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SUPLEMENTO ASTURIAS   -  ENERO 2005

"En los últimos años las palabras perdieron totalmente el valor. Hay guerras humanitarias, hay bombardeos para liberar a la gente, hay invasiones y ocupaciones para traer la democracia... Cualquiera puede hablar de libertad, un demócrata y un dictador"
Foto: I.G.


RAFAEL PALACIOS

Director de la Agencia Asturiana
de Cooperación al Desarrollo

La fuerza de la solidaridad


Hace apenas un año que ha nacido la Agencia Asturiana de Cooperación al Desarrollo. Al frente de este organismo de solidaridad, Rafael Palacios, tiene ante sí varias metas a conseguir y una necesidad imperiosa de llevarlas adelante. Defiende las utopías como realidades alcanzables. Sus palabras destilan convicción por los cuatro costados y no admite quedarse de brazos cruzados mientras no exista justicia social./ Texto: Isabel Muñiz

Ideas, proyectos, necesidades... muchas son las líneas que quiere desarrollar Rafael Palacios, y no escatima palabras a la hora de explicarlas. Este joven profesor de matemáticas es el Portavoz Nacional para el Bloque por Asturias y dirige desde hace un año la Agencia Asturiana de Cooperación al Desarrollo. Su experiencia en el ámbito de la cooperación es amplia, ha colaborado con varias ONG y ha viajado a distintos puntos del planeta, en especial a la zona de los Balcanes, de la que es buen conocedor.

-Imagino que para un trabajo como éste es necesario trabajar siempre con una fuerte motivación.
-Si no se tiene ilusión y ganas de trabajar no hay nada que hacer, porque aquí hay que pasar las 24 horas los 365 días del año, a veces estás conviviendo con situaciones difíciles y duras. Además se necesita mucho trabajo, y para eso es importante tener un buen equipo, gente con experiencia y comprometida. Nosotros tenemos una responsabilidad muy grande. Estamos gestionando el dinero de los asturianos, y cuando estamos fuera también los representamos. Aquí no vale el "estoy cansado."

-La Agencia Asturiana da este año sus primeros pasos. ¿Cuáles son los objetivos trazados?
-A lo largo de estos cuatro años queremos dotar a la Agencia de los recursos suficientes, y de la estructura necesaria que le permita desarrollar un buen trabajo. Una parte fundamental es el contacto directo en el ámbito de la participación, que los movimientos sociales estén participando en el diseño político y en la toma de decisiones. En ese sentido me gustaría recalcar el gran trabajo que está haciendo la Coordinadora de ONG y el compromiso tan grande que tiene en este ámbito.
Hay una serie de retos que tenemos por delante, como es la Ley de Cooperación, que por fin Asturias va a tener en esta legislatura. Estamos intentando poner en marcha el Fondo Asturiano de Cooperación y Solidaridad, estamos en fase de elaboración del plan asturiano de derechos humanos, y trabajamos en un código ético que regule qué se debe hacer y qué no se debe hacer en la cooperación.
La Agencia necesita configurarse, marcarse líneas para el futuro y esto viene acompañado de las distintas líneas de cooperación y de los proyectos que tenemos ya en marcha. Nos exige estar en muchos flancos, requiere el trabajo administrativo, el trabajo de calle y también el de la cooperación.

-¿Dónde termina la solidaridad y empieza la justicia?
-En los últimos años las palabras perdieron totalmente el valor. Hay guerras humanitarias, hay bombardeos para liberar a la gente, hay invasiones y ocupaciones para traer la democracia... Cualquiera puede hablar de libertad, un demócrata y un dictador. Todo eso pierde valor, y la palabra solidaridad es una palabra que también quedó vacía de contenido.
Yo tengo la suerte de conocer a muchísimas personas que dedican un buen número de horas a esto de una forma totalmente desinteresada; gente que está apostando fuertemente, ya no sólo que esté jugándose la vida, sino además dando un paso adelante en este concepto de solidaridad que es dar y recibir.
La solidaridad es un compromiso voluntario que se hace entre personas iguales y es un camino de ida y vuelta donde se ponen en valor muchas cosas, no sólo lo económico sino lo social, lo político, el conocimiento, la transmisión. Por lo tanto es importante el respeto, la horizontalidad y el compromiso, y también el entender que sin justicia social, no va a haber paz en el mundo.

"Si no somos capaces de que todo el mundo coma, de que se acceda a la salud, a la educación, si todo eso no lo garantizamos, ¿qué esperamos?, ¿que millones de personas en el mundo estén sentadas esperando la muerte?"

-¿Por dónde pasa la solución a los problemas?
-Pasa por otra serie de cuestiones, como el compromiso entre las naciones, el respeto a las culturas, el poder comprender y ponerse en la posición de los demás para entender lo que nos pasa. Si no trabajamos ahí, evidentemente estamos pisoteando la justicia social y seguirá habiendo guerras y atentados. En el Líbano, en un campamento de refugiados palestinos en el que vivían quince mil personas en un kilómetro cuadrado, nos decían "pero ¿qué esperan de nosotros? No podemos trabajar, no podemos acceder a la salud, a la educación, no tenemos agua, ni luz. No podemos construir viviendas, no hay trabajo y nuestros hijos están condenados a este futuro, ¿qué esperan de nosotros?". Si no somos capaces de que todo el mundo coma, de que se acceda a la salud, a la educación, si todo eso no lo garantizamos, ¿qué esperamos?, ¿que millones de personas en el mundo estén sentadas esperando la muerte? Ese es el problema.
Por lo tanto todo esto pasa por esa justicia social, por una justicia económica, por transformar los mecanismos de control y las relaciones. Pasa por muchas cosas que están puestas encima de la mesa, como ese compromiso de distintos países, entre los cuales está el estado español, de luchar contra la enfermedad y contra el hambre. Pasa por todo eso.

