Una vida de teatro
Javier
Villanueva siente auténtica pasión por el teatro. Lo concibe como el
arte de conquistar al espectador y lo introduce de una manera profunda
en el papel que se representa sobre el escenario.
-¿Desde cuándo estás en el teatro?
-Primero me inicié como actor. Después, al tiempo que estrenaba en el
Ateneo de Oviedo unas piezas cortas, cuando se marchó Carlos Alvarez, el
protagonista de Solas, me dejó a mí con la obra de teatro. Yo sólo tenía
veintiún años y él había dejado el listón muy alto con obras de Sartre,
de Arrabal. Yo seguí en esa línea. Un día me decidí a estrenar dos
piezas cortas mías y las dirigí. Durante un tiempo estuve como autor,
actor y como director. Me gusta mucho la interpretación, aunque luego me
decanté más por la escritura y posteriormente por la dirección. A mí la
dirección me relaja.
-Recibiste en 1988 el Premio Jovellanos por la obra
"Princesa de las noches blancas" y recientemente el Premio de Teatro
Antonio Buero Vallejo Ciudad de Guadalajara 2005. ¿Qué significan para
ti los premios?
-Tengo que decir que no gano muchos premios, porque no es algo que me
atraiga. El premio con la obra "Princesa de las noches blancas" lo había
inscrito un amigo en el concurso. Tanto Yasmina, la protagonista, como
Antonio Joven, el director, me dijeron después de leer el primer
manuscrito que iba a marcar un antes y un después y que debía moverlo.
Casi lo hice por ellos, porque me animaron, y es más, cuando me llamaron
para decirme que había ganado es que ni me acordaba. Me dio mucha
alegría. Antonio Joven, el director de la obra, me dijo que era un
premio de prestigio, de carácter internacional. Además te publican el
texto, cosa que me interesó muchísimo.
El último premio, por las circunstancias en las que me cogió, significó
quizás más que el otro. Cuando llamaron cogió mi madre el teléfono y le
dijeron: "ponga la televisión que va a ver a su hijo". Me prestó más por
ellos que por mí.
-Eres además profesor de historia. ¿Cómo combinas tu
profesión con la dirección de teatro?
-También doy clase de expresión dramática y procuro compaginar muy bien
el tiempo. Me dedico a escribir casi todos los días y normalmente a
ensayar en los fines de semana. No soy una persona que frecuente bares,
puedo tomar un vino, pero no pierdo el tiempo por ahí, lo administro
mucho. El hecho que trabaje en Oviedo y viva en un pueblo me permite
tener también más tiempo.
"Voy a hacer una sala de ensayo. Es un
sueño que tenía desde hace mucho tiempo. Siempre andaba de
prestado, así que he querido tener mi propio espacio" |
-Y has montado tu propio teatro en casa.
-Sí, porque sigo viviendo en Lieres (Siero). Allí restauré mi casa y
ahora estoy haciendo también un teatro al lado. Voy a hacer una sala de
ensayo para mí y haré dos preestrenos allí. Partiendo de una casa vieja
que tengo creo un espacio nuevo. Es más, ya estamos en la obra y pensé
que podríamos tenerla para el verano. Este es un sueño que tenía desde
hace mucho tiempo. Siempre andaba de prestado, así que he querido tener
mi propio espacio.
-Socialmente el teatro siempre ha jugado un papel muy
importante. ¿Qué papel juega el teatro en la sociedad actual?
-Sigo reivindicando el papel del teatro como un elemento social
fundamental. Hacer un teatro político en una democracia no, pero un
teatro social sí.
-En el panorama asturiano ¿hay buenos actores y
autores?
-Aquí en Asturias, como en otros sitios, el problema es que cuando la
gente termina en la escuela de teatro, en el ITAE, y si quieren vivir de
ello tienen que estar en cuatro o cinco grupos; yo lo sé por
experiencia. He tenido actores que están en mi teatro pero luego hacen
una comedia, un pasacalle... una amalgama de cosas. El teatro es para
unas minorías "muy minoritarias".
"Sigo reivindicando el papel del teatro
como un elemento social fundamental" |
-¿Por qué?
