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CONTRAPUNTO

POR CAROLINA FERNANDEZ

MORIR DE BALDE

Qué historias más retorcidas. Resulta que hay una guerrilla allá por Uganda, que es un país que existe, a pesar de que para la mayoría de los habitantes de países 'civilizados' sea como decir el culo del mundo. Esa guerrilla se hace llamar Ejército de Resistencia del Señor, y aparte de la desgracia de ser una guerrilla, resulta que encima es ultracatólica, es decir, que si ya normalmente se utiliza el nombre de dios para hacer lo que a tales o cuales jerarquías les sale de sus partes santas, pues estos, lo mismo, pero con sangre de verdad, que impresiona más que la sangre en estadística.
CONTRAPUNTOAl tema. Este Ejército de Resistencia del Señor ha sido denunciado por Amnistía Internacional porque se ha dedicado a secuestrar niños, unos 8.000, y los ha obligado a convertirse "por los medios más brutales imaginables", dice el recorte, en soldados y esclavos en el norte de Uganda. Llamo la atención sobre la cifra, 8.000, porque estamos muy hartos de escuchar números y números, 8.000, tan hartos que tanta cifra nos ha inmunizado. 8.000 niños son 8.000 padres, 8.000 madres, 8.000 partos, 8.000 familias, 8.000 posibilidades de futuro. Es un número considerable. Con todo, 8.000 niños no merecen más de tres cuartos de columna de periódico. Un alarde de generosidad.
Al tema. Hay un visionario, un tal Joseph Kony, que está al frente de este cotarro y que dice que recibe órdenes de dios. No es el único, desde luego. El Papa también recibe órdenes de dios. Estamos acostumbrados a que la gente explique sus cosas diciendo que recibe órdenes de dios. Pero eso no quiere decir nada. Los esquizofrénicos oyen voces dentro de su cabeza. También pueden decir que es dios, pero eso no implica que necesariamente vayan a tener razón. Cada uno dice y hace lo que le parece. De esa verdad universal se derivan, entre otras cosas, las guerras santas, que son una cosa muy habitual en la historia, y que siempre ponen a dios de generalísimo.
Pero vamos al tema. Este tipo, Kony, además de recibir órdenes de dios, las recibe de Jartum, capital de Sudán, vecino de Uganda, donde se ha montado un follón entre el gobierno islamista y las guerrillas cristianas -entre fanáticos anda el juego- que es, al fin, lo que les está jodiendo la vida a estos 8.000 rapaces. Les obligan, por ejemplo, a asesinar a otros niños. Es un ritual un tanto curioso que tiene como objetivo familiarizarles con esto del matarile, quitarle hierro al tema, vamos. Cuenta el recorte que en agosto del 96, tres recibieron la orden de matar a un cuarto con un hachazo cada uno. Simplemente entrenamiento, como quien hace footing.
Pues esa gente existe, y esas cosas pasan.
Vivir en esta parte del mundo adormece la conciencia. Aún con nuestros más y nuestros menos, el mango de la sartén lo tenemos nosotros, me refiero a occidente, me refiero a los que, mejor o peor, comemos todos los días, me refiero a los que no vivimos aterrorizados todos los días, me refiero a los que no tenemos que huir todos los días. Tanto estado de bienestar está resultando ser una estupenda encerrona, porque nos hace vivir alejados del mundo, de una realidad que es mucho más dura de lo que desde aquí estaríamos siquiera dispuestos a admitir. Hay lugares en este bendito planeta en los que la vida vale menos que una cagada de mosca. En Argelia, por ejemplo, irse a dormir, a la cama por la noche, ese ritual tan familiar y tan rutinario, debe ser una aventura en toda regla. Una interrogación. Uno sabe cómo se acuesta pero no sabe cómo se levanta. Antes de cerrar los ojos se comprueba que los pies están en su sitio, la lengua guardada en la boca, las tripas recogidas en sus cavidades correspondientes, la cabeza pegada al cuerpo, siguiendo el cánon clásico. Tal que así, con todito en su sitio, uno se va a la piltra y procura descansar. Por la mañana, antes siquiera de tratar de mover un dedo gordo, hay que hacer un repaso mental de las partes del cuerpo y de su ubicación habitual, por si acaso durante la noche hubiesen cambiado de sitio o algún tarado las hubiese esparcido por la estancia a machetazo limpio. Un tajo en la garganta, otro en las tripas. Y así se suman los muertos. Aparecen en la prensa cincuenta, sesenta, noventa. Y tan anchos, porque por los moros, que todos esos son moros, para qué se va a mover un dedo. En fin.
La gente -y cada uno sabrá la parte que le toca- se pirra por ver las fotos de una lady de cuyo nombre ya tengo verdaderas ganas de olvidarme, agonizando entre los hierros de un cochazo, y cuanto más destrozada, mejor, cuanto más de cerca, mejor, cuanto más ensangrentada, mejor. Esta señora no podía imaginarse que por su estela iba a correr semejante chorreo de dólares. Hasta hay a la venta un CD con la ceremonia completa de su funeral. Hay que joderse. Otros muertos, aunque se apilen por miles, provocan apenas un pestañeo al leer la prensa. Son esos que decía antes, esos cuya vida vale lo mismo que una cagada de mosca.
Hemos perdido la vergüenza. Que Dios nos pille confesados.

 

 

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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