Punta de lanza
Actualmente
hay más de 100 mujeres trabajando en el sector de la minería, muchas de
ellas se meten en la jaula cada día y bajan a más de 500 metros bajo
tierra. Comparten el mismo trabajo que los hombres, bajo las mismas
condiciones, algo impensable hace unos años. Como consecuencia, la
incorporación femenina a sectores como el minero o el metalúrgico ha
llegado también a unos sindicatos desde siempre muy masculinizados.
Blanca Colorado proviene de una localidad de Siero, Carbayín, aunque
gran parte de su vida ha vivido en San Martín del Rey Aurelio. Su vida
ha girado en torno a la mina desde que era muy pequeña. Su padre era
minero y en su casa conocían perfectamente las condiciones que impone el
carbón. Cuando tenía 16 años Blanca perdió a su padre en una rampla. A
pesar de ese capítulo oscuro, cuando Hunosa le permitió formar parte de
la familia minera no se lo pensó dos veces y se presentó a las pruebas
de selección. Un problema en la vista le impidió el acceso a la primera
y no sería hasta después de su operación de miopía cuando la admitieron
y entró en el Pozo Sotón, en El Entrego. Trabajó en la planta octava
cargando carbón en un minador y posteriormente en el taller eléctrico.
Sus escarceos con acciones sindicales de CC.OO. la llevaron a estar en
el lugar adecuado en el momento preciso. Desde Comisiones buscaban a una
mujer que entrase a formar parte de la Directiva de la Federación
Minerometalúrgica y pensaron en ella. Ahora Blanca es la benjamina en
una Federación que cuenta en Asturias con un gran peso social y
político.
Su principal labor es atender la Secretaría de la Mujer de la FMM, y
escuchar a las mujeres de la mina y el metal. Ellas le plantean los
problemas que encuentran en su vida laboral y Blanca las apoya en sus
planteamientos y exigencias.
-Por lo que sabemos de tu trayectoria tenías claro
que querías entrar en la mina.
-Yo creo que ninguna mujer que tenga unas condiciones económicas
medianamente buenas quiere entrar en la mina. Si trabajas en una
oficina, con un sueldo bueno, una seguridad y unas horas de trabajo, no
entras en la mina. Es la necesidad la que te lleva a hacerlo. Entras en
la mina porque vienes de trabajar 9 ó 10 horas al día, también muchos
fines de semana, y todo por cien mil pesetas. Si lo pones en una balanza
dices: pues sí, es peligroso, pero trabajas 8 horas, cobras todos los
meses y tienes tus vacaciones. También le doy muchas vueltas a la
cabeza, porque como mi padre murió en la mina, pienso en lo que le
supondría a mi madre que se volviera a repetir lo mismo. En mi casa
somos dos hermanos. Cuando surgió esta oportunidad mi hermano tenía 18
años. El no quiso entrar, así que la aproveché yo.
-¿Tu familia te apoyó?
-Sí y no. Me apoyan pero también me quieren echar para atrás. Muchos
días llegaba a casa y no le podía contar a mi madre la verdad porque
sabía que ella lo estaba pasando francamente mal. No le contaba los
miedos que tenía dentro. Lógicamente, al principio no te esperas cómo es
la mina. Yo iba con mucho miedo. Cuando entras y ves que sólo hay
oscuridad, cuesta.
"Las
mujeres somos más guerreras que los hombres. Si hay que ir a
la huelga, nosotras vamos, y somos las primeras en decir lo
que pensamos. Somos más reivindicativas, mucho más
responsables y constantes". |
-¿Qué resulta más difícil al entrar en la mina por
primera vez, la situación en sí o el sentirse centro de atención de los
compañeros?
-Con los compañeros me sentí al principio un poco acobardada. En el pozo
al que pertenezco somos 21 mujeres entre 380 hombres. Al principio
llamas mucho la atención, tienes que medir un poco las palabras, y tener
más cuidado porque eres una mujer. Hay que cuidar los detalles porque es
un trabajo de mucho roce, y como en todo, tienes tus más y tus menos. De
todas formas, no porque sean hombres es diferente, al contrario, yo tuve
un equipo en el que me arropaban como una más. Tienes los problemas que
tienes cotidianamente, el roce que conlleva el trabajo porque tienes que
sacar la producción. A lo mejor un día tienes un problema mecánico o
eléctrico, estás dos horas parado y todo lo que no trabajaste en esas
dos horas tienes que hacerlo a un ritmo mayor.
-¿En qué consistía tu trabajo en la mina?
-Trabajaba en la octava planta. Cada día bajaba 500 ó 600 metros bajo
tierra. Luego caminaba una media hora hasta lo que es "el tajo". Allí,
como ayudante minero, cargaba carbón en un minador. También trabajé en
el taller eléctrico.
