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SUPLEMENTO ASTURIAS  -  MAYO 2006

MUJER ASTUR

Belén del Valle


BELEN DEL VALLE
 Teniente Fiscal del Principado de Asturias

De niña nunca se imaginó vistiendo una toga pero la vida le ha llevado a ser la primera mujer fiscal de España. Ahora esta asturiana estrena un nuevo cargo, el de Teniente Fiscal del Principado.
También aquí es la primera mujer.

Texto y foto: Isabel Muñiz

"Aquí la puerta está abierta para todos"

En poco tiempo Belén del Valle ha recibido varias satisfacciones. El pasado mes de diciembre el anuncio de su propuesta para ser teniente fiscal en Asturias coincidía prácticamente con la obtención de una de las más altas distinciones que se dan en el ámbito judicial: la cruz distinguida de primera clase de la Orden de Peñafort. Probablemente ambos pasos son consecuencia de una carrera profesional tan larga -32 años- como exitosa.
Belén del Valle nació en Cangas de Onís, estudió derecho en la Universidad de Oviedo y preparó sus oposiciones en Madrid. Fue la única mujer de su promoción, con compañeros como Cándido Conde Pumpido, fiscal general del Estado, y Antonio Seijas Quintana, del Tribunal Supremo. Su trabajo le ha llevado a ejercer en Ourense, Oviedo y Las Palmas, hasta regresar a la capital asturiana en 1983.
Localizar a esta mujer es tarea sencilla. Sólo hay que llamar a la Audiencia Provincial. Enseguida se pone al habla y concede parte de su preciado tiempo.

-¿Fue una vocación temprana la suya?
-La verdad es que no sé por qué elegí Derecho, no es que tuviera una vocación especial, y además fui la primera de la familia que se metió en estas cuestiones. Hice, como muchos, las oposiciones de ingreso a la escuela judicial y luego pude elegir entre juez y fiscal, tal vez opté por lo segundo porque preparé la oposición con un fiscal.

-¿El hecho de que anteriormente no hubiera ninguna mujer fiscal le causó algún problema?
-No, en mi promoción somos cuarenta y cinco, de los cuales la única mujer soy yo. Fui la primera y la única. Después de aprobar pasaron bastantes años hasta que volvieron a presentarse mujeres. Estuve bastante tiempo sola. Nunca tuve ningún problema.

"Yo ni gano ni pierdo con los asuntos, voy sólo a que se resuelvan. Como decía un compañero: "Los asuntos se defienden como propios y se pierden como ajenos"

-¿En algún momento le influyó el entorno familiar a la hora de tomar decisiones?
-No, la que estudiaba era yo, así que la que decidía era yo. Dicen que los hijos únicos son más influenciables pero no fue mi caso. Además, cuando yo saqué la oposición mi padre ya había muerto -murió cuando yo tenía dieciséis años- y mi madre no me puso ninguna objeción.

-¿Qué es lo más gratificante de su trabajo?
-Pensar que estoy haciendo un servicio a la comunidad, que estoy haciendo que las cosas se aclaren, que haya menos delincuencia. Luego, cuando por ejemplo trabajo con incapacitados, aunque el trabajo en sí es pesado, las familias son tan agradecidas que es gratificante. No es un trabajo tan "jurídico" pero es muy agradecido.

-Por lo que veo le gusta ver las cosas por sí misma.
-Por ejemplo en el caso de los incapacitados, no es lo mismo ver un papel frío, que ver a la familia y tener en cuenta su opinión. Eso es algo que beneficia a todos.

-Con esta política su despacho tendrá muchas visitas.
-Aquí la gente viene sin hora. Quien quiere venir a hablar normalmente no encuentra problemas, la puerta siempre está abierta para todos.

-La figura del fiscal es la del guardián cotidiano de los valores del Estado de Derecho ¿Cómo aterriza esta definición en la vida real?
-Nosotros tenemos que velar por los incapacitados, por la gente mayor, por los ausentes. Es decir si hay un pleito y hay un ausente nosotros tenemos que representarle. Si hay una persona desaparecida y la familia necesita una declaración de fallecimiento para resolver algún problema, entonces intervenimos. También intervenimos en las tutelas de menores, viendo si los tutores cumplen bien con su cometido. Siempre que haya un desprotegido aparece el fiscal.

-¿Cree que hay una imagen distorsionada de lo que hace un fiscal, tal vez como influencia de lo que se ve en las películas?
-Hombre yo creo que sí, el fiscal parece que es el malo que va al juicio, y no es así. Hay muchos asuntos que yo archivo antes llegar a juicio porque veo que no tienen sentido. Otras veces voy a juicio con una calificación previa, pero luego si veo que las pruebas fallan tengo la obligación de retirar la acusación.
También hay ocasiones en las que hay un acusador y yo voy de defensor, a lo mejor porque pienso que no es delito, y al revés: en un principio pienso que no hay delito pero como resultado de las pruebas lo acuso. Yo ni gano ni pierdo con los asuntos, yo voy sólo a que se resuelvan. Como decía un compañero: "Los asuntos se defienden como propios y se pierden como ajenos". También soy de las que retiro rápido una acusación si tengo la menor duda en beneficio del reo.

