ació en La Felguera,
Langreo, hace 44 años. Estudió medicina y cirugía en la Universidad de
Oviedo, pero su espíritu viajero la llevó pronto a desembarcar en otros
países. Se marchó a Francia a hacer la especialidad de endocrinología, y
allí conectó con Médicos sin Fronteras. Trabajó en campos de refugiados
en Centroamérica, después con Naciones Unidas se fue a Mozambique y
Ruanda. Posteriormente llegó a la Organización Mundial de la Salud, a la
que dedicó nueve años de su vida y en la que ejerció la dirección del
Departamento de Prevención, Control y Erradicación de enfermedades
infecciosas. Actualmente dedica su tiempo a la seguridad alimentaria en
nuestro país.
-¿Qué ha cambiado de la mujer que comenzó en Médicos sin
Fronteras a la mujer de hoy día?
-Ahora tengo más arrugas (se ríe). Yo me fui a Francia en un
momento en que irse a estudiar fuera parecía algo excepcional. Eramos
muy pocos los que en ese momento salíamos y hoy puedo decir que
dieciocho años después, el español, sobre todo el que se dedica a
profesiones como la mía, está mucho más atento a lo que pasa fuera de su
país y sobre todo ha aprendido a ver el mundo desde una perspectiva
mucho más amplia. Antes me sentía un bicho raro, mis propios compañeros
me decían que por qué me iba con lo bien que se vive aquí, pero el mundo
es muy grande y yo quería ver cómo era. Y ése es fundamentalmente el
cambio.
-Nació en la cuenca minera. ¿Cree que su origen ha
determinado su carácter de pionera en diferentes momentos de su vida?
-Ay sí, estoy convencida de que esa rama minera me ha dado un
empuje tremendo. Y sobre todo creo que el mar, el vivir en una zona de
costa, le hace a uno tener unos horizontes mucho más abiertos, al haber
estado expuestos a más intercambio de gentes y de culturas. No te
olvides que La Pasionaria tuvo que venir a ejercer a Asturias, algo
debemos de tener en las venas las mujeres asturianas y los asturianos en
general que nos hace tener ímpetu e iniciativa. Me da la impresión de
que eso se nos está diluyendo. Ojalá lo recuperemos otra vez.
-¿Cuál fue la experiencia profesional que más le
ha marcado?
-Pues el poder asistir al proceso de la firma de los acuerdos de
paz en Mozambique, por ejemplo, eso ha sido algo que no podré olvidar.
En un ámbito mucho más negativo, el genocidio en Ruanda; un genocidio de
medio millón de personas, o un millón, porque nunca sabremos cuántos
tutsis fueron exterminados a machete. Eso requiere un ingenio y una
creatividad demoníaca.
"La jerarquía está para que cada uno asuma un pedazo de
responsabilidad, no para generar estructuras verticales
donde se confunde el respeto con el servilismo" |
-También requiere fortaleza para sobrellevarlo.
-Yo no creí que la tuviera, lo que pasa es que los hechos tan
fuertes y tan sorprendentes hacen que a veces uno ni siquiera los
absorba, simplemente te sobrepasan. Es la única manera de poder seguir
adelante. La dimensión es tal que no tienes forma de digerirlos,
afortunadamente, porque el día que le encontremos una explicación a
ciertas cosas será la aceptación de lo inaceptable.
-Ahora trabaja en un despacho en Madrid, ¿cómo afronta
ese cambio de vida y de condiciones?
-Mi evolución profesional es muy coherente, aunque ya sé que a
veces puede parecer raro pasar de la Universidad de Oviedo a un hospital
muy sofisticado a París, y de ahí irme con un grupito de Médicos Sin
Fronteras, luego el descubrimiento de la salud pública, el enamoramiento
definitivo de la salud pública y el entrar en el mundo internacional,
hasta llegar a la OMS donde se cuece la política sanitaria
internacional. Después está el salto a España, un paréntesis en mi vida
porque me faltaba esa experiencia, tenía esa espinita de que nunca había
trabajado en mi propio país, que tampoco había trabajado con un
gobierno, en política nacional. Ese ámbito me faltaba, y me convencieron
de que con mi experiencia podía contribuir a poner en marcha esta
Agencia de Seguridad Alimentaria, que es un organismo autónomo un poco
diferente. Eso es lo que tengo ahora en estrategia sin perder de vista
mi querida OMS. Estoy "prestada" de la OMS.
-Anteriormente en la OMS dirigió el departamento de
Prevención y Erradicación de enfermedades infecciosas y ahora la
Agencia. Sus apuestas son siempre de cierto riesgo.
-Sí no me aburro, por eso digo que hay cierta coherencia porque
empecé descubriendo la salud pública a un nivel muy pequeño, pero luego
descubrí que una campaña de vacunación podía tener mucho más impacto que
el hecho de curar a un enfermo, aunque esto para un médico es una
satisfacción muy grande. Prevenir es a veces más importante que curar, y
en ese sentido he sido muy coherente.
Dedicarme a las enfermedades infecciosas en la OMS fue magnífico porque
por un lado te encuentras con que las enfermedades de los países ricos
son enfermedades crónicas, y sobre todo de nuestro propio desarrollo,
mientras que en los países pobres las enfermedades infecciosas siguen
siendo las mismas: malaria, tuberculosis, sida, incluso todavía tenemos
casos de lepra. Son dos contrastes fuertísimos. Te das cuenta que puedes
negociar a nivel global, y esas negociaciones pueden tener un impacto o
muy bueno o muy malo, según si lo haces bien o si lo haces mal.
