iente
el teatro. Lo percibe, lo respira, lo saborea, y luego vuelca lo
aprendido en obras como Wulf, un trabajo sorprendente que ha merecido el
apoyo de la crítica y un prestigioso premio, el de Textos Teatrales
Alejandro Casona 2005.
En cualquier caso, es sólo una muesca más en el currículo de este
allerano hiperactivo, nacido en Caborana en 1963. Es licenciado en
Historia y se le incluye en la llamada segunda generación del "Surdimento".
Ha probado casi todos los géneros, a todos les ha aportado y de todos ha
aprendido, con especial énfasis en el teatro. Su experimentación incluye
una incursión en el panorama musical de la mano del grupo de rock
Güestia, el mismo nombre con el que bautizó el grupo de teatro
experimental en el que trabajó con Xuan Bello. Ha ganado dos veces el
premio Xosefa Xovellanos y sus libros han sido traducidos al inglés,
francés y portugués. Habitualmente se le puede encontrar en las páginas
de La Nueva España y de Les Noticies.
-Adolfo
Camilo y el teatro, una pasión de toda la vida.
-Es algo que llevo en las venas. Soy absolutamente adicto a la
escena y a todo lo que gira alrededor de ella, bien como actor o como
director. Si desde muy pequeños muchos empiezan en el plano literario
haciendo poesía y luego se saltan a otros soportes de mayor envergadura
técnica, como cuentos, novelas, yo empecé haciendo teatro.
"La
obligación del teatro es ser el eterno Pepito Grillo de
todas las demás artes, porque las contiene a todas" |
-¿Qué
significa para ti este nuevo premio por tus textos teatrales?
-Este premio para mí es muy querido por dos motivos. Primero por la
referencia de Alejandro Casona. En mi trayectoria teatral me tocó
representarlo y estudiarlo muy a fondo, y para mí es uno de los nombres
a tener, a mantener y a reivindicar. Quizás sea de los pocos nombres del
teatro del primer tercio del siglo pasado. Posiblemente él y Lorca, son
los dos que mejor aguantan la modernidad.
En segundo lugar, habitualmente me dedicó más a la literatura en
asturiano y en este caso utilizo el castellano para tratar de compartir
una serie de emociones, de sentimientos con el potencial lector, y sobre
todo, con el potencial espectador. Por esos dos motivos es un premio muy
especial. No deja de ser una buena vitamina para encarar una nueva obra.
-El libro
se titula "Wulf", Lobo. ¿Por qué lo tomas prestado del alemán?
-Aquí hay una serie de guiños. Por una parte está mi nombre; el
étimo de Adolfo es lobo noble. El título Wulf es una palabra alemana,
teutona y las distintas escenas de la obra van encabezadas con poemas de
una serie de autores alemanes que me gustan especialmente.
En el libro, hay un determinado sistema de valores que de repente en
1989, con la caída del muro de Berlín, se rompe. El personaje inicia su
aventura personal, la constatación de ese fracaso, en el Berlín previo a
la caída del muro. Es alguien que nos va a contar una historia casi
fantástica, un viaje de carácter iniciatico que le lleva a romper con
todo.
-¿La obra
es una especie de juego dentro del espacio-tiempo?
-El referente cinematográfico, más que teatral en este caso, podrían
ser narraciones tipo Pulp Fiction, en las que el amor y la violencia
están muy presentes. Es un poco la variante posmoderna del Eros y
Tanatos clásico. Hay muchos saltos en el tiempo y lo que se pretende es
que al final el lector o el espectador, compongan su obra. En ese
sentido es también una propuesta muy interactiva con el espectador.
-Desde tu
experiencia en diferentes campos literarios ¿desde dónde partes a la
hora de confeccionar tus obras?
-Yo parto de una idea para todo lo que hago, sea narrativa, teatro,
o incluso ensayo: trato de entretener, ésa es la clave fundamental. No
trato de cambiar ninguna existencia, o de resolver la vida de nadie. Si
lo que pones encima de la mesa contribuye a que el lector, o el
espectador, modifique un segundo de su existencia, pues bienvenido sea.
Por lo tanto, todas las claves técnicas y estilísticas que introduzcamos
en el texto tratarán de captar la atención. Y si se puede instruir
deleitando, como decían los clásicos, mejor que mejor.
-Por
mucha promoción que se le dé al teatro parece que sigue siendo un género
para minorías.
