ernardo Fernández,
padre de la mayor parte de nuestra legislación autonómica, es además un
profesional dentro del área del derecho internacional, y dirige el
Centro de Documentación Europea de la Universidad de Oviedo.
-¿Qué sabor le ha dejado su paso por la Administración
autonómica?
-Mirando en perspectiva, el tiempo que dediqué a la política es
casi igual al que dediqué a la Universidad y me implicó sacrificar tanto
mi vida profesional como mi vida docente. Cabría ver dos cosas, y una de
ellas es cómo vi la Universidad cuando regresé a ella después de haber
estado al principio, una vez terminada la carrera como docente, y ahora.
Hoy día la Universidad está muy cambiada, tanto en medios materiales
como en los planes de estudio, pero también ha cambiado la actitud de
los estudiantes. Estuve incluso, antes de incorporarme a la política, en
un cargo de responsabilidad pública; me encomendaron, en representación
del Partido Socialista, ser miembro de la ponencia que elaboró el
proyecto de estatuto de autonomía para Asturias. Por lo tanto, tuve la
fortuna de poder contribuir a construir lo que es actualmente la
comunidad autónoma desde el punto de vista del diseño jurídico, y luego,
desde el punto de vista del diseño orgánico. En ese sentido me puedo
considerar afortunado. Las obras de uno, luego, se desligan de la
voluntad de uno mismo. Es decir, la comunidad autónoma y la organización
diseñada adquieren vida propia al margen de mi voluntad. Cuando lo miro
ahora, con distancia, porque uno no puede implicarse en la defensa de lo
que ha hecho como si fuera el intérprete único y supremo, la realidad es
muy superior.
-¿Qué impacto va a tener sobre Asturias la ampliación de
la Unión Europea?
-Lo que parece un hecho asumido por todos son los efectos sobre
la política estructural. El primer efecto, el más evidente aunque
durante un tiempo estuvo como oculto por lo que se llamaba el efecto
estadístico, es que la ampliación de la Unión Europea a 25 miembros
significa la incorporación de Estados con un nivel de riqueza inferior a
la media comunitaria para cualquiera de los estados miembros actuales,
eso trae como consecuencia que los mecanismos de ayuda, tanto del fondo
de cohesión, como de los fondos estructurales, van a destinar
preferentemente sus dotaciones financieras hacia las regiones y los
estados de nueva adhesión. Asturias, por lo tanto, que ha sido
privilegiada durante todo el periodo de pertenencia de España a la Unión
Europea, se verá privada de fondos estructurales. El problema es en qué
plazos.
"A
veces uno es muy consciente de dónde está la raíz de los
males y sin embargo, debido a las responsabilidades
públicas, tiene que obrar con una prudencia que no se le
exige al que no está en el cargo" |
-¿De qué baremos estaríamos hablando?
-Por lo que se conoce como efecto estadístico, para ser
beneficiario en grado máximo de los fondos estructurales necesita que el
producto interior bruto por habitante de la región en cuestión no sea
superior al 75% de la media comunitaria. Si Europa no se hubiera
ampliado Asturias estaría bordeando ese umbral, pero todavía un poco por
debajo y en consecuencia seguiríamos en el próximo septenio siendo
beneficiarios netos como región objetivo uno. Ahora bien, al haber
integrado regiones que son más pobres, la media comunitaria desciende y
por tanto, Asturias está situada por encima de ese umbral. Consecuencia:
en los próximos años cuando se diseñe la lista de regiones objetivo uno,
las más beneficiadas por los fondos estructurales, no estará incluida
Asturias.
-¿Qué se puede hacer al respecto?
-El tema ante esta privación está en cómo conseguir que la
pérdida de los fondos no sea drástica sino gradual. Y en eso se está
discutiendo, pero el problema está también vinculado a las perspectivas
financieras, es decir a cuál es el tamaño del presupuesto, porque está
vinculado a las pretensiones de algunos estados de reducir el tamaño del
presupuesto y la aportación de estos estados al presupuesto comunitario.