-En ocasiones discursos como el que realizó en su día Zapatero ante Naciones Unidas son tachados de idealistas y utópicos.
-La izquierda siempre parece utópica. Supongo que es el mismo problema que tuvo Leonardo da Vinci o Julio Verne cuando escribió los libros que después se confirmaron. Las ideas, sobre todo de transformación y de cambio, de justicia social, siempre resultan utópicas. Yo insisto que en estos momentos hay los conocimientos y los recursos económicos suficientes para acabar con el hambre en el mundo, y eso no son datos que manejen las personas de izquierdas, los utópicos. Son datos de Naciones Unidas y del Fondo Monetario Internacional.
Sólo con que se respetaran las leyes y los acuerdos internacionales que están suscritos por muchos países habría unos avances grandísimos. Y eso no es utópico porque está firmado, a no ser que alguien lo firme riéndose. Realmente en muchos países hay un compromiso, aparecen líderes, como el caso de Lula en Brasil, que con todas las dificultades que tiene y con todas las decepciones que pueda dar, sí muestra una línea distinta y crea esperanza, y lo que es más importante moviliza a la gente en los pueblos.

-¿Movilizaciones como las que se produjeron contra la guerra de Irak?
-Las personas se convierten en actores que obligan y presionan a los dirigentes, a los presidentes para que caminen en una dirección. Todo eso está conformando un panorama político distinto y puede que poco a poco, como pasó aquí, todos los responsables políticos de la ocupación y la guerra de Irak, todos los responsables políticos de determinadas cuestiones, vayan desapareciendo de la escena política. Yo tengo esa esperanza, vamos a ver si lo conseguimos. Ya dimos el primer paso, por decirlo de alguna forma, en el estado español, y espero que se vaya confirmando. Sabiendo que eso no significa que hayamos ganado ninguna batalla pero vamos avanzando. Vamos a ver qué pasa.

-¿Resulta difícil vivir a caballo entre Asturias y los lugares donde desarrolláis proyectos de cooperación?
-A veces es complicado. Te ayuda a relativizar muchos de los problemas que tenemos aquí, y también a veces te crea un sentimiento de rabia que hay que saber canalizar hacia el compromiso, hacia el mayor esfuerzo y trabajo, porque vives algunas situaciones que no son tolerables ni entendibles.
Que haya cuatrocientas mil personas viviendo ahora mismo en campamentos de refugiados palestinos en el Líbano, que no tengan reconocidos los derechos civiles y sociales, y que la comunidad internacional los tenga totalmente abandonados, es lo que hace que te conviertas también en un agente de denuncia.
La verdad es que de algunos viajes vienes bastante fastidiado. Cada persona, circunstancia y tragedia son distintas, y por lo menos a mí no se me crea ese callo en el corazón. De todas formas nosotros tenemos la suerte que tenemos la familia, los amigos y las comodidades esperándote.

"Sin justicia social, no va a haber paz en el mundo"

-¿Es importante estar allí?
-Vas a los Balcanes y ves que por el hecho de ser musulmanes mataron a siete mil y los tiraron a una fosa común. Vas a Centroamérica y ves que los paramilitares asesinaron a sindicalistas, e indígenas por reclamar sus tierras. Ves cómo en cien metros de distancia hay gente que lo tiene todo y hay gente que no tiene nada. Por eso es necesario ir y ver, sobre todo porque esa gente te lo esta reclamando, quieren que vayas y veas, para que luego tú vengas aquí y transmitas. A veces no todo consiste en dar dinero. La gente pide apoyo político, acompañamiento y que trabajemos en el ámbito de la denuncia, porque es importante. También quieren que vayas porque tienen la necesidad de mostrar que los fondos que se destinan a cooperación se emplean realmente en esos proyectos.
Y también es una alegría muy grande ir a muchas partes del mundo viendo que hay proyectos que están financiados con dinero de la cooperación asturiana, que hay cooperantes asturianos que llevan años allí dándolo todo, en el más profundo desconocimiento y anonimato por parte de todo el mundo. Entonces aprendes mucho, hay cosas muy duras pero también mucha satisfacción.

-¿De dónde nace la fuerza que transmiten tus palabras?
-Supongo que para una organización como la que yo milito, Bloque por Asturias, que tiene muy poco tiempo de vida, tener la posibilidad de estar en las instituciones y estar donde se decide, nos da fuerza, ilusión y ganas, sobre todo los que tenemos años de pelea en ámbitos políticos difíciles. Ahora tenemos la oportunidad de poder transformar las cosas. Tenemos una oportunidad importante que no podemos desaprovechar.
Además tengo la suerte de estar en un ámbito de gobierno donde se ven las cosas muy directamente y te permite tomar decisiones rápidas sobre cosas concretas. A veces es muy desmoralizante, porque hay tragedias naturales o humanas de dimensiones tremendas. Pero pocas personas en diferentes lugares haciendo cada una de ellas lo que pueda, pueden transformar muchísimo más de lo que nos parece. ∆

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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