Texto y foto: Lupercio González
Un compromiso
educativo
La mejora de la educación es su bandera y no escatima
medios para conseguir que nuestra región gane aún más en calidad
educativa.
Aunque
gallego de nacimiento, es hijo por parte materna de emigrantes
asturianos en Cuba. Estudió filosofía y sociología en París, Roma y
Alemania. No fue hasta el año 1973 cuando aterriza finalmente en
Asturias. Ha dado clases en los institutos Alfonso II y Leopoldo Alas
Clarín de Oviedo. En el año 84 entra en la Administración pública y
hasta la fecha ha estado trabajando en ella, salvo durante la
legislatura de Sergio Marqués. Ha sido Director General de Educación,
Viceconsejero de Educación y recientemente Consejero de Educación y
Ciencia.
-Asumir esta responsabilidad ¿qué le supone?
-Para mí es un gran reto. Además cuento con un equipo de trabajo
muy bueno, gente muy consagrada y con las ideas muy claras. El reto que
tenemos es el de mejorar la calidad y la atención a los niños y las
niñas asturianos. Ese reto, que llevamos persiguiendo muchos años, lo
vamos cumpliendo. Hemos alcanzado objetivos importantes y en algunas
cuestiones clave estamos a la cabeza del país. Y eso no lo decimos
nosotros, sino que es un dato objetivo. Por ejemplo: el nivel de fracaso
escolar en la ESO es el menor que existe. Según datos del Ministerio
referidos al curso 2002 en la Educación Secundaria Obligatoria, Asturias
tiene el menor fracaso de todas las comunidades españolas y la tasa de
aprobados en ese mismo año es del 85,8%, por tanto superior a la media
europea que es del 81,2% y superior a la tasa media española que es del
74,4%. Y si hablamos de la educación superior estamos en un 76%.
-¿Significa eso, que asumidas las transferencias
educativas, ha habido un despegue de la calidad educativa en Asturias?
-Asturias, como todas las zonas industrializadas del país,
siempre ha tenido unos rendimientos académicos elevados, esto no es
nuevo. Además de eso, la situación específica que vivimos en Asturias ha
facilitado el rendimiento. Me refiero, evidentemente, a la bajada
demográfica que hace que tengamos unos grupos en donde la relación
alumnos-unidad es bastante más baja que el resto de España, y sobre
todo, la relación profesor-alumno donde estamos a la cabeza en España.
Esos dos elementos han favorecido la educación.
Las dificultades vienen fundamentalmente producidas por un cambio social
muy importante. Como diría Fernando Savater: la familia ha desaparecido.
Este es un tema muy importante, porque el papel que juegan las familias
en la educación es clave y fundamental. La primera socialización se
produce en la familia y es en ella donde los niños deben de aprender a
respetar a los mayores, a organizar su vida, seguir unos patrones,
seguir unas normas. Es decir, en la familia se aprenden las bases de lo
que es la socialización, y la escuela sobre esas bases prosigue la
instrucción.
-¿Y en qué se nota la falta de la familia?
-La familia en estos momentos ya no cumple con esa tarea de
primera socialización, por lo tanto la escuela asume además de sus
propias tareas, aquellas que la familia no realiza. Eso hace que los
problemas se compliquen, sobre todo en aspectos tan importantes como el
respeto, tanto a los mayores como a la autoridad. Todas esas cuestiones
hacen que el mundo de la convivencia de la escuela sea más complejo y
más problemático, porque acaba dedicándose a temas que no son propios de
la escuela, pero que la sociedad le impone. Este no es un problema sólo
de la escuela, sino de la sociedad. El gran reto es volver a tener una
escuela que esté muy conectada con la familia, la familia conectada con
la escuela; que consideren que el objetivo común a ambos es la educación
de esos niños y que pongamos todos los medios para alcanzar esa tarea.
Si ambas partes van en la misma dirección, todos los otros elementos,
por lo menos en Asturias, están ya dados.
"Vivimos en un mundo complejo donde los centros educativos
se han diversificado mucho. Dar clase pasa factura" |
-¿Eso sucede porque muchos padres se lavan las manos en
cuanto a la educación de sus hijos?
-Hoy en día los padres trabajan, los niños están mucho tiempo
solos. No tienen tiempo para estar en comunicación continua con la
escuela. No es un tema de buenas o malas intenciones, es un tema de
estructura social que hay que replantearse si queremos realmente que la
educación de los niños sea un objetivo en el que todos participemos. Los
padres deben sacrificar algunas cosas en aras de que esos niños se
desarrollen de manera adecuada, independientemente de que la escuela
tenga también que replantearse cuestiones.
-Con la caída demográfica que ha experimentado Asturias
¿qué futuro vaticina para el sector educativo?
-Hace seis años perdíamos cinco o siete mil alumnos cada año,
ahora el descenso es menor y hay un rebrote, lento, de la población
infantil. No son grandes cifras pero significa la apertura de aulas de
infantil en el eje Oviedo-Gijón, que es donde se está produciendo. Y en
su momento irá repercutiendo en primaria, bachillerato, etc. Los
estudios demográficos de la Universidad nos indican que ese rebrote se
va a acabar relativamente pronto, sobre el año 2008. La caída
demográfica asturiana sigue siendo un problema que está encima de la
mesa. Eso tiene sus aspectos positivos y sus aspectos negativos. Sus
aspectos positivos: nos permite tener en Asturias una especie de
balneario educativo. Aquí no hay crecimiento y la relación
profesor-alumno es cada vez mejor porque cada vez hay menos alumnos. Sus
aspectos negativos: una sociedad que no se desarrolla demográficamente
lleva en su germen, en su núcleo, menos posibilidades de crecimiento.