En ese problema estamos y es el más evidente. La ampliación en realidad
es consecuencia de la superación de la política de bloques y de la
guerra fría, de la división de Europa en modelos durante muchos años
antagónicos; no sólo en el plano político, sino también en el económico,
en el social y en el militar. Esta transformación entraña unos cambios y
una redistribución incluso del poder político en el seno de la Unión
Europea. Otra cosa es la Constitución Europea, que es una refundación de
la Unión Europea para una Europa ampliada. No se trata de una
transformación solamente interna de perfeccionamiento de la Unión, sino
que es el diseño para una Europa ampliada donde se ha redistribuido el
poder, y todo eso va a significar alteraciones para el Estado, para
España y en consecuencia, también para Asturias; porque no se puede
concebir Asturias al margen de ninguna otra región, al margen de lo que
signifique España en el seno de la unión.
-¿Con todo ello se tiende a crear los "Estados Unidos de
Europa"?
-Esa es una de las pretensiones de algún político, porque el
horizonte final de lo que se entienda por la Europa política, por la
Unión Europea, no es un horizonte unánime. Es decir, la concepción que
hay respecto de cómo articular las relaciones entre los estados en esa
organización internacional, que es la Unión Europea, no es compartida
por todos. Hay visiones que postulan un "Estado Federal Europeo", otra
que postula una Federación de Estados Nación, otros incluso hablan de
una Europa de las regiones, superando a los Estados, etc. La afirmación
de que Europa camina hacia los "Estados Unidos de Europa" es el reflejo
de una vieja frase que se remonta a Churchill en los años 40. Pero no es
el horizonte ni inmediato ni único. No todos comparten la misma tesis,
incluso, no sé si es posible. Una utopía puede servir como palanca de
una acción política, pero si es impracticable, entonces la utopía es una
fantasía.
-Asturias y el Protocolo de Kioto. ¿Estamos en
condiciones de asumirlo?
-El Protocolo de Kioto, por principio, representa un ajuste o
defensa medio ambiental; un ajuste en algunos sectores productivos muy
importante. Luego, depende de cómo se aplique el reparto de las
restricciones, que de no atender a las circunstancias de cada sector
productivo y de cada región, puede convertirse en un grave riesgo para
la continuidad de algunas actividades económicas. Es una necesidad de
atajar los atentados y los riesgos contra los equilibrios ecológicos,
siendo conscientes de los procesos que los generan. Luego, la aplicación
concreta hay que medirla con realismo y con prudencia. Tengo la
sensación de que las últimas orientaciones que se han hecho entre el
Gobierno Regional, el Gobierno Central o sindicatos del sector, van por
una vía de adaptación prudente en la ejecución de los compromisos de
Kioto. Hay que estar muy atento a los riesgos que puede producir con
carácter inmediato la aplicación, pues ocasionará un trastorno a algún
sector y por lo tanto, habrá que hacerlo con tacto, y creo que nadie que
sea prudente lo haría de otro modo. En la Unión Europea, y en algunos
valores, a veces hay unas cargas enormes de voluntarismo ejemplarizante,
se quiere dar ejemplo a todo el mundo y muchas veces este comportamiento
parte de la premisa de que el otro, el antagonista, el contrario, el
competidor obra con el mismo criterio y eso muchas veces no es así. En
muchas ocasiones cada uno no sólo busca el bien de una unidad superior,
sino el de uno propio, el de una determinada nación, un determinado
estado o sector productivo. Hay que ser también consciente de esa
realidad cuando uno diseña la ejecución de cualquier política en
Asturias o en España.
-A Zapatero, a raíz de alguno de sus discursos, le han
tildado de utópico. ¿Cree que son necesarias las utopías y trabajar por
hacerlas realidad?
