Estimular una conciencia crítica
en los jóvenes es uno de los retos que se ha planteado este joven
gijonés, porque piensa que deben ser activos a la hora de tomar sus
propias decisiones.
Texto y foto: Lupercio González
F rancisco Javier
Barro se ha preparado como técnico en animación socio cultural, y en esa
línea quiere encauzar su futuro profesional. Su espíritu inquieto y
dinámico le ha llevado a que en asamblea la mayoría de las sesenta y
siete asociaciones que forman el Conseyu de Mocedá de Xixón, le hayan
reelegido como presidente.
-¿Se puede decir que hoy día la juventud tiene su
espacio político propio?
-Sí lo tiene, lo que pasa es que yo creo que no lo está usando
debidamente. Hoy en día la política se entiende como algo que no es útil
para los jóvenes. Hay un estado de bienestar que a veces hace que no
necesitemos reivindicar una serie de cosas. Hay una tendencia a no
participar políticamente en los diferentes foros que se ofrecen. Es algo
que debemos trabajar. Tenemos que hacer ver a los jóvenes que son dueños
de su futuro, que pueden cambiar cosas con su participación política,
con su participación en entidades juveniles u otro tipo de ONG.
-¿Qué nivel de compromiso hay hoy en día por parte de la
juventud?
-En cuanto a la parte más normalizada, que es la del
asociacionismo juvenil tradicional, se está manteniendo la tasa, aunque
los jóvenes que estamos asociados seguimos siendo una minoría. Lo que sí
hemos visto es que se ha producido un repunte participativo con temas
como el Prestige o la Guerra de Irak. Se ve que los jóvenes tienen
necesidad de participar, pero se buscan cosas nuevas. Quizás de lo que
adolecemos el movimiento asociativo juvenil es que no nos estamos
adaptando debidamente a los cambios sociales que están experimentando
los jóvenes.
Hay programas que están teniendo mucho éxito y están llegando a una
tipología muy amplia de jóvenes, como los programas de ocio. Por otra
parte, temas como el Prestige o la globalización, están arrastrando a
cantidad de jóvenes. Además son fenómenos muy diferentes, no muy
establecidos, poco burocráticos. Tenemos que interaccionar con esas
nuevas fórmulas de participación, con los movimientos no formales, vamos
a decirlo así.
-¿Cómo están reaccionando los jóvenes frente a temas
como el Prestige o la guerra?
-A los hechos nos remitimos. Los jóvenes han reaccionado de una
forma muy positiva, muy rápida, buscando dónde podían participar porque
tienen necesidad de ello. Ha habido una buena organización por parte de
diferentes entidades y los jóvenes han acudido a ellas para movilizarse.
El problema es que ahora mismo hay que hacer un poco más de trabajo, hay
que intentar que esos jóvenes que han participado puedan tener su
espacio, puedan ver cuál va a ser su futuro a nivel de participación, o
cuáles son los hechos que más o menos les van a interesar para poder
trabajar.
-¿Qué objetivos persigue el Conseyu de Mocedá de Xixón?
-Hay varios frentes y varias formas de trabajo. El primero es
ser también interlocutor frente al ayuntamiento de Gijón, elevar la voz
de las asociaciones y de las entidades juveniles que forman parte del
Conseyu para plantear reivindicaciones, pedir ideas y demás. Por otra
parte intentamos conocer cuáles son las necesidades de la juventud, en
el ámbito general, para intentar paliar una serie de problemas a través
de programas como el de Drogas, el de Vivienda o el de Asuntos Europeos,
que tenemos abierto ahora mismo. Esto es lo más básico, lo más global.
Además de eso, también tratamos de prestar servicios, recursos, y un
poco de todo.
"Tenemos
que hacer ver a los jóvenes que son dueños de su futuro, que
pueden cambiar cosas con su participación." |
-La política de Juventud que se está desarrollando en el
Principado ¿qué valoración te merece?