-Hay una especie de desertización intelectual. Ahora la gente no va al
teatro a ver tal función, sino porque hay un actor que sale mucho en
televisión. Ya no interesa quién es el autor, sino que fulanito sale en
televisión. Para mí el teatro es esencialmente un arte que tiene que
hacer reflexionar al hombre y hacerle tomar un poco de conciencia.
-Tienes cierta predilección por el teatro clásico.
¿Por qué? ¿Qué aporta el teatro clásico al mundo del siglo XXI?
-Yo bebo de esas fuentes, luego doy un salto y voy a un teatro muy, muy
urbano. Pero la base de los grandes temas está en los grandes clásicos.
Por ejemplo hice una versión de Antígona, de Sófocles, porque si el
dinero corrompe ahora ya corrompía en aquella época. Esos conflictos son
tan eternos, son tan hermosos, que no es tan difícil traspasarlos al
mundo actual. Mientras el hombre siga existiendo va a llevar esos
estigmas siempre con él. Actualicé la Antígona de Sófocles y la puse en
el mundo de la trata de blancas. Me aterra el tipo de sociedad en la que
estamos viviendo. Hace poco leí en la prensa el caso de la chica rumana,
que logró rescatar la policía, a la que la obligaron, como a todas, a
prostituirse. Eso no aparece en las portadas de los medios. Cuando te
dan la cifra de que al año mueren seis millones de niños, no aparece en
ninguna portada de periódico. ¿De qué vamos? En el teatro muy urbano que
escribo, procuro reflejar esto, esos despojos humanos que genera esta
sociedad. La gente anda tan liada que no le llama la atención ver a un
chico tirado en la calle, o a una mujer, pero a lo mejor desde un
escenario se puede estremecer. Es hacer un teatro de sociedad, pero que
en el fondo sigue siendo un teatro político. Estoy convencido de que
mientras no se acaben estas estructuras económicas y no se cree un nuevo
orden económico justo, todo lo demás son parches.
-Apenas usas decorados en tus representaciones. ¿Qué
es lo más importante en una obra, un buen texto, la idea a trasmitir,
unos buenos actores?
-El teatro esencialmente es actor. En un principio el teatro fue el
actor, después viene el verbo. Yo me esmero mucho al escribir, pero
luego quiero que la interpretación esté por encima de la escenografía. Y
eso se resalta mucho en los espacios vacíos. Hay que insinuar. El actor
debe insinuar, por ejemplo, que entra en una habitación y roba. Hay
grandes obras con una gran escenografía que ahoga el texto e incluso la
interpretación. Lo importante es el arte del actor, por eso nosotros
vamos con lo mínimo imprescindible de escenografía y con una dirección
muy abierta.
"El teatro es esencialmente un
arte que tiene que hacer reflexionar al hombre
y hacerle tomar un poco
de conciencia"
-Has trabajado con actores jóvenes, ¿cómo reconoces
si alguien tiene madera de actor?
-Tengo el ejemplo de Yasmina, que ha estado cuatro años trabajando
conmigo y con la que he ido más allá que con otros actores. Ella es muy
intuitiva y eso es muy importante en un actor, porque facilita mucho la
tarea de director. Esas cosas uno las nota, aunque siempre por supuesto
te puedes equivocar. Es algo que va en la forma de expresarse, incluso
en su forma de pensar. A mí me gusta que los actores sean inteligentes.
Hay veces que hablando sólo con ellos, y sin que presenten nada de lo
que hacen, puedo intuir su capacidad actoral. Algunos me presentan sus
trabajos en DVD, y ves que más que actuaciones son sobreactuaciones, es
decir que son muy teatrales pero no son actorales.
-¿La improvisación tiene que ser algo inherente tanto
al actor como al director?
-El actor es artista y es creador. Nosotros llevamos una línea de
dirección muy abierta, lo que permite que el actor cree desde dentro
hacia afuera, porque dentro es donde está la capacidad creativa. Este
método permite no sólo darle información al actor sino que también él te
la pueda dar a ti. La labor del director la entiendo como alguien que
coordina el trabajo, como lo hace un director de orquesta. Y siempre se
tiene en cuenta la visión del actor. Como director tengo que tener la
visión de todo el montaje, para que no desencajen las piezas. Y cuando
un actor me da alguna indicación yo nunca la rechazo, aunque si veo que
no entra lo dialogo con él. En el teatro tiene que haber
fundamentalmente diálogo entre el director y el actor. ∆ |