-Depende de lo que se entienda por utopía. Siempre en la
actividad política se trabaja por proyectos y por programas, por lo
tanto tienen un horizonte, pero éste tiene que ser viable, no puede ser
fruto de la fantasía, ni un objeto de delirio, lo cual no quiere decir
que no se requiera un tiempo para trabajar en esa dirección. Si por
utopía entendemos un horizonte programado de un proyecto para un grupo
social, aún cuando sea lejano, creo que es un objetivo factible,
realizable, y por difícil que sea de conseguir yo creo que es muy
positivo. Pero si utopía se entiende como un objetivo final
impracticable, fruto de la pura fantasía, entonces sólo está bien en la
medida en que contribuye a poder utilizarse como contraste de lo que
hay. Entonces, en todas estas últimas discusiones respecto de las
políticas del presidente Zapatero, a lo que hay que acudir es a la
definición de los proyectos. Algunos de los objetivos enunciados por
Zapatero son enormemente atractivos, pero requieren precisión,
definición. Valen como enunciados genéricos. Me imagino que estará
refiriéndose, por ejemplo, al pacto de civilizaciones. Es la afirmación
de un camino que se contrapone al conflicto, que lo que está postulando
es diálogo y el consenso. Es, en ese sentido, una llamada de atención a
por dónde podrían construirse ciertas vías de solución a determinados
conflictos. Pero espero que a Zapatero no se le ocurra pensar que todos
los conflictos sociales y todas las contradicciones se resuelven siempre
mediante el diálogo y mediante soluciones consensuales; el conflicto a
veces es inevitable.
"Como contraposición a quien entiende que mediante la bronca
se resuelven los problemas, Zapatero es una corriente de
sentido común y de sensatez" |
-¿Realmente existe una política hecha por hombres y otra
por mujeres, al igual que existen políticas de derechas y de izquierdas?
-Yo no comparto ni entiendo eso; lo mismo que hay las teorías
feministas del derecho internacional y la teoría feminista del Quijote.
Creo que hay que evitar determinadas discriminaciones en razón de sexo y
hay que trabajar con toda claridad porque se superen mediante la
discriminación positiva o lo que fuera, pero esas concepciones globales
de explicación de la realidad, del mundo desde una perspectiva
feminista, a mí a veces se me escapa.
-Sin embargo de Zapatero se ha dicho que es muy
femenino, en ese sentido de tener una cierta sensibilidad para ver los
problemas desde otro punto, sin cerrazón.
-En todo caso no creo que sea privativo de Zapatero ni tampoco
de las mujeres. Lo que caracteriza a Zapatero es el énfasis en
soluciones consensuales frente a las conflictivas. Es decir, confía
mucho más en el diálogo, en la capacidad de entendimiento de las partes
para superar los conflictos. Yo creo que sobre la voluntad de consenso
hay que también ser consciente de que en ocasiones habrá que contrariar
voluntades o doblegarlas, porque no se puede hacer de España el promedio
de todas las opiniones que son contradictorias. Lo que pasa es, que
frente a quien entiende que sólo mediante el conflicto o la bronca se
resuelven los problemas, Zapatero es una corriente de sentido común y de
sensatez.
-¿Cuál debe ser la responsabilidad de todo intelectual
frente a la sociedad?
-El de analizar constantemente la realidad. La obligación de
cualquier intelectual es ser siempre un analista de la realidad, sobre
todo desde un sentido profundamente crítico, yendo a las causas, a la
raíz de los problemas de la sociedad. Lo que sucede es que la capacidad
de desvelar esa realidad y analizar las raíces de los problemas y el
modo cómo se pueden llevar a la práctica, varía según uno tenga un cargo
de responsabilidad pública o no lo tenga. El político tiene básicamente
la misma obligación y es igual de intelectual que un profesor o que un
mecánico pero tiene que estar movido por la prudencia. A veces uno es
muy consciente de lo que sucede o de cuáles son los problemas de la
sociedad y dónde está la raíz de los males y sin embargo, debido a las
responsabilidades públicas, tiene que obrar con una prudencia que no se
le exige al que no está en el cargo. No obstante, la obligación de todos
es no comulgar con ruedas de molino, no darse nunca por satisfecho con
las explicaciones simples y sencillas, y tener muy claros los objetivos.
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