-En el Principado existe un Instituto Asturiano de Juventud, que
gestiona las diferentes políticas en este terreno. En esta última
legislatura ha habido un avance cualitativo y cuantitativo, que es el
Plan Integral de Juventud, que desde el Consejo de Asturias y desde el
Consejo de Gijón se valoró como algo muy interesante. Paralelamente se
está gestando la Ley de Participación y Promoción Juvenil, que nos va a
proporcionar el marco adecuado para hacer muchísimas cosas. En el plano
más local, en Gijón se ha trabajado en diferentes campos, pero sigue
habiendo necesidades, sobre todo a la hora de poder gestionar la tan
manida transversalidad de las políticas de juventud de una forma mucho
más activa, mucho más directa y asumida por las competencias del
ayuntamiento. Yo creo que ahí también hay un par de piedras de toque. Lo
que está claro es que se pueden y se deben de mejorar las políticas por
ejemplo de empleo, de vivienda, etc. En ese sentido estamos trabajando
en un servicio de vivienda que asesore a los jóvenes: qué comprar, cómo
hacerlo, cómo pedir un crédito. También entendemos que este tema pasa
por la promoción pública, por suelo público puesto a disposición de los
jóvenes. Hay que hacer una apuesta muy fuerte porque el problema es muy
grande.
-El consumo de drogas ¿sigue siendo uno de los problemas
más importantes de los jóvenes?
-El consumo de drogas siempre ha existido, partimos de esa base,
lo que pasa es que ahora por la presión mediática y demás, somos un
blanco mucho más fácil a muchos niveles, y se genera la polémica mucho
más fácilmente.
Sí que hay consumo de alcohol. Sí que hay consumo de drogas. Igual que
lo había hace años, e igual que lo habrá dentro de muchos si los modelos
sociales no cambian. Pero también creo que los jóvenes somos muy
responsables y sabemos lo que queremos. A veces se tiende un poco a
criminalizar y demonizar, sobre todo por parte de los medios de
comunicación, que buscan otros fines. El problema no es precisamente
pequeño, tampoco es grande, yo creo que esto hay que tratarlo en la
medida de lo justo. Hay que intentar mediar, sobre todo. Mediar no es
criminalizar, no es prohibir, es trabajar con la gente joven, es
establecer un tú a tú, explicar qué es lo que está pasando. El alcohol
por ejemplo es una droga socialmente aceptada. Los familiares son los
primeros que no se dan cuenta del peligro que tiene. El tabaco, las
drogas de síntesis... todo eso hay que trabajarlo en conjunto, desde el
marco de la educación. Los jóvenes ahí sí sabemos y queremos responder.
Pero hasta ahora no hay ese tipo de trabajo desde el plano de la
educación. Hay muchas cosas que están bastante precarias.
-Desde aquí ¿qué se está haciendo al respecto?
-Tenemos varios frentes abiertos. En cuanto al consumo de
drogas, un tema es la mediación en reducción de riesgos. Estamos
trabajando en drogas de síntesis, alcohol etc, con medidas de educación,
intentando trabajar con la gente joven directamente en los locales de
ocio. Queremos trabajar también todo el tema de salud, y sobre todo
anorexia, bulimia, vigorexia. Tenemos un servicio de información sexual
para jóvenes, en el cual se hacen diferentes actividades, desde reparto
de condones hasta terapia sexual, que es algo nuevo, y además es un
servicio gratuito por el que pasan muchísimos miles de jóvenes. Sabemos
que hay todavía otras carencias a nivel educativo, en los centros
escolares, pero intentamos parchearlo en la medida de lo posible.
También esperamos que las administraciones asuman esta clase de acciones
como algo propio, como una evolución social que hasta ahora no se está
dando.
"Hoy en día no somos libres. Hoy en día
estamos muy, muy marcados por esta sociedad,
por todo lo que nos rodea."
-¿Es cierto que los jóvenes son fácilmente manipulables
o es un tópico que hay que ir cambiando?
-Hombre, si los jóvenes son manipulables, también lo es la
tercera edad, también la gente de cuarenta y cincuenta años, etc. Todos
somos seres humanos. Yo no creo en ningún momento que los jóvenes estén
siendo manipulados. Sí es cierto que hay una serie de modas, cosas que
afectan a un tanto por ciento de la población. El problema es que se
tiende a generalizar en demasía: todos los jóvenes beben alcohol, todos
los jóvenes consumen drogas. No es así. Cojamos los tantos por ciento y
veamos cómo son las cosas. No hay que demonizar, ni decir que los
jóvenes somos becerros sin cabeza; lo que hay será un tanto por ciento,
igual que lo tiene la tercera edad o la gente de cuarenta años.
