Texto: Lupercio González
-A día de hoy ¿qué
balance harías de este departamento?
-Yo tengo que hacer un balance muy positivo. Las políticas que
iniciamos en el año 99 al llegar al gobierno han producido unos efectos
claramente visibles por los ciudadanos. En concreto, en el terreno de
las prestaciones sociales básicas y a nivel municipal, hemos hecho una
apuesta muy importante por el impulso de los servicios sociales,
municipales, o de atención primaria, mediante transferencias a los
ayuntamientos. Tenemos ahora mismo en Asturias 42 centros de servicios
sociales municipales que están generando en torno a 450 empleos. Estamos
produciendo equipos multiprofesionales con educadores, trabajadores
sociales, personal administrativo. Estamos trabajando con equipos
comarcales de Dirección General de la Consejería para apoyar la función
de los centros de los servicios sociales municipales.
Hemos dado un impulso muy importante. Hemos generado mucho empleo, en
torno a 150 puestos de trabajo, contando los dispositivos propios de la
Consejería. Eso, en lo que tiene que ver con los servicios sociales de
base. En cuanto a una prestación básica como es la ayuda a domicilio,
las cifras hablan por sí solas. Pasamos de ser una comunidad autónoma en
la cual había menos de tres mil personas que recibían ayuda a domicilio,
a siete mil personas. Hemos duplicado también el número de trabajadores
en la ayuda a domicilio; son además unos puestos de trabajo que en las
zonas rurales tienen un impacto impresionante. No podemos olvidar que en
Asturias tenemos 78 concejos, de los cuales muchos tienen menos de 2000
ó 3000 habitantes, y la creación de cinco empleos femeninos en una zona
rural de este tipo es muy importante. Estamos demostrando que los
Servicios Sociales son un yacimiento de empleo importante con mucho
futuro y mucho potencial de crecimiento.
-En cuanto al salario social también se han producido
avances.
-Sí. En el tema del ingreso mínimo de inserción, en estos años
hemos logrado primero una suficiencia financiera. No queda fuera por
razones de tipo presupuestario ningún asturiano que necesite el salario
social. Eso se ha producido gracias a una mejora en la gestión, que se
ha agilizado. Ahora mismo un asturiano puede solicitar esta prestación a
lo largo de todo el año, cuando antes tenía un mes solamente. Hoy en día
cualquier situación se puede atender y se resuelve en el año natural.
También es una buena noticia decir que llegamos a todo el mundo de una
forma más rápida. Creo que éstas son las cuestiones más importantes,
independientemente de otras cosas, como puede por ejemplo nuestro
programa de acciones para los inmigrantes en Asturias, y otros.
-¿Dónde radica la mayor dificultad en la gestión social?
-Cualquier persona que se dedica a la gestión política sabe que
no vivimos en un mundo feliz, que el entorno es complicado, que querrías
tener más presupuestos... No obstante yo creo que nosotros hemos tenido
la suerte en esta Consejería de crecer por encima de la media del
Principado en estos tres años. Los problemas son los normales en la
gestión pública en una comunidad autónoma, como es Asturias, que tiene
su propia estructura organizativa. Siempre se quieren hacer las cosas
mejor, más rápido, y de forma más eficiente, pero creo que siendo
realistas se puede hacer un buen balance.
"Cualquier
persona que se dedica a la gestión política sabe que no vivimos en
un mundo feliz" |
-Recibiste el premio Jovellanos en la Habana de mano del
vicepresidente del Gobierno cubano, José Ramón Fernández, de origen
asturiano. ¿Qué te ha supuesto este galardón?
-No lo considero tanto un galardón personal como un premio a un
equipo de gente. Yo ahí me considero en la representación del trabajo de
mucha gente en esta Consejería en favor de los inmigrantes asturianos
fuera y en favor de una cooperación con los pobres y los países más
desfavorecidos, con los cuales nos unen lazos históricos importantes. Es
muy gratificante el que se te reconozca un trabajo, pero la verdad es
que yo hago una labor que me gusta mucho y cobro un buen sueldo por
ello. Soy una persona afortunada en ese sentido.
-En Asturias el tema de la inmigración ¿cómo se está
abordando?
-Nosotros pensamos que el tema de la inmigración está producido
por la pobreza y por un orden social injusto. La gente no emigra por
gusto, sino porque no tiene oportunidades. En un mundo en conflicto y en
el que la riqueza está muy desigualmente repartida, la gente se va de
donde no tiene oportunidades a donde las tiene, como hicimos los
asturianos y los españoles hasta hace muy poco tiempo.
En ese sentido en Asturias lo que estamos haciendo es favorecer la
inserción social de los inmigrantes que tenemos, que son pocos. Estamos
trabajando en dispositivos de primera acogida, viviendas estructuradas
para la gente que llega; estamos trabajando en dispositivos de inserción
y de formación; estamos trabajando en oficinas de información generales
a través de convenios con ayuntamientos y con ONG, y también estamos
trabajando en la defensa de los derechos laborales de los inmigrantes,
para evitar situaciones de explotación que se dan de convenios con las
centrales sindicales más representativas. Tenemos convenios con varias
entidades y sobre todo tenemos un observatorio permanente que nos
permite ir conociendo la situación en Asturias.
