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SUPLEMENTO ASTURIAS   -  NOVIEMBRE 2005

BLANCA COLORADO
 Minera y sindicalista

Hasta hace poco descendía cada día a la oscuridad de la mina. Ahora acaba de llegar a lo más alto de los sindicatos mineros y del metal en Asturias. Con tan sólo 31 años es la primera mujer que forma parte de la dirección de la Federación Minerometalúrgica de CC.OO. Su entrada corrobora los cambios que ambos sectores están adquiriendo con la incorporación de la mujer. / Texto y foto: Isabel Muñiz

BLANCA COLORADO

Punta de lanza

Actualmente hay más de 100 mujeres trabajando en el sector de la minería, muchas de ellas se meten en la jaula cada día y bajan a más de 500 metros bajo tierra. Comparten el mismo trabajo que los hombres, bajo las mismas condiciones, algo impensable hace unos años. Como consecuencia, la incorporación femenina a sectores como el minero o el metalúrgico ha llegado también a unos sindicatos desde siempre muy masculinizados.
Blanca Colorado proviene de una localidad de Siero, Carbayín, aunque gran parte de su vida ha vivido en San Martín del Rey Aurelio. Su vida ha girado en torno a la mina desde que era muy pequeña. Su padre era minero y en su casa conocían perfectamente las condiciones que impone el carbón. Cuando tenía 16 años Blanca perdió a su padre en una rampla. A pesar de ese capítulo oscuro, cuando Hunosa le permitió formar parte de la familia minera no se lo pensó dos veces y se presentó a las pruebas de selección. Un problema en la vista le impidió el acceso a la primera y no sería hasta después de su operación de miopía cuando la admitieron y entró en el Pozo Sotón, en El Entrego. Trabajó en la planta octava cargando carbón en un minador y posteriormente en el taller eléctrico.
Sus escarceos con acciones sindicales de CC.OO. la llevaron a estar en el lugar adecuado en el momento preciso. Desde Comisiones buscaban a una mujer que entrase a formar parte de la Directiva de la Federación Minerometalúrgica y pensaron en ella. Ahora Blanca es la benjamina en una Federación que cuenta en Asturias con un gran peso social y político.
Su principal labor es atender la Secretaría de la Mujer de la FMM, y escuchar a las mujeres de la mina y el metal. Ellas le plantean los problemas que encuentran en su vida laboral y Blanca las apoya en sus planteamientos y exigencias.

-Por lo que sabemos de tu trayectoria tenías claro que querías entrar en la mina.
-Yo creo que ninguna mujer que tenga unas condiciones económicas medianamente buenas quiere entrar en la mina. Si trabajas en una oficina, con un sueldo bueno, una seguridad y unas horas de trabajo, no entras en la mina. Es la necesidad la que te lleva a hacerlo. Entras en la mina porque vienes de trabajar 9 ó 10 horas al día, también muchos fines de semana, y todo por cien mil pesetas. Si lo pones en una balanza dices: pues sí, es peligroso, pero trabajas 8 horas, cobras todos los meses y tienes tus vacaciones. También le doy muchas vueltas a la cabeza, porque como mi padre murió en la mina, pienso en lo que le supondría a mi madre que se volviera a repetir lo mismo. En mi casa somos dos hermanos. Cuando surgió esta oportunidad mi hermano tenía 18 años. El no quiso entrar, así que la aproveché yo.

-¿Tu familia te apoyó?
-Sí y no. Me apoyan pero también me quieren echar para atrás. Muchos días llegaba a casa y no le podía contar a mi madre la verdad porque sabía que ella lo estaba pasando francamente mal. No le contaba los miedos que tenía dentro. Lógicamente, al principio no te esperas cómo es la mina. Yo iba con mucho miedo. Cuando entras y ves que sólo hay oscuridad, cuesta.

"Las mujeres somos más guerreras que los hombres. Si hay que ir a la huelga, nosotras vamos, y somos las primeras en decir lo que pensamos. Somos más reivindicativas, mucho más responsables y constantes".

-¿Qué resulta más difícil al entrar en la mina por primera vez, la situación en sí o el sentirse centro de atención de los compañeros?
-Con los compañeros me sentí al principio un poco acobardada. En el pozo al que pertenezco somos 21 mujeres entre 380 hombres. Al principio llamas mucho la atención, tienes que medir un poco las palabras, y tener más cuidado porque eres una mujer. Hay que cuidar los detalles porque es un trabajo de mucho roce, y como en todo, tienes tus más y tus menos. De todas formas, no porque sean hombres es diferente, al contrario, yo tuve un equipo en el que me arropaban como una más. Tienes los problemas que tienes cotidianamente, el roce que conlleva el trabajo porque tienes que sacar la producción. A lo mejor un día tienes un problema mecánico o eléctrico, estás dos horas parado y todo lo que no trabajaste en esas dos horas tienes que hacerlo a un ritmo mayor.

