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Su intención era terminar la
legislatura como eurodiputada y pasar a segunda línea en IU, pero las
circunstancias la han puesto una vez más en primera fila de la política
regional.
Texto: Lupercio González
E sta avilesina ha
ocupado diferentes cargos en su carrera política. Ha sido concejala en
Avilés, presidenta de la Junta General del Principado y diputada en el
Parlamento Europeo. "Este reto que tiene delante la izquierda en
Asturias es muy importante -señala Laura González-. Necesita esfuerzo y
dedicación. No sé si estoy en la edad y en la salud ya para tanto
esfuerzo y dedicación, pero lo intentaré".
-De eurodiputada a consejera. ¿Cómo afrontas este cambio?
-Bueno, pues en principio con un poco de inquietud. Es una
inquietud lógica porque es algo inesperado. Yo nunca pensé en ello.
Realmente la idea mía era terminar esta legislatura como parlamentaria
europea, con lo que habría cumplido veintiséis años en diferentes cargos
públicos y retirarme a segunda línea, ayudando siempre a la organización
a la que pertenezco. Pero las cosas se presentaron así y hay este
acuerdo del Partido Socialista e Izquierda Unida. Es un acuerdo que
tiene que salir bien, en bien de la izquierda y en bien de Asturias, y a
pesar de que me resistí pues aquí estoy.
-¿Qué valoración te merecen los resultados?
-Yo creo que es evidente que en los resultados electorales la
izquierda aumentó un poco su presencia, sin embargo lo que más me llama
la atención es que el Partido Popular no hubiese pagado en las urnas los
desmanes que se dieron con el tema del Prestige, y con el tema de la
guerra de Irak.
Me parece terrible todo lo que ocurrió con el Prestige. Es verdad que se
palió a base de subvenciones, que bien está, porque ya es bastante dura
la vida de un pescador, si además ante una catástrofe de estas no se le
ayuda a pasar ese trago amargo. Pero toda la actitud que se tuvo durante
el proceso, que yo seguí desde Europa, en donde se hizo lo posible por
evitar por ejemplo una comisión de investigación, y ese intentar decir
que no pasa nada cuando realmente sí pasa, yo creo que tendría que haber
influido más en la opinión de la gente.
"En la última década ha disminuido la
vivienda social en un 70%, y eso es realmente preocupante"
-A eso hay que sumar la oposición popular que hubo ante
el ataque a Irak.
-Que todavía no acabó. Estamos viendo que todo el mundo dice que
se va a convertir en un nuevo Vietnam, que continuamente hay muertes.
Estamos viendo que el pueblo iraquí sale de una dictadura, y resulta que
llega a estar en una situación peor de lo que estaba. Todas las mentiras
que se dijeron alrededor de esta guerra, en Estados Unidos y el Reino
Unido están teniendo consecuencias para sus dirigentes. Tony Blair ahora
mismo está en un apuro muy grueso, porque la televisión pública y la
radio pública, la BBC, además de la presión popular, realmente le
metieron en un brete, cosa realmente diferente de lo que ocurre aquí. En
Estados Unidos, otro tanto de lo mismo. Y es bastante triste que en
nuestro país, Aznar y su gobierno no hayan pagado todo el proceso del
último año, que fue penoso para nuestro país, y que sigue siéndolo.
Vamos a ver ahora qué pasa con los chavales que han ido para allá.
"Me parece escandaloso
que haya seiscientos ochenta presos en Guantánamo que no tengan
ningún derecho. Que los gobiernos europeos se callen ante un
escándalo semejante es terrorífico" |
-El Pacto PSOE-Izquierda Unida, no ha sentado bien al
ala más conservadora de la sociedad asturiana. ¿A qué crees que se debe?
-Bueno, yo creo que ellos saben bien que un acuerdo de la
izquierda, que respaldan cerca de trescientos treinta mil asturianos,
que son muchos asturianos, puede profundizar en la política de poner los
intereses generales por encima de intereses sectoriales o de minorías.
Es decir, aquí ha habido una especie de advertencia del patrono de la
construcción en relación con el tema de la vivienda. Nadie tiene que
temer que nosotros estemos aquí, salvo que se pretenda que los intereses
de un sector determinado pasen por encima de las necesidades de jóvenes
con pocos ingresos o trabajos precarios que quieren tener una vivienda
en alquiler razonable; o familias con ingresos menores de cuatro
millones y medio al año, que hipotecan su vida para poder pagar una
vivienda. Es decir, nadie tiene que temer nada, porque nosotros vamos a
propiciar la construcción de viviendas, pero viviendas protegidas. Y por
otra parte parecía que otro sector, el del metal de la patronal, nos
advertía del gasto público. Nadie se va a tirar al monte en este
gobierno, nadie va a hipotecar Asturias, pero hay que hacer el gasto
público necesario para que sectores importantes de esta sociedad
asturiana no estén por debajo del límite de la pobreza y todos tengamos
una vida digna. En eso estamos.
