo sintético donde antes había
multitud, a lo práctico donde antes había teoría, a la
lógica donde antes había razonamiento.
El mundo de la oscuridad es frío, frío y lógico. Los
sentimientos no existen porque han sido sustituidos por
el amor puro, que no es otra cosa que la razón clara y
fría.
Su comprensión de la unidad se extiende y le compenetra
en un mundo donde la separatividad, el egoísmo y el
individualismo no existen.
El amor al prójimo deja de ser un objetivo para
convertirse en una razón lógica de existir, en un estar
unidos para realizar juntos el proyecto, que no es otra
cosa que el plan del Creador.
La existencia en el mundo mas allá de la luz está
impregnada de la presencia del Poder, que como energía
emanada del UNO, del Creador, compenetra toda la vida y
le da sentido.
No existe el mundo tenebroso, maligno y diabólico tan
temido y tan anunciado por los que rigen los destinos de
la humanidad.
El mal que el hombre conoce es fruto de su propia mente, de su propia
ignorancia, de su egoísmo.
Ve con claridad cómo durante siglos la humanidad fue
engañada, amenazada con un mundo de oscuridad y con sus
habitantes, tal vez para que nadie pensara que podía
haber otras posibilidades y de esa forma los poderosos,
siempre los mismos, mantuvieran su hegemonía.
Comprende la gran mentira creada para mantener sometido
al hombre y experimenta un profundo sentimiento de
liberación, una apertura mental que le transporta como
si fuera una pluma a otros niveles de existencia, a otros
conceptos de vida, y, sobre todo, a la fusión e
integración cada vez mayor con el UNO y su proyecto.
Entonces ve con claridad que el mundo externo, donde
nacen, viven y mueren los hombres, es tan sólo una
proyección deformada del mundo interno o reino de la
oscuridad, y que ambos son a su vez las dos
manifestaciones del Uno, dos corrientes de energía que se
complementan y que son indispensables para la creación.
Pero detrás de ambos, más allá de todo lo imaginado,
está la Fortaleza, el Templo Sagrado del Uno, el lugar
donde nace el tiempo y las energías cobran vida.
Pero, de momento, el caminante que regresa a su origen
tiene que conformarse con la sensación de su cercana
presencia.
Aún no está preparado para soportar su vibración. |
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