-¿En qué consistía tu trabajo en la mina?
-Trabajaba en la octava planta. Cada día bajaba 500 ó 600 metros bajo tierra. Luego caminaba una media hora hasta lo que es "el tajo". Allí, como ayudante minero, cargaba carbón en un minador. También trabajé en el taller eléctrico.

-¿Cuál es la problemática de la mujer en la mina? ¿Qué es lo que más necesita?
-En general es una problemática común con los hombres, aunque a veces hay cuestiones relacionadas con el cuerpo. Por ejemplo, una embarazada no puede entrar porque la presión le afecta; el periodo también te afecta de manera diferente. Son cosas de las hay que ir concienciando a tu entorno. A la hora de cambiarte tienes que buscarte un hueco y avisar al vigilante o a un compañero, porque allí no tienes baños, y ellos no tienen ningún problema.

-Ahora mismo estás a cargo de la Secretaría de la Mujer de la FMM de Asturias. ¿En qué consiste tu trabajo?
-Llevo el Area de Mujer y Juventud. A raíz de la incorporación de la mujer a la mina necesitaban a alguien que conociese su problemática, que no es diferente a la de los hombres, pero hay cuestiones en los convenios a hablar, y que hay que saber, como por ejemplo cosas relacionadas con la lactancia, con la seguridad del cuerpo, la fisonomía. Es bueno tener una persona que te dé esa visión, y qué mejor que una mujer.
La verdad es que mi incorporación fue una apuesta fuerte que espero que sea positiva. Por otro lado, las mujeres se sienten más cómodas hablando conmigo. Si alguna tiene que pedir por ejemplo horas o días para hacerse una inseminación artificial, le resulta más sencillo contárselo a otra mujer.

"Ninguna mujer que tenga unas condiciones económicas medianamente buenas quiere entrar en la mina"

-Tu nuevo trabajo es más seguro pero también requiere una mayor entrega por tu parte.
-Sí, lógicamente sí, porque en la mina son siete horas de trabajo y luego te vas a casa. Aquí te lleva un pelín más de tiempo, porque puede surgir cualquier cosa tanto por la mañana como por la tarde, a cualquier hora, pero te sientes recompensada en cierta manera.

-¿Qué puede aportar la mujer a este mundo, qué puede modificar?
-Principalmente la visión de integrar, no de igualar, porque hay que reconocer que realmente la mujer en la mina no tiene la misma capacidad física. Pero nosotras podemos aportar nuestra visión, empezar a incluir dentro temas familiares como es el cuidado de los niños, y forzarles a ellos a que también sean esa parte integradora. Que se integre tanto el hombre como la mujer en todas las tareas. Si tú trabajas y yo también, ¿por qué no nos podemos echar una mano?

-¿Eso en el mundo de la mina está cambiando también?
-Sí, se nota sobre todo en la gente joven. Antes la gente mayor, terminaba el horario de mina y todos tenían huerta, animales, paraban a tomar la pinta o la cerveza. Ahora no, la gente joven se dedica a la familia, a los deportes, a hacer los deberes con sus hijos o a estar con su mujer.

-Hasta ahora existía la mujer del sindicalista minero o la hija del sindicalista, pero no la mujer sindicalista. ¿Cómo se siente una siendo pionera?
-Al principio estás un poco asustada porque eres el centro de atención. Cuando vas a empresas a hablar con los trabajadores llama mucho la atención que vaya una mujer porque están acostumbrados a ver hombres... Eso en nuestro sindicato lo vamos cambiando, ahora dentro de la Federación ya somos cinco mujeres, hace unos años había una o dos como máximo.

"Cuando vas a empresas a hablar con los trabajadores llama mucho la atención que vaya una mujer, porque están acostumbrados a ver hombres"

-La imagen de los mineros como hombres fuertes y reivindicativos ¿se puede extender a las mujeres mineras?
-Las mujeres somos más guerreras todavía. Cuando vas a empresas tanto de minería como del metal, si hay que ir a la huelga, ellas van, y son las primeras en decir lo que piensan. Las mujeres somos más reivindicativas, mucho más responsables y constantes. Somos conscientes de que tenemos que sacar las cosas adelante poco a poco.

-¿Te cambió algo la forma de pensar a raíz de trabajar en la mina?
-No, siempre fui una persona bastante progresista. Además ahora hay muchas chicas en la mina. Las que rompieron el hielo sí que tuvieron bastantes problemas a la hora de entrar. A mí no me supuso nada, es un trabajo que requiere formación e ir poco a poco. Lo primero que te dicen al llegar es: "cuidado con mancarte, pues si encima se manca una mujer..."Yo siempre respondía: "pues una mujer igual que un hombre". ∆

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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