-¿Se trata de una cuestión de justicia?
-Sí, lo que pasa es que como ellos utilizaron la palabra
radical, yo en su día quise utilizar la misma palabra para decirles que
si ser radical es buscar una renta básica para las siete mil familias
asturianas que están en pobreza, si ser radical es encontrar viviendas
asequibles para los que tienen menos ingresos, soy radical, aunque yo lo
llamaría de otra manera. Yo creo que la izquierda tiene que retomar la
visión de una justicia social, que en Europa se da algo más, por el
estado de bienestar, pero que en el resto del mundo es una injusticia
generalizada que aumenta. Me parece muy bien que una pequeña región como
Asturias pueda dar ejemplo de una utilización racional y justa de los
recursos.
-El alcalde de Oviedo se jactó de que en la región
tengamos las viviendas tan caras. ¿Qué te parece esto?
-Oviedo es una ciudad muy bella, con un casco antiguo precioso,
pero no la embellece ni la engrandece el que las viviendas estén a un
precio en el que una parte importante de la población no pueda acceder.
Yo creo que eso es una, no sé cómo llamarle, una tontería, siendo
suaves.
"Me llama la atención que el Partido Popular no hubiese pagado en
las urnas los desmanes que se dieron con el tema del Prestige y la
guerra de Irak" |
-¿A qué cree que se deben los altos precios de la
vivienda?
-Al parecer en todo el país, no tanto en Asturias, hubo una
especie de boom inmobiliario. Es decir, muchos planes urbanos no
planificados debidamente por los propios ayuntamientos y las comunidades
autónomas, para establecer lo que debiera ser la vivienda en sus
diferentes variables: una parte vivienda social, otra parte
cooperativas, otra parte iniciativa privada. Eso produjo un aumento en
vivienda de iniciativa privada de precio libre, y una disminución
constante en vivienda social. Hay un informe de Comisiones Obreras, que
revela que en la última década ha disminuido la vivienda social en un
70%, y eso es realmente preocupante, porque eso es como querer decir,
que o bien sólo una parte de la población puede tener derecho a una
vivienda digna, como dice la Constitución española, o bien que la gente
con menos ingresos jamás podrá tener una vivienda. Creo que hay que
cambiar las cosas para que eso no sea así. De hecho, en Gijón, una parte
importante de los constructores han dicho estar dispuestos a llegar a un
acuerdo para que hubiera las tres mil setecientas viviendas que le
corresponderían a esa ciudad. Eso ya es un paso adelante.
-¿Qué Europa se está construyendo?
-Desde luego no es la Europa que nosotros quisiéramos. Es una
Europa que en términos generales sigue los dictados de una política
neoliberal que camina hacia la desregulación de los mercados de trabajo.
Prima lo financiero y lo mercantil por encima de aspectos tan
importantes, que nosotros defendimos siempre, como una Europa social y
solidaria. Y aún así, es verdad que Europa todavía conserva un modelo de
bienestar social muy diferente al modelo norteamericano, que haríamos
bien en preservar, porque el modelo norteamericano, a la vista está, lo
que consigue es marginar definitivamente a un sector importante de la
población que está cuantificada por los organismos internacionales en
cerca de cuarenta y siete millones de norteamericanos. Nosotros tenemos
que impedir que eso ocurra. Para eso hay que mantener servicios públicos
de salud, de educación y otros servicios de bienestar social, muy
diferentes al modelo norteamericano. Hay ataques a este modelo de
bienestar social, porque la propia decisión del gobierno alemán de
recortar subsidios al desempleo y de recortar pensiones, va en esa
dirección. En Francia ocurre lo mismo: el deseo constante de privatizar
bienes públicos que son de todos y ponerlos en manos privadas. Creo que
tendríamos que sentarnos y hacer una reflexión. No se trata de decir que
hay que gestionar mejor el sistema capitalista, sino ver cómo se le da
una vuelta para que el modelo europeo sea diferente al norteamericano.
Por otra parte hay aspectos positivos. La discusión en Europa de una
Constitución contó con una participación mayor de la que hubo nunca en
ninguna conferencia intergubernamental. Fue una forma más democrática de
tratar el futuro. Esos aspectos positivos no hay que negarlos, pero
también es verdad que esa Constitución no recoge como derechos
indiscutibles, el derecho al trabajo, a la vivienda, a la salud, a la
educación, cosa que nosotros hubiéramos querido.
-¿Se puede decir que está resurgiendo el fascismo?
