Una vida de lucha por la
libertad
Contado
de viva voz, el relato de la vida de Otones se entrelaza con los
acontecimientos históricos de una España en ebullición: la guerra, la
posguerra, la dictadura, la transición y finalmente la ansiada
democracia, que en las vidas de algunos militantes se traduce en
sacrificio, lucha, riesgo y, en este caso, trece años deambulando por
las cárceles franquistas. Corre el año 1930 cuando nace Manuel en la
pequeña aldea conocida como Otones, de Ciaño, perteneciente a la
parroquia de Ciaño-Langreo, que hoy ha desaparecido. Se conserva sólo en
la memoria de unos pocos langreanos y también en el sobrenombre de
Manuel García. "Otones" hoy, más que un apodo, es una segunda piel.
El niño Manuel disfrutó de una infancia apacible en contacto con la
naturaleza durante unos años, hasta que estalló la Guerra Civil. Su
padre, a quien recuerda como un hombre "sin una tendencia ideológica
fija, pero con las ideas claras", defendió la causa de la República y
cayó en el frente de San Esteban de las Cruces al poco de comenzar la
contienda. Hablamos del año 1937. Su viuda, con nueve bocas a su cargo,
no tiene más remedio que distribuir a sus hijos para aliviar la carga
económica. Otones fue a parar junto con algunos de sus hermanos a la
Quinta Bauer, en Gijón, un refugio del Socorro Rojo dispuesto por la
República para huérfanos de milicianos. Entre las paredes de esa
institución pasa unos meses felices, a pesar de la guerra, y empieza a
familiarizarse con el espíritu republicano, sus símbolos, sus canciones.
Así hasta el día que los nacionales entran en Gijón, y se encuentran en
la Quinta con un grupo de niños que salen a recibirlos sonrientes,
enarbolando la bandera republicana y levantando el puño, como les habían
enseñado.
En 1967 firma un
llamamiento a la huelga respaldado por primera vez por CC.OO.
"Sabíamos que nos iba a costar la cárcel" |
A partir de ahí todo cambia. El Auxilio Social,
creado para reeducar a los hijos de los republicanos, se hace cargo de
la institución. La presión ideológica y religiosa se deja notar. "El
ambiente que se respiraba me era insoportable -recuerda Otones-. Sentía
una tremenda rebeldía por dentro, porque eran de la falange y nos
inculcaban el espíritu nacional de aquella época". Después de pasar por
varios Hogares, decide volver a su casa, en la cuenca, donde enseguida
toma contacto con la lucha obrera y comprende el sentido de la
explotación y de la persecución política. "A los dieciséis años empecé a
trabajar en la mina. En aquel entonces existía el movimiento
guerrillero. Todavía estaban 'los del monte', a los que se les llamaba
'los fugaos'. Por mediación de un primo mío empecé a conocer a esta
gente y poco a poco empecé a ser enlace de los guerrilleros". En esas
primeras luchas de juventud se da cuenta de que su ideología, hasta
ahora sin definir, se arrima a la de aquellos 'fugaos' que peleaban a
muerte contra un régimen impuesto. A partir de entonces, abraza el color
rojo y se declara comunista.
La etapa que comienza, con una mayor conciencia política, incrementa
también su dureza. La represión a la que fueron sometidos los vencidos
ha llenado ya muchas páginas, pero ningún relato histórico es comparable
al testimonio de viva voz.
