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SUPLEMENTO ASTURIAS
- JUNIO 2003
ACOGIMIENTO
FAMILIAR TEMPORAL DE MENORES |
Foto: I.G. |
Muchos niños permanecen en centros de protección del Principado de Asturias
debido a sus circunstancias personales. Sus familias atraviesan momentos
difíciles y no pueden hacerse cargo de ellos de modo que garantice su
desarrollo. Algunos de estos niños necesitan que otro hogar les abra sus
puertas y cubra sus necesidades.
Padres por un tiempo
P ara ello y desde la Consejería de
Asuntos Sociales se han puesto en marcha Programas de Acogimiento Familiar.
Las familias acogedoras no saben con exactitud el tiempo que tendrán en su
casa a un nuevo "hijo" pero hasta el día de su marcha le ofrecen todo lo que
éste pueda necesitar: cariño y todo tipo de cuidados.
El acogimiento dura un máximo de dos años, periodo variable según las
circunstancias que rodean la vida del menor. Algunos son bebés de pocos meses
que tras un tiempo de acogida volverán con su familia natural o irán a un
hogar adoptivo; mientras tanto una familia "temporal" les aportará lo que un
centro institucional no puede darles: atención personalizada las 24 horas del
día.
Desde el Instituto de Atención a la Infancia se busca que cada niño o niña
reciba lo más conveniente y aunque los Centros de Protección del Principado
proporcionan todo tipo de cuidados con todos los medios técnicos y humanos
necesarios, no hay nada que supere el calor y la experiencia de una familia.
De ahí que surge el acogimiento. "El acogimiento de niños en familias se
organiza desde las necesidades infantiles, así es preciso que las familias
acogedoras estén preparadas para atender las dificultades que puedan surgir
como consecuencia de las vivencias de maltrato y de la separación que han
sufrido los niños o niñas, del proceso de adaptación a un nuevo núcleo
familiar y de las posibles visitas o contactos con la familia biológica si las
hubiere. Los nuevos programas cuentan con el apoyo y la orientación de
profesionales , que permiten a las familias estar preparadas para afrontar
estas dificultades consustanciales al acogimiento", asegura Purificación
Rípodas, directora del Instituto de Atención a la Infancia.
Este ha sido el caso de Eloy Díaz García y Rosario González Blanco, un
matrimonio ovetense con experiencia en el acogimiento. Durante dos meses han
cuidado de José(*), un bebé de nueve meses que llegó a su hogar con un
supuesto problema de audición "nos dijeron que tenía una pequeña sordera, pero
luego vimos que el crío atendía a todo, y escuchaba, lo que tenía era falta de
motivación", explica Rosario, Charo para sus conocidos.
El tiempo demostró que sólo necesitaba atenciones, y José engordó
considerablemente y en muy poco tiempo parecía otro niño. Durante un tiempo
Charo y Eloy tuvieron que adaptar su casa al recién llegado, buscar un lugar
para la cuna y volver a habituarse a pañales y biberones.
La acogida en esta ocasión fue muy corta, tan sólo dos meses y una semana. La
despedida resultó muy dura para la familia acogedora, pero a los quince días
tanto Charo como Eloy ya pensaban en otra acogida. Para Eloy la idea está
clara, "la acogida es para darles a ellos, no puedes ser egoísta. Cuando
aceptas tenerles en tu casa sabes que tendrás que despedirte pero no puedes
mirar para tu propio bien, sólo para el de ellos".
Eloy y Charo tienen dos hijos, Eva de 18 años y Javier de 24, que ven con
naturalidad este tipo de experiencias. La primera vez que hicieron contacto
con algo parecido fue hace 3 años, entonces este matrimonio ovetense trajo a
su hogar a una niña rusa durante el periodo de vacaciones. Posteriormente
acogieron en periodo vacacional a una niña bosnia y más adelante a través del
programa "Familias Voluntarias" que desarrolla Cruz Roja en coordinación con
el Instituto de Atención a la Infancia atendieron a niños durante los fines de
semana y en las vacaciones.