-¿Dónde ve realizada mayormente su labor la Agencia, en
tareas de prevención de crisis alimentarias o poniendo soluciones a
problemas ya existentes?
-Depende de cómo lo miremos. Yo creo que el ciudadano nos ve
obviamente mucho más en las crisis pero para nosotros la crisis es
solamente el final de una gestión. El 90% del peso de nuestro trabajo
está en la prevención y en la gestión de alertas precisamente para que
no se conviertan en crisis. Es el trabajo duro, el menos visible. Cuando
después sales al frente de la opinión pública es cuando hay crisis. Es
muy importante entonces cómo lo gestionas, porque tu credibilidad y ese
trabajo silencioso que está detrás puede estar en entredicho.
-Los medios de comunicación juegan mucho con esos temas
y tanto el exceso como la falta de información pueden provocar la alarma
social.
-Absolutamente, por eso nosotros estamos intentando tener una
política con los medios de comunicación de absoluta transparencia. Creo
que es fundamental que todas las alertas que gestionamos estén
disponibles a los medios de comunicación de forma constante.
-En el tema alimentario tiene que haber una red que
abarque a muchos sectores. ¿Resulta complicada la coordinación en ese
sentido?
-No, resulta estimulante, porque yo creo en el liderazgo
natural, no en el liderazgo impuesto. Lo bonito de esta Agencia es que
proporciona un foro para convocar a las comunidades autónomas, a los
industriales, a los sindicatos, al sector primario, a los ganaderos, a
las grandes cadenas de distribución, etc. Todos tenemos que utilizar la
Agencia como el lugar donde se discuten y se confrontan las cosas y
sobre todo donde se potencializan. Si la Agencia se usa así, es muy
fácil la coordinación. Si la coordinación quiere decir restringir,
mandar, y sobre todo captar toda la visibilidad para un organismo,
entonces efectivamente la coordinación es muy difícil.
-¿Cómo ha ido asentándose la Agencia desde su creación?
-Llevo un año y medio nada más y parece mentira todo lo que ha
pasado. Creo que hemos gestionado un montón de crisis en silencio, nos
hemos ganado el respeto de todos los que trabajan en esto y hemos
asentado unos principios de transparencia y de rigor científico que
ahora van a ser irreversibles. Venga quien venga o vaya esto como vaya,
les va a resultar muy difícil prescindir de esos pilares. Yo creo que
ésa que es mi pequeñísima aportación y luego también es fundamental el
equipo con el que se trabaja, tener un estilo de equipo muy dinámico y
muy horizontal. Yo no creo en una verticalidad jerárquica, la jerarquía
está para que cada uno asuma un pedazo de responsabilidad pero no para
generar estructuras verticales donde se confunde el respeto con el
servilismo.
"Empecé descubriendo la salud pública a un nivel muy
pequeño, pero luego descubrí que una campaña de vacunación
podía tener mucho más impacto que el curar a un enfermo" |
-¿Actualmente hay Agencias similares en otros países?
-En quince países europeos. Lo que pasa es que recientemente en
la OMS se aprobó el lanzamiento de una red global de seguridad
alimentaria, a propuesta de España, y la vamos a coliderar la Agencia
Española de Seguridad Alimentaria y la OMS.
-Según datos estadísticos el hambre sigue aumentando en
el mundo. ¿Realmente se puede hacer mucho con poco?
-Sí por supuesto, pero hay que ser muy estratégico en la manera
de planificarlo. No hay que usar la demagogia. Hacen falta más
intervenciones serias, planificadas, más cabeza y menos corazón. El
corazón es fundamental para lanzarse a estos proyectos pero más
fundamental todavía es la profesionalidad y la cabeza.
-Desde la rama científica ¿resulta difícil a veces
navegar entre la gestión política?
-A mí no me ha resultado difícil tal vez porque me he situado en
algo que tiene un componente muy científico, pero yo soy de las que
creen que el que trabaja en salud pública está haciendo política todos
los días, y quien diga lo contrario probablemente no lo esté haciendo
bien, porque no hay nada más político que la salud del ciudadano. A
veces se nos olvida que política es interesarse por el bienestar
colectivo. Y así para Kofi Annan como secretario general de la ONU,
hasta para el maestro que tiene una escuelita de pueblo y tiene treinta
niños. Eso bien hecho es política.
-¿Está ilusionada con su actual ocupación en la Agencia?
-Si hay algo que me impongo profesionalmente es el estado de
contento. Si no estoy contenta me voy, si creo que no puedo aportar
mucho, o cuando alguien me retoca las alas o me pone corsés, prefiero
buscarme otro ámbito. Y sí que estoy contenta. Creo que esto está
tomando mucha forma y obviamente quiero mucho más.
-¿Tienes algún sueño personal en el horizonte?
-Ser feliz. A nivel personal sembrar afectos, que estén felices
los que están alrededor mío y divertirme en lo que hago. Mi hijín de
diez años, ése es mi sueño principal. Creo en la irradiación de las
ondas positivas, creo que lo positivo atrae positivo y que iremos
generando un bienestar de otra manera. Y a nivel de salud pública
fundamentalmente querría que todos los líderes mundiales y grandes
políticos se ocuparan de este tema y le diéramos una vuelta a todo
impresionante. Pienso que la gente carismática puede hacer mucho, así
que esperemos que volvamos a tener grandes liderazgos en salud pública.
Y que la gente no se olvide de lo que está pasando. ∆