"A pesar de nuestro esfuerzo, llegados los años 50 la guerrilla estaba
en decadencia, y el partido (PCE) ordenó retirarse, como habían hecho ya
los socialistas. La lucha de guerrillas había fracasado. Precisamente en
esa época llevé a Francia a dos guerrilleros, a través de los montes de
Navarra. Yo les facilité la documentación, pero cuando cruzaron la
frontera cometieron la imprudencia de creer que estaban ya plenamente
libres de peligros y desvelaron su auténtica identidad. Cuando se dieron
cuenta ya estaban pasando la frontera, de vuelta hacia España. Al
parecer uno de ellos fue débil y me delató. Contó que yo había sido el
enlace". La memoria de Otones viaja entonces hasta el 15 de agosto de
1950. "Estaban haciendo una redada bastante grande. El día anterior yo
ya había sacado a los guerrilleros de esos puntos de apoyo que teníamos,
porque sospechábamos que algo estaba pasando. Esa misma noche a las 2 de
la mañana fueron a por mí a casa, y esa fue mi primera caída, la primera
vez que me cogieron. Estuve 15 días preso en Gijón en las caballerizas
del Cuartel de la Guardia Civil de Los Campos. Ahí me torturaron. Me
condenaron e ingresé en la cárcel de El Coto. Poco después me pasaron a
la Prisión Provincial de Oviedo. Luego me trasladaron a la Prisión
Central de Guadalajara, que era lo peorcito que había. La condena fue de
doce años y medio. Allí lo pasamos muy mal. Salí en el año 1955".
En cuanto pisa la calle Otones se pone a trabajar. Entra en contacto con
los compañeros que estaban en la clandestinidad, organizando el partido,
y se incorpora al movimiento. "La lucha de masas comenzó a fraguarse
allá por 1956, es cuando viene la política de reconciliación nacional.
Mario Huerta, el Paisano, y otros, estaban en Asturias volcados en la
organización del partido. Yo entré en contacto con Higinio Cangas,
responsable de Langreo y comenzamos a trabajar. Ahí se hicieron ya las
primeras huelgas mineras".
En el año 57 tuvo lugar la primera huelga, con un encierro en el Pozo
María Luisa, que no tuvo grandes consecuencias. "Al salir me llevaron al
cuartel, pero no me detuvieron. Al año siguiente, ya más organizado el
partido, la huelga fue mucho más fuerte. Como consecuencia de eso me
detuvieron por pertenecer al Partido Comunista y por ser miembro del
comité. Me torturaron y luego me condenaron. Me enviaron a Carabanchel,
en Madrid, y de ahí al penal de Burgos, que fue para mí la verdadera
escuela de comunistas. Allí estuve hasta el año 61, que fue también el
año en que me casé por lo civil con mi compañera Alvarina.
Inmediatamente me incorporé a la lucha y al movimiento". La boda,
recuerda, fue un tanto especial, dado que se trataba de dos comunistas
declarados sin creencias religiosas. En aquel momento era necesario
casarse por la Iglesia para tener acceso a determinados beneficios
sociales, de modo que el día de la boda, el párroco accedió a que Otones
y Alvarina, entraran en la iglesia por la puerta de atrás, firmaran, y
salieran con la misma discreción con que entraron, dejando en la puerta
a un puñado de curiosos que esperaba ver a los novios. Así, sin
ceremonia, se les dio por casados ante la Iglesia.
En los años 70, no
pudo encontrar trabajo en Asturias porque estaba considerado
como persona "non grata", un peligroso comunista. |
Llegan las huelgas del 62, con Otones incorporado
plenamente a la lucha y la creación de Comisiones Obreras. Vive el
destierro en Lugo y consigue regresar a su tierra poco más tarde,
gracias al apoyo de los mineros de Asturias y de León. Son tiempos
convulsos. Elecciones sindicales, huelgas, un asalto a la comisaría de
Mieres y varias detenciones sin consecuencias graves.
Y llega 1967. El sindicato CC.OO. ya está totalmente estructurado.
Otones es uno de sus fundadores y uno de los miembros más activos. Ese
año aparece un llamamiento a la huelga general firmado por él mismo
junto con nombres como Gerardo Iglesias, Martín Fraga o José Celestino,
entre otros. Comisiones Obreras aparece por primera vez en escena de
manera explícita. La huelga es secundada por los trabajadores y paraliza
las cuencas y el sector metalúrgico. "Sabíamos que nos iba a costar la
cárcel, pero considerábamos que era necesario salir a la luz como CC.OO.