-¿Cuál es la problemática de la mujer en la mina?
¿Qué es lo que más necesita?
-En general es una problemática común con los hombres, aunque a veces
hay cuestiones relacionadas con el cuerpo. Por ejemplo, una embarazada
no puede entrar porque la presión le afecta; el periodo también te
afecta de manera diferente. Son cosas de las hay que ir concienciando a
tu entorno. A la hora de cambiarte tienes que buscarte un hueco y avisar
al vigilante o a un compañero, porque allí no tienes baños, y ellos no
tienen ningún problema.
-Ahora mismo estás a cargo de la Secretaría de la
Mujer de la FMM de Asturias. ¿En qué consiste tu trabajo?
-Llevo el Area de Mujer y Juventud. A raíz de la incorporación de la
mujer a la mina necesitaban a alguien que conociese su problemática, que
no es diferente a la de los hombres, pero hay cuestiones en los
convenios a hablar, y que hay que saber, como por ejemplo cosas
relacionadas con la lactancia, con la seguridad del cuerpo, la
fisonomía. Es bueno tener una persona que te dé esa visión, y qué mejor
que una mujer.
La verdad es que mi incorporación fue una apuesta fuerte que espero que
sea positiva. Por otro lado, las mujeres se sienten más cómodas hablando
conmigo. Si alguna tiene que pedir por ejemplo horas o días para hacerse
una inseminación artificial, le resulta más sencillo contárselo a otra
mujer.
"Ninguna mujer que
tenga unas condiciones económicas medianamente buenas quiere
entrar en la mina" |
-Tu nuevo trabajo es más seguro pero también requiere
una mayor entrega por tu parte.
-Sí, lógicamente sí, porque en la mina son siete horas de trabajo y
luego te vas a casa. Aquí te lleva un pelín más de tiempo, porque puede
surgir cualquier cosa tanto por la mañana como por la tarde, a cualquier
hora, pero te sientes recompensada en cierta manera.
-¿Qué puede aportar la mujer a este mundo, qué puede
modificar?
-Principalmente la visión de integrar, no de igualar, porque hay que
reconocer que realmente la mujer en la mina no tiene la misma capacidad
física. Pero nosotras podemos aportar nuestra visión, empezar a incluir
dentro temas familiares como es el cuidado de los niños, y forzarles a
ellos a que también sean esa parte integradora. Que se integre tanto el
hombre como la mujer en todas las tareas. Si tú trabajas y yo también,
¿por qué no nos podemos echar una mano?
-¿Eso en el mundo de la mina está cambiando también?
-Sí, se nota sobre todo en la gente joven. Antes la gente mayor,
terminaba el horario de mina y todos tenían huerta, animales, paraban a
tomar la pinta o la cerveza. Ahora no, la gente joven se dedica a la
familia, a los deportes, a hacer los deberes con sus hijos o a estar con
su mujer.
-Hasta ahora existía la mujer del sindicalista minero
o la hija del sindicalista, pero no la mujer sindicalista. ¿Cómo se
siente una siendo pionera?
-Al principio estás un poco asustada porque eres el centro de atención.
Cuando vas a empresas a hablar con los trabajadores llama mucho la
atención que vaya una mujer porque están acostumbrados a ver hombres...
Eso en nuestro sindicato lo vamos cambiando, ahora dentro de la
Federación ya somos cinco mujeres, hace unos años había una o dos como
máximo.
"Cuando vas a
empresas a hablar con los trabajadores llama mucho la
atención que vaya una mujer, porque están acostumbrados a
ver hombres" |
-La imagen de los mineros como hombres fuertes y
reivindicativos ¿se puede extender a las mujeres mineras?
-Las mujeres somos más guerreras todavía. Cuando vas a empresas tanto de
minería como del metal, si hay que ir a la huelga, ellas van, y son las
primeras en decir lo que piensan. Las mujeres somos más reivindicativas,
mucho más responsables y constantes. Somos conscientes de que tenemos
que sacar las cosas adelante poco a poco.
-¿Te cambió algo la forma de pensar a raíz de
trabajar en la mina?
-No, siempre fui una persona bastante progresista. Además ahora hay
muchas chicas en la mina. Las que rompieron el hielo sí que tuvieron
bastantes problemas a la hora de entrar. A mí no me supuso nada, es un
trabajo que requiere formación e ir poco a poco. Lo primero que te dicen
al llegar es: "cuidado con mancarte, pues si encima se manca una
mujer..."Yo siempre respondía: "pues una mujer igual que un hombre". ∆ |