Foto: Fusión |
La situación de Asturias a orillas del mar Cantábrico
ha determinado el carácter de sus gentes y también de su cultura. Gente
de espíritu fuerte que ha forjado su personalidad entre las tempestades
y los mares en calma.
El Cantábrico no
es un mar cualquiera. De la misma forma que siglo tras siglo, con cada
ola dio forma a una de las costas más bellas de España, también con la
misma maestría modeló el carácter de los asturianos. "Dentro de Asturias
se nota la diferente psicología y forma de ser de los pueblos marineros
-comenta el antropólogo Roberto González Quevedo, autor del libro
Antropología Social y Cultural de Asturias-. Son mucho más abiertos y
desafían al futuro con más intrepidez que en otras zonas, donde la gente
es más conservadora. Esto también se transmitió a muchos aspectos de la
cultura asturiana, incluyendo por supuesto la dieta y la llegada de
ideas".
Desde siempre la situación de Asturias, separada del resto de la
Península por una cordillera montañosa, hizo que el mar fuese una
importante vía de comunicación con el resto del mundo. Gracias a las
comunicaciones pesqueras y marítimas, y a las buenas relaciones con
Inglaterra, llegaron a Asturias ideas de la Ilustración, donde
destacaron algunos de los pensadores más brillantes de España, como
Campomanes o Jovellanos.
Durante muchos siglos los asturianos se han enfrentado al mar Cantábrico
para extraer de él pescados y mariscos que no sólo han mantenido a
poblaciones enteras, sino que también han permitido el comercio con
otras regiones. Una de las pesquerías que marcó este intercambio fue la
de las ballenas. "Tenemos desde tiempos muy antiguos testimonios de este
tipo de pesca en la costa asturiana, hasta que en el siglo XVIII
desaparecen estos mamíferos de la costa astur -explica Roberto
González-. En relación con la mayoría de los puertos asturianos hay
documentos que reflejan la práctica de la actividad ballenera".
Hay otro elemento que ha marcado muy profundamente el carácter de las
gentes asturianas. Llegada la época de las mareas los barcos zarpan de
puerto dejando en tierra a la mujer, que tiene que hacerse cargo de la
vida de la familia. Dicen que hay dos palos que aguantan la vela en casa
del marino: la firmeza y la soledad. La firmeza de la madre, la soledad
de la esposa. "El mundo cultural de la pesca marinera astur -escribe
Roberto González- es necesario entenderlo desde el ámbito social de la
familia de pescadores, que tiene una especial estructura y donde el
reparto de roles de género está particularmente marcado por la ausencia
frecuente del marido. En las manifestaciones culturales de las
poblaciones asturianas de pescadores se refleja muy a menudo este
especial tipo de familia, de manera que, por ejemplo, frecuentemente en
bailes y danzas aparecen las mujeres solas añorando la vuelta de los
hombres embarcados".
A orillas del Cantábrico, el pueblo asturiano sigue su tránsito por la
historia. Nadie sabe cuántos capítulos quedan aún por escribir. Lo que
sí se sabe a ciencia cierta, es que el mar seguirá imprimiendo su huella
en el alma de los hombres y mujeres asturianos. ∆ |