-¿Qué autonomía de vuelo puedes conseguir con un buen ultraligero?
-Bueno, depende por supuesto del aparato, pero nosotros hacemos travesías en invierno por la costa, y podemos aterrizar en alguna playa, ahora que están sin gente, previo permiso del ayuntamiento de turno. O dependiendo de la época del año podemos ir a zonas de montaña, sobrevolándolas, porque la montaña es más turbulenta. Incluso podemos pasar a León, Palencia, u otras provincias, comer allí y volver en el día. Normalmente vamos en grupo.

-Son actividades tremendamente atractivas. ¿Por qué crees que no acaba de enganchar su práctica de forma más masiva?
-Hay varias razones. La gente está convencida de que es un deporte que precisa mucho dinero. Luego, cuando se acercan y ven que, aunque la aviación siempre va a ser algo cara, es menos de lo que se piensa, se van animando. Pero claro, eso requiere información y divulgación, que es lo que pretendemos con estas jornadas.
Un avión de última generación puede costar unos doce millones de pesetas, pero lo que se suele hacer es comprarlo entre los socios de un club. Por ejemplo, en uno de aquí lo han comprado entre doce personas, pagando un millón de pesetas cada uno.
Y luego hay un mercado de segunda mano muy interesante, donde te puedes hacer con un ultraligero en muy buenas condiciones por medio millón de pesetas. Es decir, que resulta asequible para todo el mundo, o por lo menos tanto como otros deportes.

-¿Cómo se puede sacar el carné de piloto de ultraligero?
-En La Morgal hay varias escuelas que imparten clases para sacar el título oficial de piloto. ¿Que cuánto se puede tardar? Pues aproximadamente lo mismo que en sacar el carné de conducir. Tiene también clases teóricas y prácticas, que constan estas últimas de diez horas de vuelo, repartidas en clases de veinte o veinticinco minutos. Es menos complicado de lo que parece.

-Estás desmontando diversos mitos que hay en torno a los deportes aéreos. ¿Qué me dices del peligro de accidentes?
-Es un deporte de cierto riesgo, pero como siempre, el mayor riesgo es el elemento humano. De hecho, la mayoría de los accidentes que se producen son errores de pilotaje, pero también te digo que es muy raro que se registren accidentes mortales. Nosotros llevamos veinte años en La Morgal, volando, y sí que tienes percances, un esguince, o rompes el tren de aterrizaje, pero no te encuentras con situaciones tan extremas, sobre todo porque no movemos mucho peso, y eso nos permite frenar el aparato en muy poco espacio.

-¿Qué características presenta Asturias para el vuelo?
-Tenemos ventajas y desventajas. En verano el vuelo aquí es mucho más plácido que en Castilla, porque allí las térmicas son tan potentes que lo hacen mucho más turbulento, y sólo se puede volar al principio o al final del día.
El problema de aquí es que si quieres pasar a Castilla, hay que subirse los 800 m de desnivel que hay, y volar por encima de los picos, con lo que tienes que irte a 4000 m para poder pasar. Eso es un hándicap, no cabe duda, porque tienes que contar con una garantía de tiempo anticiclónico, y asegurarte de que puedes volver tranquilamente.

-¿Qué expansión está experimentando Asturias en estos deportes y que puede necesitar para ello?
-Nosotros ya llevamos dos años diciéndole a la Dirección General de Deportes que este hangar que tenemos, que es de cuando la guerra, estaba muy bien entonces, pero ahora se nos está quedando pequeño. Antes había cuatro ultraligeros, y ahora mismo hay diecisiete aviones dentro, y otros tres están en camino. Esto está creciendo, y la verdad es que se va a notar. Les hemos pedido que modernicen las instalaciones para que no les pille el toro, aunque te aseguro que les va a pillar.