Cada actuación que se lleva a cabo en países
de América Latina, La India o Africa es un pequeño oasis en el desierto.
Titilantes puntos de luz en un plano oscuro y extenso. Las ayudas son
insuficientes ante el volumen de las carencias, pero la sonrisa de
aquellos a los que ha llegado parte de la ayuda sin duda merece la pena.
Texto y foto: Isabel Muñiz
E ste zamorano,
natural de Bermillo de Sayago, es de los que prefieren el trabajo sobre
el terreno a moverse en el ámbito de las palabras y las teorías. Aún
así, sabe que la información y la concienciación en países desarrollados
con puntales imprescindibles a la hora de llevar a cabo los proyectos y
conseguir un mundo más justo. Lleva ya 25 años en Asturias y compagina,
como puede, su vida a ambos lados: entre la abundancia y la pobreza.
Medicus Mundi Asturias es una organización conocida por su labor en el
Tercer Mundo. Sus componentes comenzaron a trabajar en el año 1970 en
Burundi y poco a poco fueron ampliando sus objetivos a otros países de
Africa, la India y América Latina. Desarrollan proyectos tan variados,
como variadas son las necesidades que perciben. En Malawi comenzaron la
rehabilitación y el equipamiento de un hospital rural en Mlale, y
trabajan para dotar de medicamentos y material sanitario a 150 centros
sanitarios distribuidos por todo el país. En Nicaragua la prevención del
sida es su objetivo prioritario, mientras que en la India, concretamente
en Khamman, es la tuberculosis uno de los enemigos a combatir. También
en Honduras, en Bolivia y en Panamá es posible encontrar otros proyectos
de Medicus Mundi, en muchos casos encabezados por sanitarios asturianos
que conocieron otra realidad y decidieron quedarse a cambiarla desde
dentro. Para que la maquinaria no cese, es al mismo tiempo necesario un
trabajo de concienciación en nuestro país de búsqueda de recursos, de
planificación de proyectos, una labor que se realiza desde su sede en el
Colegio Oficial de Médicos de Asturias.
-Uno de los propósitos de Medicus Mundi es crear una
conciencia crítica. ¿Qué falta para que exista esa concienciación?
-Yo creo que lo peor para eso es la costumbre y la insensibilidad que
tenemos. Estamos habituados a que se mueran un millón de niños de
hambre, y no pasa nada. Estamos habituados a que en la guerra de Irak
todos los días mueran cuarenta o cien personas. Estamos habituados a que
en el cruce del Estrecho muera gente permanentemente. El habituamiento
provoca una pérdida de sensibilidad tremenda, y como aquí vivimos otra
realidad muy distinta, eso hace que no participemos, que no critiquemos
nada, que estemos dormidos. De alguna manera tenemos que despertar,
desde la infancia, desde las familias, desde todos los organismos, desde
la Universidad, para que la gente tome conciencia de que el mundo no
puede seguir así. Si no, llegará un momento en que esa gente tome otras
medidas y nos invada, sea o no de manera pacífica. La gente no puede
morir de esa manera y que eso se acepte como una cosa normal.
"Estamos
habituados a que en la guerra de Irak todos los días mueran
cuarenta o cien personas. El habituamiento provoca una
pérdida de sensibilidad. Como aquí vivimos otra realidad,
eso hace que no participemos, que no critiquemos, que
estemos dormidos" |
-La Universidad es uno de los puntos importantes en
la cadena de concienciación.
-Precisamente tenemos un proyecto para iniciar en la Universidad. Vamos
a hablar con el vicerrectorado de estudiantes y ver cómo podríamos
conseguir que en el último año de carrera los estudiantes puedan viajar
y trabajar en estos países. Nosotros, cuando estuvimos en Honduras,
vimos a chicos y chicas jóvenes geólogos de EEUU, que van con sus
conocimientos y experiencias a colaborar en el saneamiento de las aguas,
en el tratamiento de la turbidez. Eso sería una riqueza para nuestros
estudiantes y sería importante para dar a conocer la realidad.
-Para el personal sanitario de Medicus Mundi la
experiencia en otros países tiene que aportar un enfoque sobre la vida y
la muerte completamente distinto al que tenemos en los países
desarrollados.
-Sí, además estas experiencias enganchan mucho. En estos países te dan
más a ti de lo que tú das. Es gente que necesita de todo, y cualquier
cosa que hagas es muy gratificante. Allí la vida no vale nada. Les da
igual estar veinticuatro horas esperando, están habituados a no tener
nada. En el año 95, durante mis vacaciones, estuve en un proyecto corto
en Ayacucho, Perú, trabajando con las hermanas dominicas. Nada más
llegar a Perú nos encontramos con una niña que llevaba varios días en el
hospital, tenía una peritonitis que había que operar urgentemente, pero
como no tenía dinero no se le hacía nada. Nosotros la operamos y se
murió. Y luego estuvo una semana en el mortuorio porque no tenían dinero
para enterrarla y no había nadie responsable.
Aquí, los médicos y enfermeras estamos infrautilizados, por eso hay
gente que se queda allí a trabajar.
Y sí, tienen otro concepto de la vida y de la muerte. Aquí hay todos los
días proyectos a largo plazo, hay ilusiones; allí no hay ilusión, ya no
hay discurso que les mueva y cada año es incluso peor que el anterior.