Efectivamente, fue un gran triunfo, pero a nosotros nos condenaron". De
ahí a Carabanchel. Allí conoce a Marcelino Camacho, con el que ya había
tenido contactos en la clandestinidad; también a Nicolás Sartorius,
Julián Ariza y otros. No abandona la prisión hasta 1971.
Al salir comienza una nueva etapa. No fue posible encontrar trabajo en
Asturias, ya que en los ficheros de HUNOSA estaba tachado de persona
"non grata", un peligroso comunista alborotador y organizador de
huelgas. A pesar de eso, intenta establecerse en Asturias, hasta que la
policía amenaza al empresario que lo contrata con cerrarle todas las
puertas. En esas circunstancias, Otones toma la decisión de trasladarse
al País Vasco. Allí milita en el EPK y abraza la llegada de la esperada
democracia.
No regresa a Asturias hasta 1985.
Hace tres años, Otones escribe "Lucha y Libertad", un libro con el que
pretende mantener la memoria y reconocer la importancia histórica de la
lucha comunista. ∆
Manuel
García "Otones"
"Tenemos que contribuir a la memoria histórica"
L a libertad es un valor que no siempre
se aprecia hasta que no se pierde; velar por ella y
ampliarla cada día es el mejor mensaje que podemos
transmitir a las nuevas generaciones". Es una frase de su
libro.
La libertad es el valor más grande que puede tener un ser
humano. Decir libertad quiere decir amplitud en todos los
derechos y deberes que puede haber en la sociedad. Es la
posibilidad de libremente pensar y realizar tu vida como
quieras.
-La sociedad asturiana ha cambiado con
los años. ¿Ha perdido la fuerza de antaño?
-Sí, ha perdido fuerza. Antes se luchaba contra una
dictadura, pero mucha gente, una vez conquistadas las
libertades democráticas, ha caído en la sociedad de consumo,
en la comodidad y en el olvido. ¿Tiene razón de existir el
Partido Comunista hoy? Yo creo que sí. Mientras en la
sociedad existan explotados y explotadores el Partido
Comunista siempre estará ahí. Han intentado enterrarlo ya
muchas veces, pero sigue vivo.
-¿La historia reciente reconoce la labor
del PC?
-Después de la transición democrática el pueblo no ha sido
lo suficientemente justo con la lucha que mantuvimos los
comunistas. Muchos entregamos nuestras vidas, nuestra
juventud en pro de las libertades democráticas. La forma de
democracia que quedó es un poco floja, una democracia
burguesa. Muchos partidos se han aprovechado y se han
arrogado cuestiones en las que nada tuvieron que ver. Mi
libro contribuye a describir lo que ha pasado. La verdadera
historia de lo que ha sido la lucha de la clase obrera
asturiana y del Partido Comunista está aún por escribir.
-Su libro "Lucha y libertad" ¿es una
memoria histórica para las nuevas generaciones?
-Muchos me dijeron: escribe Otones, escribe, para rememorar
la historia y que las nuevas generaciones sepan qué ha
sucedido en este país. Nosotros tenemos que contribuir a la
memoria histórica y dar a conocer cómo cada organización
política se ha entregado en ella, quiénes son los verdaderos
sacrificados y los que llevaron a cabo la lucha por las
libertades democráticas.
-¿Qué lugar queda para la utopía?
-No hay lucha sin utopía, no hay libertad sin utopía.
Tengo la edad que tengo, y no voy a ver el socialismo en mi
país, aunque sé que es algo que llegará. Por otro lado,
tengo la satisfacción moral de haber luchado porque nuestro
pueblo fuese liberado de la dictadura y de haber sido uno de
tantos de los que han contribuido a ganar las libertades
democráticas.
La utopía es lo que nos alienta y nos da valor para seguir
luchando. ∆ |
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