Yo creo que tenemos la suerte de tener unas políticas sensatas y
generosas a la vez, y bien entendidas por la población. No hay brotes de
racismo y de xenofobia. Los niños van a la escuela, la gente acude a su
médico de cabecera, y eso no es noticia. Pues que sigan las cosas así.
-¿La situación Argentina ha tenido algún reflejo aquí en
Asturias?
-Argentina demuestra palpablemente a dónde conduce una
determinada forma de entender la política económica, que es la
privatización a ultranza, la pretendida liberalización, es decir, pasar
recursos del sector público al sector privado en aras de una pretendida
eficacia. En realidad es la forma de que un país rico se convierta en
pobre en una generación. Esas políticas económicas están llevando a la
pobreza, a la exclusión a mucha gente, también a inmigrantes asturianos.
Nosotros estamos trabajando fundamentalmente con nuestra colonia de
inmigrantes, sobre todo con políticas ya iniciadas. Hemos abierto una
oficina de información con una trabajadora social allí para ofrecer
orientación. También tenemos ayudas extraordinarias de emergencia para
todos aquellos asturianos y descendientes de asturianos en situación de
necesidad. Ahora mismo hemos gastado cincuenta millones de pesetas en
esas ayudas extraordinarias, y haremos otro tanto en este tiempo.
Dedicamos a la inmigración un presupuesto de unos trescientos millones
de pesetas al año, y este año con Argentina lo hemos incrementado en
estas cantidades.
-Tantos conflictos y guerras ¿no puede llegar un momento
en que haga saltar por los aires todos los sistemas de ayuda?
-De lo que no cabe duda es que desde ámbitos conservadores se
cuestiona el estado de bienestar, me refiero al modelo social europeo de
pensiones, de salud, de educación gratuita. Se está cuestionando porque
es un tema no económico, sino ideológico. Llegó desde la izquierda,
desde perspectivas de izquierdas. Creemos en unos servicios públicos de
calidad, en unos servicios públicos eficientes y creemos en un sistema
de bienestar porque es lo mejor para todos. Creemos que la cohesión
social que produce un modelo como el que defendemos es muy importante.
Es una sociedad mucho más libre, mucho más competitiva, mucho más
preocupada por el porvenir y por la educación de los hijos; más que una
sociedad en la cual hay un porcentaje importante de gente que no se
siente partícipe de la misma, porque eso lleva a la confrontación y al
estallido social, como lo estamos viendo en muchos países de América. Yo
creo que desde la izquierda, desde el socialismo hay que plantear una
batalla clara en defensa de lo que son los sistemas de bienestar
"La
liberalización económica es en realidad la forma de que un país
rico se convierta en pobre en una generación" |
-La población asturiana es una población envejecida, y
para que el sistema de pensiones siga funcionando se argumenta que
tendríamos que echar mano de los inmigrantes.
-Los expertos hablan de que se necesitarían en España unos seis
millones de inmigrantes de aquí al 2025, teniendo en cuenta las tasas de
natalidad y fecundidad, el nivel de envejecimiento de la población y el
nivel de actividad económica. Entonces parece sensato decir que si aquí
el nivel de fecundidad es bajo, si hay poca gente que entre en el
mercado de trabajo, lógicamente alguien tendrá que trabajar y cotizar
para ello. Sería bueno un nivel de natalidad más elevado que el que hay,
lo que ocurre es que cuando hay una precariedad laboral tan importante
la gente joven se casa muy tarde y tarda en tener familia. Con los
contratos que se están manejando hoy en día tampoco parece que eso vaya
a mejorar mucho.
Por otra parte, habría que hacer también una apuesta por una política de
generosidad en el tema de la inmigración pero también de sensatez, pues
no podemos abrir las puertas a todo el mundo. Hagamos convenios y
acuerdos con otros países y traigamos gente de una forma sensata y
organizada, con contratos de trabajo, para que sea bueno para ellos y
bueno también para nosotros.
-El mestizaje con otras culturas y etnias está a la
vuelta de la esquina. ¿Crees que la sociedad asturiana tiene que
mentalizarse y desde las escuelas empezar a educar para la solidaridad y
la tolerancia?
-Efectivamente yo creo que habría que tener una educación en
valores de tolerancia, de solidaridad y en valores democráticos. En ese
sentido nosotros estamos haciendo programas desde esta casa, desde la
Consejería de Integración, sobre todo en la escuela, porque el futuro
está ahí. Fundamentalmente tenemos que tener claro que lo que hay que
defender por encima de todo son los valores democráticos de una sociedad
tolerante, una sociedad en la que cabe todo el mundo menos los
intolerantes y los que están en contra de esas libertades. Entiendo que
tenemos que construir una sociedad abierta, pero entiendo también que en
Europa y en España vivimos en una sociedad democrática en la cual todos
somos iguales y en la cual la religión pertenece al ámbito privado, por
eso no se puede permitir que haya niñas que son secuestradas para
casarse en contra de su voluntad a los trece años, ni prácticas de
brutalidad como pueden ser las ablaciones o cuestiones que no tienen
nada que ver con la libertad y la democracia. Entonces, sí a la
integración, sí a una sociedad en la que quepamos todos, pero no a la
intolerancia en aras de una libertad en la que todo es igual, porque no
todo es igual; la libertad y la democracia deben defenderse siempre. ∆ |