-Hay el temor de que ocurra. Por ejemplo, a mí me parece
escandaloso que haya seiscientos ochenta presos en Guantánamo que no
tengan ningún derecho, sin que nadie sepa si son culpables o no,
encerrados en condiciones inhumanas. Eso es un escándalo internacional
que nadie denuncia, salvo minorías de personas que trabajan en
organizaciones de derechos humanos, u organizaciones no gubernamentales
como Amnistía Internacional. Encima están diciendo que se está
construyendo una sala de ejecuciones y que habrá juicios secretos
militares sin garantías. Que los gobiernos europeos se callen ante un
escándalo semejante me parece terrorífico. Pero es que lo que está
ocurriendo en Irak es más terrorífico todavía. Se ha entrado en un país
a saco, se ha destruido su cultura, se han cometido asesinatos, porque
hay que llamar a las cosas por su nombre, y los niños y las mujeres que
murieron durante los bombardeos y los ataques posteriores, como nuestro
periodista Couso, fueron asesinados. Algunos de los países de Europa,
Alemania y Francia, habían mantenido una actitud muy digna durante esa
guerra, pero en la posguerra se han plegado a los deseos de Estados
Unidos. A mí me pareció más valiente durante la guerra, e incluso
después, la actitud de Méjico y Chile, que a pesar de tener la mayor
parte de su negocio y de su comercio con Estados Unidos, y a pesar por
ejemplo de que en el caso de Méjico hay cerca de cuatro millones de
ilegales en Estados Unidos, que penden de una buena relación, se
mantuvieron firmes y no votaron a favor de esa guerra en el Consejo de
Seguridad. Me parece una actitud muy digna. Algunos países de Europa
deberían haber seguido esa actitud.
"Es un escándalo lo que está ocurriendo en Irak,
la humillación constante del pueblo iraquí"
-¿Es posible la paz mundial?
-Creo que para la paz mundial, la única esperanza que nos queda
sería que Europa mantuviera una política exterior y de defensa común, no
contra Estados Unidos, sino alternativa a los Estados Unidos en la
búsqueda de la paz. Sino esto es un caos. Nadie habla ya mucho de
Afganistán, pero cada poco podemos leer en pequeñas columnas en la
prensa, casi ocultas, que mueren o asesinan a tantas personas. Podemos
leer que el gobierno de Afganistán no controla más que Kabul y que el
resto es un caos. ¿Y eso quién lo paga? La población. En Irak está
ocurriendo lo mismo. Es un escándalo lo que está ocurriendo en Irak, la
humillación constante del pueblo iraquí. No se dan cuenta de que el
pueblo iraquí es cuna de la historia y de la cultura del mundo, además
es un pueblo culto, y se creen los americanos que pueden mantenerse allí
a base de represión. Claro, ahora están buscando que Naciones Unidas y
el resto del mundo recupere y reconstruya el país. Me parece un
escándalo. Es decir que primero ellos destruyan los países, gastan su
arsenal armamentístico y después pretenden que el resto del mundo
paguemos la reconstrucción. Es vomitivo. No tiene otra palabra. Y que
los gobiernos de Europa se callen es una vergüenza.
-La unión de la izquierda. ¿Puede ser una utopía o tiene
visos de ser una realidad?
-Tal como van las cosas en Europa, en el mundo y en nuestro
país, es una necesidad. Yo creo que no nos queda más remedio, a pesar de
las dificultades que ello supone, innegables, que yo estoy convencida de
que acaban de empezar. Pero seríamos unos irresponsables si no
consiguiéramos que este acuerdo saliese adelante, y que la gente viera
que produce beneficios para la población en general. Yo creo que eso es
una necesidad urgente, porque es que no hay límite para la ambición de
la derecha de dominar todo: los medios de comunicación, la información,
la continua enajenación de bienes públicos, que son de todos y que se
quedan en manos de unos pocos; el intento de reducir al máximo las
políticas de este sistema nuestro de pensiones, de subvenciones al
desempleo, ayudas a familias con pocos medios; el intento de privatizar
algunos sectores de la sanidad y la educación pública... Todo eso tiene
que tener un freno. Nadie intenta, como dicen ellos, volver a políticas
anticuadas. No. Las realmente anticuadas son las que ellos proponen. Son
las políticas del siglo diecinueve, en las que no había derechos de los
ciudadanos. Políticas realmente modernas serían aquellas que procuraran
el bien común.
"La única esperanza que nos queda para la paz sería que Europa
mantuviera una política exterior y de defensa común, no contra
Estados Unidos" |
-¿Qué te queda por demostrarte a ti misma?
-A mí misma ya nada. Yo creo que ya me demostré suficientemente
que podía dedicar un tanto por ciento muy elevado de mi vida a intentar
y contribuir a ayudar a la gente, a mejorar la situación de la gente.
Realmente yo no iba a cambiar, sólo iba a cambiar de escenario, es
decir, pasar de primera línea a segunda, y con eso intentar tener un
poco más de tiempo libre para mí, más tiempo para leer y la familia.
-¿Qué porcentaje tienes de corazón y cuánto de cabeza?
-Creo que tengo más corazón que cabeza, y eso no debe ser
demasiado bueno, porque a veces si pones demasiado corazón y menos
cabeza pueden frustrarse las cosas. Pero quien se dedica a la actividad
política no puede perder nunca el corazón, porque si pierde el corazón y
sólo le queda cabeza se desliga de la gente. Mejor cincuenta y
cincuenta. ∆ |