"Yo voy a los juicios porque quiero, si no sería un trabajo de demasiado despacho. Estoy en contacto con la gente y con los jueces. No quiero desvincularme de ese ritmo"

-¿Qué le toca hacer a usted, ahora que estrena cargo?
-Yo en este momento no hago acusaciones, pero reviso las de los demás. La mayoría de lo que me llega es de civil, de personas menores, de dependientes, cuestiones de matrimonios y de derecho al honor.

-Cándido Conde Pumpido decía que "la eficacia de un fiscal crece en proporción directa con su capacidad de inserción en la sociedad en la que se mueve". ¿Está de acuerdo?
-Hombre, claro. Si te mueves en la sociedad detectas todos los problemas. Si yo vivo en una jaula de oro, los problemas son pocos, pero si estoy integrada en la sociedad los veo y puedo ayudar a resolverlos.

-De todas formas tendrá que reconocer que a veces se ve a los administradores de justicia como a una cierta distancia.
-Qué va, el que se vaya a los juicios con una toga no significa nada. Si no fuéramos con ella a los juicios te digo que acabaríamos como en una riña en El Fontán. Hay que guardar las formas, pero en realidad en los juicios hablas todo de forma muy normal, sin distancias. Y aquí se recibe a todo el mundo.

-¿En algún momento se ha sentido presionada políticamente?
-En mi vida nunca lo estuve. Creo que son dos cosas que hay que separar, la política y el trabajo. Yo puedo tener mis opiniones al respecto pero no puedo llevarlas al juicio. Creo que a veces es más el politiqueo de los periodistas en los medios de comunicación que lo que hay en realidad, aunque de todo hay.

-¿Le resulta difícil desenganchar de su trabajo?
-A mí no, yo tengo mucha capacidad para desconectar. Una vez que salgo de aquí, se acabó. Si tengo que llevar trabajo a casa lo llevo, pero no tengo estrés.

-¿Hay algo que sea duro en su trabajo?
-No hay nada duro especialmente, hay cuestiones más latosas, pero no duras.

-¿En algún momento teme implicarse en los casos?
-Yo no me implico. Yo un tema lo conozco, veo la persona cómo es, tengo que saber si tiene antecedentes, su personalidad, los años que tiene, etc. Tengo que ver qué hay en esa mente, pero no me implico personalmente... Si lo hiciera me volvería loca. Aquí es donde entra eso de 'defenderlos como propios y perderlos como ajenos'.

-¿Cree que las personas se sienten de forma diferente ante un hombre o una mujer?
-No hay diferencia, a mí sólo me pasó una cosa hace muchos años. Fue antes de ir a Las Palmas. El acusado estaba preso en los pasillos y cuando me vio dijo: ¡Ay por Dios, una mujer no! Debió pensar que iba a cargar más las tintas que un hombre, pero yo creo que eso no ocurre, a la gente le da igual que sea hombre o mujer.

-Ser ahora teniente fiscal ¿qué le supone?
-Lo contesté el día que me dieron la Cruz: después de muchos años, cambiar viene bien, es como volver a empezar. Luego hay cosas que te gustan más y otras que menos, pero el cambio me sentó bien. Los anteriores tenientes fiscales no iban nunca a juicios, sin embargo yo sí, voy a las salas porque quiero, porque si no sería un trabajo de demasiado despacho. Una semana sí y otra no, voy a los juicios. Estoy en contacto con la gente y también me sirve para estar en contacto con los jueces. Me gusta y no quiero desvincularme de ese ritmo.

Aquí la gente viene sin hora. Quien quiere venir a hablar normalmente no encuentra problemas, la puerta siempre está abierta para todos.

-¿El nuevo cargo le da más visión del todo?
-Sí, ahora tengo más visión en general del funcionamiento de la fiscalía, veo más la labor de todos.

-¿Ve también muchos agujeros?
-Aquí, al igual que en Gijón, se necesitarían más plazas porque los asuntos van aumentando. Hay muchas cuestiones, y algunos compañeros tienen mucho papeleo.

-Luego se dice que la justicia es muy lenta.
-En Fiscalía yo te digo que no es así, las cosas suelen salir en un plazo normal. Luego, al llegar al juicio es cuando se retrasa. Aquí los papeles están al día.

-Por último, 32 años en el mundo judicial ¿cómo le han ido transformando como persona?
-Tal vez ahora entiendo a la gente más que al principio. Antes era más objetiva: la ley es así y es así, pero cuando has visto muchos casos, sin dejar de tener en cuenta la ley, también te fijas en el delincuente, cómo es y qué problemas tiene... Esto te va dando experiencia y te hace más comprensivo. No dejas de aplicar la ley pero ves más cosas. La experiencia te la da el día a día. ∆

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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