Aunque prefiere pasar desapercibido, José
Barluenga no lo ha conseguido, porque su labor científica brilla con
luz propia. La prueba son los numerosos galardones que le han sido
otorgados, dentro y fuera de nuestro país, a lo largo de su carrera como
químico.
Texto y fotos: Lupercio González
Uno
de los deseos de este catedrático es que nuestras universidades se
pongan a la altura de las de nuestro entorno europeo: "La Universidad
española ha mejorado mucho en los últimos veinticinco años. Pero las
universidades de los países de nuestro entorno cultural no han estado
quietas y han mejorado también de una manera sustancial".
-¿Qué nos falta?
-Aquí, uno de los aspectos más desagradables es tener que luchar
de forma denodada por lo obvio. Yo viajo mucho, y cuando veo otras
universidades de nuestro entorno cultural, me parece que funcionan mejor
que nosotros. Soy consciente que en todas partes pasan cosas, pero yo
creo que a nosotros nos falta, permítame la expresión, un hervor. Aquí
el trabajar de una manera coordinada es complicado, pero bueno, eso a
estas alturas lo tengo que asumir sin más.
-Quizás no hemos afrontado de una forma seria nuestro
desarrollo.
-Hace cerca de doscientos años, países europeos cercanos a
nosotros, sufrieron una revolución industrial. Nosotros no, de modo que
estos países tienen un bagaje cultural y científico de muchos años.
Nosotros sólo hemos tenido algunas cosas puntuales. Posiblemente lo más
emblemático fue Ramón y Cajal. Fue un premio Nobel y a su alrededor se
pretendió crear una escuela que ofreciera influencias sobre el resto de
las ciencias, pero eso fue flor de un día. Se acabó. En los últimos
veinte o veinticinco años, el país ha afrontado los aspectos científicos
de una manera más seria, pero así y todo no tenemos tradición. Es decir,
lo que gastan en investigación países como Alemania, Francia o
Inglaterra corresponde a un 2% o más de su PIB y tiene una tradición que
viene de más de doscientos años. España invierte en el orden del 0,6 ó
0,7 de su PIB y tenemos una tradición de veinticinco años. Pues el que
quiera ver que convergemos, que lo vea. Yo no veo convergencia. Mi
impresión es de divergencia, y en consecuencia nuestras mejores cabezas
están recibiendo ofertas con unas posibilidades muy distintas fuera de
aquí.
-Hay un flujo de personas hacia otras universidades...
-Bueno, el hecho de que nuestros alumnos hagan sus tesis
doctorales y después amplíen estudios en universidades de élite
internacional, es lo deseable. Pero si la mejor gente, una vez que ha
hecho su tesis doctoral y su ampliación de estudios, no se reincorpora a
España, estamos haciendo un negocio ruinoso. Hemos apostado por los
mejores, hemos gastado esfuerzo y dinero con los mejores y resulta que
después van a trabajar a otros países. Esto es algo que habría que
evitar, pero claro para evitarlo habría que ofrecerle a estas personas
puestos de trabajo de acuerdo con su categoría. Y esto sólo se puede
ofrecer en un país desarrollado. España sobre papeles es un país
desarrollado, pero en la realidad presenta lagunas.
"España sobre papeles es un
país desarrollado, pero en la realidad presenta lagunas"
-Sin embargo, que un estudiante complete su carrera en
otras universidades resulta positivo.
-Desde hace muchísimos años los estudiantes alemanes, ingleses o
franceses, tres de los ejemplos más representativos europeos, van
haciendo la tesis doctoral cambiando de país o de ciudad, en busca de
los mejores profesores. Por unas razones u otras, en España no se mueve
prácticamente nadie. Nuestros estudiantes que están terminando la
carrera, no conocen incluso a los profesores que tienen en la propia
facultad. Esto es decepcionante. Supongo que todos tenemos culpa. Lo
lógico es pensar que un estudiante que tiene algo dentro, que quiere
promocionarse, que tiene interés por la carrera que ha estudiado, elija
los mejores profesores. Y para eso ha tenido que estar antes en la
biblioteca, tiene que buscar en lo publicado, tienen que haber hablado
con mucha gente. Pero yo creo que todo el tiempo lo ocupa el "a ver cómo
apruebo la asignatura". Y eso puede ser aceptable en términos generales,
pero es absolutamente inaceptable entre los mejores.
-¿Cree que habría que acercar más la Universidad a la
calle?
