uien haya visto a
esta asturiana recorrer los pueblos de Asturias en plena campaña
electoral, sabe que la juventud no está reñida con la responsabilidad.
Licenciada en derecho, Laura se afilió a las Juventudes Socialistas en
el 97, y al año siguiente al PSOE. Su trayectoria ha sido desde entonces
intensa en las lides políticas. Desde Asturias ha ido abriendo puertas a
Europa, convencida de que es el camino ideal para conseguir un futuro
diferente. No se cansa de repetirlo.
-Recientemente te han reelegido para este cargo. ¿Qué te
está suponiendo?
-Cuando me comprometo a desarrollar una labor me gusta hacerlo a
fondo. Me parece que es lo justo y lo correcto cuando adquieres un
compromiso y tus compañeros depositan una confianza en ti y te eligen.
Además el reto europeo está adquiriendo muchísima relevancia a todos los
niveles, y es una de las líneas de trabajo por las que tenemos que
avanzar, sobre todo la gente joven. Mi generación es la primera que
tiene un concepto de ciudadanía europea activa. Somos esa generación que
ha vivido en paz en Europa, sin ninguna lacra y conscientes de lo que
significa ser europeos, porque ser europeo hoy día es toda una garantía
y es algo que tenemos que saber aprovechar.
-¿Qué papel juega la juventud española en Europa?
-Zapatero es muy consciente de que el voto de la juventud le
llevó a la presidencia del Gobierno, y tiene un compromiso personal,
íntimo, de no fallar a esta gente que depositó en él su confianza. Ha
entrado con mucha fuerza en la escena política nacional, pero también en
la internacional, en Europa. No sólo tiene un compromiso con los jóvenes
españoles sino que tiene una visión de futuro muy clara y sabe que la
juventud es una apuesta fuerte indispensable. Necesitamos que el camino
por el que vayamos sea un camino seguro, de éxito, de integración
política, un camino que ilusione a la gente que cree que se puede
cambiar el mundo, y la UE es un instrumento muy útil para hacerlo y para
luchar contra las injusticias. En ese sentido el proyecto de Zapatero y
los valores de los jóvenes sintonizan perfectamente bien.
-Los jóvenes siempre han sido la vanguardia de las
revoluciones, ¿qué Europa se está construyendo bajo esa premisa?
-A día de hoy las puertas están absolutamente abiertas, y la
construcción europea es una apuesta muy fuerte en ese sentido. ¿Qué
Europa queremos los jóvenes socialistas? Pues una Europa que no sólo sea
una potencia económica en el mundo, sino una Europa integrada en lo
político, cohesionada en lo social, que luche por la justicia a todos
los niveles y que defienda los derechos humanos y los valores de la
democracia. Eso implica fortalecer a la UE en todos los aspectos, es
decir, que los Estados Miembros de la UE empiecen a apostar por la
integración a nivel político en esferas en las que hasta ahora no se
había entrado, de forma que podamos hacer de contrapeso a otras
potencias, sobre todo a EEUU, que desde hace mucho tiempo se ven solos,
como dueños y señores de la escena internacional.
La UE a día de hoy tiene su futuro por decidir y está en nuestras manos
decir cómo queremos que sea. Yo creo que nuestro modelo es el mejor, una
UE que cuenta con los jóvenes y se hace más fuerte.
"Ser
europeo hoy día es una garantía, algo que tenemos que saber
aprovechar." |
-En el referéndum sobre la Constitución Europea hubo una
gran abstención y un porcentaje del no a tener en cuenta. ¿Qué piensas
después de este balance?
-No hay que caer nunca en la autocomplacencia, sobre todo cuando
tienes un porcentaje de abstención tan alto como el que hubo, tanto en
el referéndum como en las últimas elecciones europeas. Eso es síntoma de
algo que los políticos europeos están empezando a detectar, y es el
alejamiento de la ciudadanía europea de sus instituciones. Es
fundamental acercar las instituciones europeas a los ciudadanos,
hacerlas más transparentes, más accesibles. A veces no somos capaces de
explicar a la gente lo importante que es Europa, lo que puede influir en
sus vidas, y cómo las decisiones que se toman en Bruselas afectan
directamente al ciudadano. Afectan a la persona que puede sufrir una
reconversión industrial o a la que pueda recibir una beca Erasmus o
Sócrates. Afectan a la regulación del medioambiente porque estamos
preservando nuestro patrimonio natural para las próximas generaciones.
Es decir, la UE, desde sus fondos estructurales a sus fondos de
cohesión, pasando por todas las líneas políticas, como la igualdad, los
derechos humanos o el medioambiente, nos afecta todos los días y tenemos
que ser capaces, sobre todo las personas que tenemos responsabilidades
políticas, de acercar esa realidad a las personas, sobre todo a la gente
joven.
Se van consiguiendo avances, pero hay mucho que mejorar, y es una tarea
de todos los días, y ese compromiso en las Juventudes Socialistas
existe, y es una de las prioridades porque creemos que Europa es
fundamental. Europa afecta a los jóvenes en sentido positivo y ellos
tienen que saber de qué va esto para poder aprovechar las ventajas que
nos aporta el estar en la UE.
-¿Qué papel juega la mujer en este escenario?