Cuando finalmente el Principado puso en marcha el programa "Ábreme tu casa",
un programa de acogimiento familiar temporal decidieron convertirse en una
familia canguro.
Según la situación del niño o niña, éste puede llegar a casa de los
acogedores, directamente desde su familia natural o bien desde un centro de
protección.
Ante la decisión de cuidar temporalmente a un menor las familias nunca se
encuentran solas y podrán solicitar cualquier tipo de ayuda. Reciben sesiones
de preparación para facilitar el acogimiento y siempre podrán ponerse en
contacto con profesionales que les asesoren en cada momento. Las
circunstancias económicas tampoco son una carga para ellas pues reciben una
ayuda para solventar los gastos que pueda ocasionarles la estancia. En otro
orden de cosas pueden participar de los grupos de autoayuda, que ofrecen un
espacio de reflexión e intercambio de experiencias junto a otras familias
acogedoras.
En el momento de su marcha los menores pueden retornar a su familia natural,
si las condiciones de ésta son las adecuadas, o bien ser adoptados de forma ya
permanente por otra familia.
Actualmente Eloy y Charo tienen a su cargo a Luis(*), de 6 años. Lleva ocho
meses con ellos, desde el comienzo del curso escolar y probablemente se
marchará cuando finalice el mismo. En los meses de convivencia con la familia
ha cambiado radicalmente su carácter inquieto y desconfiado, convirtiéndose en
una persona sumamente cariñosa y con necesidad de mostrar ese afecto.
"Los menores que se benefician del acogimiento tienen preferentemente entre 0
y 8 años, la separación de su familia biológica es necesaria, y supone un
situación de crisis y dificultad. Tienen que adaptarse a cambios rápidos y por
ello es preciso que en esos primeros momentos reciban comprensión y apoyo por
parte de la familia acogedora " añade Purificación Rípodas.
El Principado les ha facilitado todo lo necesario para que Luis estudie en un
colegio próximo al domicilio familiar y le ha provisto del material escolar
que necesita. Charo, que es ama de casa, es la que pasa la mayor parte del
tiempo con él. Lo lleva y lo trae del colegio, lo acompaña al parque. En una
esquina del salón Luis tiene sus juguetes, sabe que Charo y Eloy no son sus
padres naturales, aunque les ha preguntado si les puede llamar como si lo
fueran.
"Nosotros hacemos nuestra vida como siempre, no nos supone ningún problema, y
lo tratamos como si fuese un hijo más. Cuando a estos niños les das lo que
tienes, ellos a su vez también te dan muchísimo", asegura Eloy.
Ante una pregunta obligada sobre cómo le va a sentar a Luis la marcha de este
domicilio familiar y qué sacará en limpio de esta experiencia Eloy contesta
sin dudar: "De esta forma ellos conocen que hay otra opción, porque en
ocasiones son críos que vivieron situaciones de malos tratos en su casa,
incluso hacia ellos. Por ejemplo cuando yo marcho y le doy un beso a Chari,
ellos perciben el cariño, mientras que a lo mejor en su casa veían palos.
Cuando tenga que elegir va a elegir la otra opción. De hecho Luis cuando llegó
era muy reacio a dejarse tocar, y ahora llega un momento en que resulta hasta
empalagoso de lo que quiere estar besándote. Es una manera de convivir que él
no conocía". "Ellos después a donde vayan o con quien vayan, aunque no lo
demuestren, llevan consigo dentro muchas cosas buenas", añade Charo.
Al igual que este matrimonio ovetense son muchas las familias asturianas que
ofrecen parte de su tiempo a atender a estos niños y niñas. No esperan con
ello satisfacer su deseo de paternidad o maternidad, sino ayudarles en un
determinado momento de su vida. Asumen que se encontrarán problemas no siempre
sencillos, pero sí superables. Muchas de ellas repiten la experiencia y
"demuestran con ello que tienen un gran corazón y mucho que dar. Seguro que
hay en Asturias otras familias que podrían ser acogedoras, por eso es
importante facilitar la información necesaria para ello", asegura Purificación
Rípodas. ∆ |
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