-Ante la dimensión de las carencias debe ser un poco
frustrante ver que no es posible abarcar todo.
-Si tú quieres abarcar todo te quedas en el intento, y aunque creas que
has hecho algo, en realidad se avanza muy poco porque las actuaciones
llegan puntualmente a las personas que has atendido. Por ejemplo, ahora
firmamos un par de convenios para electrificar unas aldeas. A la gente a
la que le toca eso se les abre una puerta de esperanza, pero hay una
gran población a la que no llega. Y allí hay economistas, ingenieros,
médicos, enfermeras, con un afán tremendo de trabajo, pero es inasumible
que funciones que corresponden a los gobiernos de esos países las
cubramos nosotros. Se trata de saneamiento, la electrificación, la
sanidad, la educación, la traída de aguas potables. Gracias a la
cooperación que existe en todos los países del mundo se está haciendo
una gran labor, aunque sea de forma puntual. Un ejemplo de todo ello es
el Hospital Asturias de Honduras: una perla en el inmenso fango que es
aquello.
"No
podemos asumir que hasta el 2015 se sigan muriendo de hambre millones de
personas"
-Realmente el esfuerzo que se realiza a nivel
individual o desde colectivos pequeños ¿es superior al que se realiza
desde los gobiernos?
-Yo creo que partiendo de una solución individual se llega muchas veces
al colectivo. Si uno se mueve, va moviendo al resto de las personas, y
no cabe duda de que si nosotros estamos dando guerra, dando información
y presentando proyectos, los gobiernos no pueden ser insensibles y cada
día tendrán que ocuparse más de esta gente. No podemos seguir así, no
podemos seguir explotando a Nigeria, por ejemplo, uno de los países más
importantes en producción de uranio y uno de los países más pobres. Ha
habido un avance importante, que es la condonación de la deuda. Otros
pasos defraudan, como por ejemplo el objetivo de la FAO de conseguir que
en el 2015 se redujera la mortalidad infantil por hambre en un 50%. A mí
esto me deja desolado, creo que ante un proyecto de estos deberíamos
aspirar a la mortalidad cero. No podemos asumir que hasta el 2015 se
sigan muriendo de hambre millones de personas.
-¿Qué responsabilidad tienen los medios de
comunicación?
-Muy grande. Los gobiernos deberían pactar otras condiciones, porque no
es bueno alimentarse sólo de noticias violentas, de asesinatos. Pero
claro, eso vende. Muchas veces pienso también que a los gobiernos el
terrorismo les viene bien, es una manera más de que el ciudadano que
tiene miedo apoye las decisiones sobre el aumento de gasto en
protección, en armas, en policía, en vigilar a las personas. Es un
mecanismo que se retroalimenta, y el ciudadano tiene cada día menor cota
de libertad. A los gobiernos se les permite todo porque los ciudadanos
tienen miedo. Y eso no es bueno.
"Pienso que a los
gobiernos el terrorismo les viene bien. Es una manera más de
que el ciudadano que tiene miedo apoye las decisiones sobre
el aumento de gasto en protección, en armas, en policía, en
vigilar a las personas" |
-¿Qué fue lo que le llevó a participar en este
proyecto?
-En el año 1993 yo asistía a reuniones de Medicus Mundi. Había una
cirujano general, la doctora Turienzo, con la que hablaba mucho de estas
cosas. Ella y otras chicas habían estado en Ayacucho (Perú) y habían
operado a gente de cataratas. Gracias a esa pequeña intervención la vida
de estas personas cambiaba. Un día en una reunión conocimos a la madre
Covadonga y nos animaron a ir. Tuvimos muchas ayudas de las casas
comerciales, del ayuntamiento, de la Caja de Ahorros de Asturias.
Presentamos un proyecto en este periodo corto de las vacaciones, nos lo
financiaron y un grupo de siete personas nos marchamos con quinientos
kilos de material sanitario a Ayacucho. La verdad que eso nos enganchó.
-¿En qué cree José María García?
-Creo en un ente superior, creo que tiene que haber algo más, que muchas
cosas no suceden por casualidad, que todo lo que se hace en el mundo
repercute para bien o para mal. Cuando suceden cosas como el tsunami,
tenemos que ver que no surgen por casualidad, sino que son efectos
causados por nuestro maltrato al planeta.
En ese camino, a veces resulta de ayuda meditar en un sitio tranquilo,
como una iglesia. Otras veces no comparto todo lo que veo de una Iglesia
anclada, que permite la expansión del sida prohibiendo los preservativos
y evitando los anticonceptivos; hay una dualidad con la que se entabla
una lucha. Una parte del cerebro dice "esto no es bueno" y otra dice
"necesitas esto para caminar".
Como decía alguien, no creo en Dios pero lo necesito. Yo he evolucionado
desde la juventud, cuando estuve con un movimiento que venía de la
India; luego me atrajo el estudio de la cábala; y más tarde me sumé a un
grupo esotérico en el que se estudiaba la energía del cuerpo humano. En
estos momentos de la vida realmente creo en el ser humano, porque es
bueno por naturaleza, a pesar de las malas noticias que nos dan
permanentemente los medios de comunicación. ∆ |