-Se han conquistado muchos espacios pero aún queda mucho por
conseguir, porque la igualdad real no existe. Existe una realidad sobre
el papel, pero la igualdad verdadera se conquista en el día a día, en el
trabajo, en los estudios, en la conciliación de la vida familiar y
laboral.
Es fundamental la educación en la igualdad, y la UE tiene un papel
fundamental en este aspecto porque puede coordinar políticas. El Norte
de Europa está mucho más desarrollado que el sur, y la UE puede actuar
de correa de transmisión de esas políticas que se llevan a cabo. Aún con
todo, España está dando síntomas de avance en ese sentido, porque
tenemos el primer gobierno paritario. Es un pasito más que vamos dando
juntos hombres y mujeres, tenemos que seguir luchando porque el concepto
de igualdad se profundice, pero igualdad de hombres y mujeres, entre
distintas opciones sexuales, igualdad entre distintas condiciones
sociales, porque para eso hay también un concepto social de Europa, y un
estado social, como es el caso español.
"Fueron los jóvenes los que acudieron a limpiar las playas
gallegas de manera altruista. Son los que gritan que quieren
un mundo en paz y otro sistema de relaciones
internacionales, los que salen a la calle cuando hay una
guerra." |
-¿No echas de menos que Zapatero sea más contundente en
ciertos temas, como por ejemplo lo relativo a la relación con la
Iglesia?
-No estoy de acuerdo, no creo que todos los temas necesiten el
mismo tratamiento, ni la misma "contundencia". Zapatero es sobre todo
una persona de palabra y en los cuatro años de mandato va a cumplir lo
que prometió en campaña electoral, pero evidentemente no se puede
esperar que cumpla todo su programa electoral en un año. Hay un programa
de gobierno, hay una idea de España, y una idea de modelo social y de
relaciones con la Iglesia, y eso se va desarrollando poco a poco. Se
necesita tiempo porque la parte de sociedad que no es favorable a
ciertos cambios necesita adaptarse, y hay temas más sensibles que otros
y necesitan un periodo de adaptación más largo, pero estoy convencida de
que al final del mandato si vuelves a hacerme la entrevista me dirás
"¿qué promesas crees que Zapatero hará para la próxima legislatura?
porque en ésta se ha cumplido lo que se ha prometido". Cada cosa
necesita su tiempo y hay que dejar que el presidente lo administre.
-Ante circunstancias como el cambio climático, o los
conflictos bélicos existentes, ¿cómo se perfila el futuro?
-A día de hoy los problemas son globales. Una crisis económica
en un país repercute en otros muchos, el cambio climático es algo
absolutamente global e incontrolable, el tema de derechos humanos
traspasa las fronteras... por eso los actores internacionales son muy
importantes. Tener una UE fuerte y consolidada nos va a ayudar a que
podamos ir corrigiendo esas cosas que no nos gustan. Yo quiero ver el
futuro con esperanza, no me gusta resignarme y conformarme con lo que
veo. Hay que luchar por lo que uno cree y hay que poner los medios para
cambiar lo que no te guste. Creo que la UE y las Naciones Unidas tienen
un papel muy importante de aquí al futuro. Los procesos de cambio, por
ejemplo una reforma en Naciones Unidas, tienen que pensarse con calma,
tienen que ser una reflexión serena, profunda. Son temas que están
encima de la mesa y el papel que juegan estas organizaciones
internacionales de las que formamos parte va a ser básico y fundamental,
porque un país solo no va a lanzarse a cambiar el mundo. Es una tarea
colectiva, en la que hay que contar con todos, incluidos los EEUU,
porque si por ejemplo, EEUU no firma el Protocolo de Kioto, aunque entre
en vigor en el resto del mundo es difícil que podamos llegar a
resultados satisfactorios.
El mundo necesita respuestas globales y tenemos instrumentos que pueden
darlas, sólo que todavía no hemos llegado a utilizarlos de la manera
adecuada, aprovechando todo el potencial que podemos desarrollar.
-¿Podemos finalizar diciendo que los jóvenes tienen que
luchar y crear su propio espacio político?
-Sí, no podemos esperar a que nos regalen nada. Es inherente a
nosotros, nuestro espíritu crítico, nuestras ganas de luchar y de
enfrentar el mundo con energía.
Estoy convencida de que los jóvenes no somos pasotas, y es muy injusto
que nos califiquen así, porque si uno vuelve la vista atrás fueron los
jóvenes los que acudieron los primeros a limpiar las playas gallegas de
manera absolutamente altruista, son los jóvenes los que gritan que
quieren un mundo en paz y otro sistema de relaciones internacionales,
los que salen a la calle cuando hay una guerra o una ocupación ilegal.
Los jóvenes tenemos mucho que decir, y tenemos todo el derecho del mundo
a hacerlo porque vivimos en una situación criticable muchas veces. Y no
sólo hay que alzar la voz sino también trabajar para cambiar las cosas,
involucrarse. El trabajo colectivo y la respuesta global impulsada por
la gente joven es una opción de futuro que tiene muchísimas
posibilidades.
-Tu mundo ideal.
-Un mundo más justo, un mundo en paz, donde por el hecho de
nacer en un país o en otro no te veas abocado a la esclavitud de ningún
tipo, ni a participar en cosas en las que no crees. ∆