A veces surge la pregunta ¿educar es manipular? Cuando educas ¿qué
haces? ¿cambias al joven o le estás inculcando una serie de valores?
Realmente a veces manipular es todo. Lo que yo veo es que hoy en día
vivimos en una sociedad de la información en la cual podemos acceder a
muchas cosas y ser capaces de tomar nuestras propias decisiones. Cierto
es que hay que estimular una conciencia crítica por parte de los
jóvenes, para que puedan tomar sus decisiones de una forma mucho más
activa. Todo joven tiene que poder acceder hoy en día a información, a
programas, a actividades y a su futuro, que es además lo que nos
interesa.
-La discriminación ¿cómo afecta a los jóvenes?
-En ese terreno sí que detectamos que todavía no estamos
hablando de igualdad. Nosotros no tenemos ni más derechos, ni más
privilegios, sino que pedimos igualdad. Igualdad en acceso al trabajo,
igualdad en acceso a la vivienda, en miles de cosas. Sí que detectamos
que todavía hay una serie de desequilibrios a nivel de políticas de
igualdad. Bien es cierto que se están intentando paliar desde las
diferentes administraciones, la realidad es que aún hoy nuestra sociedad
tiene ciertos enganches en el pasado, digamos un poco machistas, que hay
que superar. Son estereotipos, sobre todo en cuanto al trabajo de la
mujer. Aunque en los últimos veinticinco años han conseguido muchos
avances, queda muchísimo por hacer todavía.
A esto hay que sumarle el tema de violencia en la familia, el tema de
los maltratos y demás, que es igualmente un tema de políticas de
igualdad que hay que tenerlo muy en cuenta. Hay que dar más pasos. Ahora
mismo tenemos unos pequeños avances pero no son suficientes.
-¿Se podría decir que los jóvenes de hoy son solidarios?
-Solidarios, comprometidos, conscientes, saben lo que quieren.
Yo diría muchas cosas, la verdad. Por ejemplo, hoy en día tenemos mucha
más conciencia del tema de gays y lesbianas, de lo que es el
acogimiento, de la ley de parejas estables. Vemos ya que hay una
tolerancia y una educación para la multiculturalidad, para la
diversidad, que yo creo que es muy diferente a lo que había hace unos
años; si no desde la escuela, sí por lo menos a nivel social, lo que nos
envuelve, la educación no formal, lo que está marcando la vida de las
personas.
"La Ley
de Participación y Promoción Juvenil nos va a proporcionar el
marco adecuado para hacer muchísimas cosas." |
-¿Te sientes militante de algo?
-Pues me siento militante de mi asociación y me siento entregado
al Consejo. Siento que mi vida ahora mismo está enfocada hacia el tema
social, los jóvenes, trabajar en lo que puedas por mejorar esta sociedad
en la que vivimos. Es harto complicado, pero es una forma de entrega.
-¿Qué es lo que te mueve?
-No sé. Si te digo la verdad, yo siempre fui así. Desde los doce
o trece años estuve moviéndome en relaciones, estar con la gente,
mejorar las cosas. Uno viene de movimientos, incluso de parroquias en
ese momento, que es de donde surges. Hay miles de cosas que te hacen
pensar así. Yo ya concibo mi vida de esa forma. A veces la palabra
voluntario se queda anticuada, porque es una cosa diferente.
-Es vivir en una medida entregado a los otros.
-No, a los otros y a ti mismo, porque al fin y al cabo, yo soy
joven, yo tengo los mismos problemas que tiene un joven con la vivienda
o el empleo. Yo me entrego a los demás y me entrego a mejorar la
sociedad que voy a disfrutar yo también. La idea es para todos, no es
excluyente.
-Espíritu joven, espíritu libre.
-Hoy en día no somos libres. Hoy en día estamos muy, muy
marcados por esta sociedad, por todo lo que nos rodea. Sí que es cierto
que los jóvenes tenemos, por así decirlo, menos dependencia. Muchos
vivimos con los padres, y estar dentro del hogar familiar supone un
grado de libertad superior. Pero también es una libertad que está
marcada por la sociedad, que hoy en día nos está atenazando muchísimo
desde los estudios, el primer coche, la casa, los créditos y demás. ∆ |