-El teatro nunca fue para mayorías, es una imposibilidad técnica y
física, por la propia sustancia del teatro. Nunca entenderé muy bien por
qué en un momento dado, se empezó a generar esa idea de la permanente
crisis del teatro, que aparentemente no crecía. Yo me pregunto ¿no
crecía en relación a qué? Un espectáculo teatral no es un concierto de
rock, ni es una emisión televisiva. Es lo que es, y está condicionado
por un factor puramente espacial y técnico. Se podrían hacer
representaciones incluso para dos mil o tres mil personas, exagerando
ya, pero si metes muchas más, el hecho íntimo de lo teatral se pierde
por completo. Por lo tanto, la crisis del teatro no está ahí, no es un
problema de crecimiento. De haber crisis está mucho más en los códigos
vinculados a lo teatral, en una cierta paralización de los mismos, un
conservadurismo brutal en lo que son, no tanto los mensajes como las
propias formas de lo teatral.
"El teatro nunca fue para
mayorías, es una imposibilidad técnica y física, por la propia sustancia
del teatro. Un espectáculo teatral no es un concierto de rock, ni es una
emisión televisiva. Es lo que es"
-El
teatro vive entonces condicionado por los espacios.
-Durante mucho tiempo el texto, o los elementos gestuales vinculados
a lo teatral, fueron condicionando los espacios. Eso fue así hasta un
momento, en el que de repente se dio la vuelta a la tortilla, y fueron
los espacios los que empezaron a condicionar al componente puramente
teatral. El teatro se ha basado en la propuesta inicial griega, matizada
por los romanos. En todo ese periodo no se movió prácticamente el
lenguaje teatral, y eso sí es un problema. Es ese teatro a la italiana,
el que más nos está condicionando ahora. Todo va a un escenario para
tener enfrente a un público pasivo. Una de las reacciones que tuvo
precisamente el surrealismo en los años veinte y treinta era
precisamente romper esa famosa cuarta pared, salirse de esos patios de
butacas, romper esa estructura. Es una cuestión bastante compleja y
bastante delicada, incluso físicamente en estos momentos.
-¿Es el
teatro la madre de todas las artes?
-La obligación del teatro es ser el eterno Pepito Grillo de todas
las demás artes, porque las contiene a todas. En el teatro entran
componentes musicales, plásticos, literarios y todo lo que quieras
añadir. Siempre fue la partera mayor de otros elementos que tenían otros
soportes técnicos mucho más eficaces y que son los que acabaron
triunfando. El lenguaje televisivo evoluciona a partir del teatro, el
cine igual. Son las dos grandes formulaciones que emanando del teatro,
triunfan. Y eso es porque tienen soportes que facilitan ese triunfo, sin
embargo las dos beben de ese teatro seminal.
"Cuando hablamos del teatro en Asturias no nos estamos
refiriendo sólo a un género, sino también a un sector
económico" |
-Las
distintas administraciones están haciendo un esfuerzo por recuperar
antiguos cines con fines culturales.
-Yo no creo que debamos rompernos los cuernos por recuperar muchos
cines y sí recuperar espacios que permitan hacer otro tipo de teatro.
Creo que es un dispendio, cuando es mucho más barato y más operativo
generar espacios pensando en clave teatral, lugares en los que hoy
puedes hacer teatro a la italiana y mañana teatro central, sin escenario
o sin techo. Que el espacio no nos condicione.
-¿Cuál es,
según tu apreciación, la situación del teatro en Asturias?
-Se echa en falta mejor y mayor apoyo. Evidentemente hablamos de
dinero siempre, y si se distribuyese de mejor manera sería más
operativo.
Hay que tener en cuenta que cuando hablamos del teatro en Asturias no
nos estamos refiriendo sólo a un género, sino también a un sector
económico. En Asturias hay treinta compañías de teatro profesional, más
de las que tiene toda Castilla-León. Aparte de los profesionales,
tenemos un sector aficionado impresionante, que es una cantera natural
para el otro. Hay unas cincuenta compañías de teatro aficionado. Ochenta
en total, entre unas y otras. El teatro en estos momentos da de comer
directamente a unas 500 personas, con unas facturaciones anuales que
superan los 20 millones de euros. Eso merecería la atención de Cultura y
también de aquellas instancias administrativas responsables del
desarrollo económico de cada lugar.
-¿Se echa en
falta la inversión privada? ¿No se arriesga a invertir en teatro?
-Lo cierto es que sí existe un circuito público que funciona
bastante bien, lo que falta es un circuito privado que constituya una
alternativa. Aquí, las empresas privadas quedan reducidas a las propias
compañías teatrales; el contratante fundamental es la administración
autonómica y después los ayuntamientos. Esto debería corregirse, porque
estaríamos hablando de una industria cultural y de un nuevo yacimiento
de empleo a considerar. Evidentemente, tengo una visión optimista del
teatro y su futuro. ∆