-Lo primero que hay que hacer es que la Universidad tenga un
profesorado de élite. Es decir, una Universidad sólo cumplirá su misión,
si los profesores que la constituyen en su conjunto, son de los mejores
en sus temas en la sociedad española. Lo que ha sucedido en España en
los últimos veinte años, es que la Universidad ha crecido de una manera
tremenda, extraordinaria, y además de una manera muy rápida. Y en muchos
casos lo que hemos conseguido tener es un profesorado, permítame la
expresión, de aluvión. En estas condiciones, cumplir todos los
requisitos que una Universidad requiere es muy difícil. O sea, el primer
paso, en mi opinión, es fichar a los profesores. Hay que introducir
gente joven, elegida de entre los mejores. Si esa gente forma una masa
crítica, podemos pensar que nuestra Universidad va a ser competitiva, y
si nuestra Universidad es competitiva de verdad, entonces lo va a ser
nuestra sociedad. Porque de la Universidad están saliendo todos aquellos
jóvenes que al cabo de unos años son los dirigentes del país en todos
sus aspectos, economía, derecho, física, ingeniería, etc. Si nosotros
preparamos estudiantes competitivos, bien formados y elegidos de entre
los mejores, entonces tenemos posibilidades.
-¿Cree que perdemos mucho tiempo en trivialidades?
-Mi impresión es que la Universidad, ha sido una Universidad de
aluvión. Que hay profesores, muchos, capaces de competir con sus
homólogos de cualquier parte del mundo, no tenga ninguna duda. Esa no es
la cuestión, sino que hay que tener una masa crítica. Uno no debería de
luchar de forma denodada por lo obvio, porque luchar por lo obvio es
perder muchísimas energías que nuestros colegas de otros sitios no las
pierden. Si esto lo unimos a que tienen más dinero, más becarios, etc,
pues hacen una labor muy importante, porque más listos que nosotros no
son, y menos trabajadores tampoco.
-¿Qué se siente después de recibir un galardón como el
Premio Nacional de Química y Tecnología Química 2001?
-Se siente la satisfacción personal de reconocimiento por parte
de otros, de que uno ha hecho una labor merecedora de estos premios. Más
allá nada, absolutamente nada. Y lo digo sin ningún tipo de retórica.
Absolutamente nada.
"Uno no debería de luchar de
forma denodada por lo obvio, porque es perder muchísimas energías que
nuestros colegas de otros sitios no las pierden"
-Su ideal sería pasar desapercibido, ¿es así?
-Naturalmente que sí, esto es una obviedad, yo no estoy haciendo
nada que llame la atención del mundo. Mire usted, yo voy de invitado a
dar muchas conferencias a muchas universidades de ámbito internacional,
o invitado a muchos congresos, y eso uno lo ve y piensa que debo de
hacer algo que tiene interés para los demás. Pero en esos mismos
congresos, o en esas mismas universidades uno se encuentra auténticos
genios. Las preguntas que me hacen determinadas personas en algunos
congresos, realmente me impresionan. Me impresiona la capacidad, la
inteligencia, el bien hacer que tienen. En estas condiciones no se puede
sacar pecho, permítame la expresión, uno hace lo que puede y lo hace con
toda la dignidad del mundo, pero sin salir ahí a decir que yo soy el
mejor, porque sería una locura.
-¿Siempre dice lo que piensa o le gusta irse por las
ramas?
-Supongo que usted lo está notando ahora en las contestaciones a las
preguntas que usted me plantea. Déjeme decirlo de otra forma, gano muy
poco para decir mentiras. Digamos que si yo estoy buscando una reacción
con los criterios de la química, no puedo engañar a la química. Si
engañara a la química, no saldría la reacción. Si yo estoy inculcando a
todos mis estudiantes que los resultados que se obtienen tienen que ser
absolutamente fiables, digamos que ir con la verdad por delante es el
único camino, de esto estoy convencido desde pequeñito.
-¿Le importa mucho lo que los demás piensen de usted?
-Relativamente. Quiero decir que sí me importa lo que piense de
mí la gente a la que yo le tengo respeto personal, o respeto científico.
Pero a las personas a las que no le tengo respeto personal, que las hay,
o no les tengo respeto científico, que hay muchas, pues qué le voy a
hacer, que piensen lo que quieran.
-¿Es fundamental la observación?
-Y el espíritu de autocrítica también. Creer que uno está en
posesión de la verdad es un error manifiesto. Evidentemente uno tiene
que continuar en el camino que considera mientras crea que está en lo
cierto, mientras no tenga una demostración de que está equivocado, pero
siempre tiene que estar dispuesto a cambiar de dirección. Hay veces que
el puzzle no sale, y hay que sacar las piezas y juntarlas de otra
manera. Eso sucede constantemente, todos los días.
-¿Qué le queda por demostrarse a sí mismo?
-Nada, yo no he hecho nada para demostrarme a mí mismo nada. Yo
he elegido esta profesión en un momento determinado, y lo que he hecho
ha sido trabajar con gusto, venir a la facultad con entusiasmo y hacer
todo lo que puedo y formar a la gente lo mejor posible. No creo que
demostrarme a mí mismo nada sea un fin en la vida. ∆ |