Hay que señalar que el hecho de que haya menos alumnos también tiene
aspectos negativos, sobre todo en la zonas rurales, porque eso implica
una cierta desertización y un cierre de aulas en las zonas rurales.
En estos momentos estamos también procurando llegar a un consenso para
reordenar las escuelas rurales. Nosotros sólo cerramos unidades con tres
alumnos, con cuatro siguen abiertas, pero tenemos que organizarlo todo
de tal manera que haya las menores pérdidas de tiempo en itinerancia y
que los profesores se dediquen fundamentalmente a atender a los niños.
Todo esto es beneficioso para el funcionamiento pedagógico de esos
centros.
-Los inmigrantes parecen ser una solución a esa caída
demográfica. ¿Qué se está haciendo en cuanto a la educación
compensatoria?
-En estos momentos debemos de tener matriculados unos tres mil
inmigrantes, fundamentalmente son latinoamericanos, en particular
ecuatorianos. No hay el problema del idioma y se pueden integrar más
fácilmente. En Asturias tenemos que decir que ese problema no nos
plantea dificultades especiales. Por ejemplo, vamos a abrir dos aulas
para facilitar la inserción lingüística de los niños que vienen y que no
tienen conocimiento alguno del español, una en el colegio Calderón de la
Barca y otra en el Alfonso II. Entre los dos centros tenemos catorce
alumnos, por lo que vemos que el problema es reducido. Otra cosa es la
problemática general de la inmigración, lo que implica para muchos de
ellos, incluyendo los que vienen de Latinoamérica, que aunque hablan
castellano sufren una adaptación porque el lenguaje no es exactamente el
mismo. Y sobre todo, una adaptación curricular de los contenidos, de las
enseñanzas y demás. El proceso se está llevando bastante positivamente.
Recuerdo que en los últimos premios nacionales de FP había una chica
ucraniana que había ganado un premio nacional de Formación Profesional,
cosa que me parece muy importante. Nosotros estamos poniendo todos los
medios para facilitar la integración en el sistema educativo tanto a
nivel del idioma como a otros niveles, aunque no están exentos de
dificultades.
"El
gran reto es volver a tener una escuela que esté muy
conectada con la familia" |
-La zona rural asturiana ¿ya no es entonces la gran
olvidada a nivel educativo?
-Por ejemplo en lo que se refiere a obras, en estos cuatro años
hemos gastado tres millones de euros. Pero si nos referimos a
equipamientos, transferencias de capital y diversos programas, nosotros
en los tres primeros años hemos invertido diez millones seiscientos
sesenta y cuatro mil euros. Estamos haciendo un esfuerzo económico
importante y el mayor de ellos es que para 2.375 alumnos que están en la
escuela rural tenemos 503 profesores. Tenemos un profesor cada cuatro y
pico alumnos, por tanto estamos en unas condiciones de atención a la
escuela rural óptimas. Y eso, dentro de las dificultades del mundo
rural, que son las itinerancias. Desde la Administración estamos
haciendo un esfuerzo claro, tanto a nivel de equipamientos como de
obras. Por ejemplo, en lo relativo al equipamiento informático, había un
programa que es Asturias, la Aldea Digital, en el que en estos años
hemos invertido cuatro millones de euros. De esta manera prácticamente
en todas las escuelas existen ordenadores, programas y demás.
-¿Cómo se devuelve la ilusión a un colectivo tan
desmoralizado como el del profesorado, en el que aumentan las bajas por
estrés?
-Como punto de partida hay que decir que la profesión del
enseñante es dura y con pocas satisfacciones, porque vivimos en un mundo
complejo donde los centros educativos se han diversificado mucho. Dar
clase pasa factura. También cada vez la media del profesorado va siendo
mayor y lógicamente eso se nota en las bajas por enfermedad. De todas
formas esto no afecta de manera igual a todos. Yo, que soy profesor y
que vivo en ese ámbito, no veo tantos profesores desencantados, porque
un profesor que ame su profesión y que tenga vocación, está por encima
de todas esas dificultades. No obstante, siempre puede haber un número
que no responda a este perfil, como en todas las profesiones.
-Entonces la cuestión es más vocacional que económica.
-La profesión de enseñante siempre tuvo dificultades. Hubo
tiempos, no tan lejanos, donde se nos pagaba muy mal. Hoy día se sigue
reclamando una subida del salario, seguramente con razón, pero ya ha
habido unas subidas sustanciales. Sin embargo, por experiencia, la gente
vocacional no se fija en esas cosas.
Cuántas veces hablamos de salarios entre los maestros y muchos de ellos
no saben ni lo que ganan o no se preocupan de ese tema. Y es que en
general, los profesores vivimos en un mundo muy centrado en los chicos.
De ahí puede venir el tema del estrés, por la intensidad del trabajo que
desarrollan los profesores.
Hay que reconocer que en algunas clases la relación de los alumnos entre
ellos y con los profesores no es la que era hace quince años. Hay
algunos problemas de adaptación. Espero que la ley que se va a aprobar
dentro de unos meses aporte soluciones a esa cuestión. Sigo insistiendo
en que es muy importante la participación de los padres y de las
familias. Una buena relación entre familias y centro educativo tendría
efectos positivos, tanto para el avance académico de los niños como para
el trabajo de los profesores. ∆ |