uestra región se ha caracterizado siempre por su gran espíritu
solidario, por esa capacidad de ponerse en la piel del otro. Es fruto de
la experiencia de quien no ha tenido más remedio que emigrar a otro país
a ganar el sustento para sus hijos, o sencillamente hacer fortuna y
descubrir otras posibilidades.
Carlos Madera nos aporta su visión de la otra Asturias, la de la
emigración.
-Asturias fue una región de emigrantes. ¿Lo sigue siendo
hoy?
-No, lo que nos encontramos es que tenemos mucha gente nuestra
fuera, descendientes de aquellos que se fueron a América en el primer
tercio del siglo XX y los que se marcharon a trabajar hacia Europa
central en los años cincuenta y sesenta.
Ahora mismo tenemos unos trescientos mil asturianos fuera, frente a los
once o doce mil inmigrantes que recibimos en Asturias, es decir, que hay
casi treinta veces más asturianos fuera de su región que inmigrantes que
vengan a Asturias. A esta situación se le añade el hecho de que una
parte de nuestra gente joven, con un nivel de formación alto, trabaja en
otras partes de nuestro país. Aunque sería deseable que todo el mundo
pudiera trabajar cerca de su casa, no se puede comparar esta emigración
de gente muy preparada, que busca su oportunidad fuera de Asturias pero
dentro de nuestro país, con aquellas emigraciones antiguas de personas
poco cualificadas, pero con muchas ganas de trabajar. Hoy exportamos
técnicos y antes exportábamos mano de obra barata. El hecho de que haya
mezclas en nuestro país, que gente de Cataluña o de Canarias o de
Andalucía, venga a trabajar aquí y nosotros vayamos a allá, siempre
enriquece a nuestro país. España siempre fue un crisol, un país de
mezclas.
-¿En qué países tiene más relieve la emigración
asturiana?
-Fundamentalmente en América tenemos dos puntos fuertes, que son
Argentina y Venezuela. También está el caso de Cuba, sobre todo con una
emigración de muchos descendientes. Pero estos dos primeros son los más
importantes. En Europa, lo fuerte, está fundamentalmente en Bruselas;
también en Bélgica, Alemania, Suiza y Francia.
-¿Existe algún plan de emigración?
-Sí existe, se aprobó el año pasado. En este Plan de Emigración
se contemplan medidas de acercamiento, de apoyo social, medidas
culturales, etc. Esto moviliza una cantidad importante, en torno a los
mil millones de pesetas. Esto nos ha requerido un esfuerzo, primero de
conocimiento de la realidad, de planificación y de acercamiento. Ahora
mismo con estas acciones Asturias está muy bien valorada por su gente
fuera y por otras comunidades autónomas. Recibimos felicitaciones y nos
suelen decir que somos un referente para otras comunidades.
"Argentina fue un alumno aventajado del Fondo Monetario Internacional y
todas las recetas que siguió la llevaron a la catástrofe. ¿Qué pasó
ahí?" |
-Se dice que el asturiano cuando sale fuera es muy
exitoso en sus negocios. ¿Esto sigue siendo así?
-Sí efectivamente, en Hispanoamérica nos encontramos con
personas que se fueron con una gran capacidad de trabajo y una gran
capacidad de integración. En nuestra gente se ve, por un lado ese amor a
su tierra, y por otro, esa capacidad para ensamblar o crear redes de
afinidad en cualquier sitio. Un asturiano añora siempre a Asturias, su
aldea, su bosque, el río donde estaba la braña... muchos recuerdos
infantiles. Es lo que te comenta la gente que se marchó muy joven de
aquí. En general el emigrante asturiano ha funcionado hasta ahora
bastante bien. ¿Cuál es el problema? Pues el envejecimiento y sobre todo
la quiebra de previsión social. O sea, personas que llegaron a trabajar
y que levantaron a uno o a varios países, que tuvieron sus ahorros
después de toda una vida de trabajo, ahora se dan cuenta de que en
España se les garantizaría una pensión mínima, y unos cuidados mínimos,
una plaza en una residencia de ancianos, una sanidad si se ponen
enfermos... y resulta que en América eso no lo hay.
Y es ahí donde entramos nosotros a ayudarles, a hacer planes sanitarios
para cubrir esas cuotas sanitarias para quien no tenga recursos, incluso
tener plazas en residencias de ancianos aquí en Asturias, o viviendas
sociales, para aquella gente que quiera retornar. O construir, por
ejemplo, una residencia de ancianos en Buenos Aires. En fin, nuestros
pasos van encaminados a apoyar a nuestra gente que está lejos y en
dificultades.
-¿Se nota que muchos de nuestros emigrantes quieren
volver?
-No, la gente lo que está haciendo ahora es solucionando temas
de papeles, sobre todo gente que quiere recuperar la nacionalidad
española. Se acaba de aprobar una ley que avanza bastante, pero que no
llega a donde nosotros creemos que debe de llegar. Es increíble que en
España, hasta hace poco, el hijo de padre español, fuera, era español,
pero el hijo de madre española no lo era. Es decir, la madre no
transmite la nacionalidad. Yo creo que en estos momentos, además de
anticonstitucional, es "anti todo". Ahora mismo lo que nos estamos
planteando es que los hijos de españoles nacidos fuera, tienen el
derecho de ser españoles. Yo creo que siempre lo deberían de haber
tenido, pero nosotros queremos extender ese derecho a los nietos. Países
como Italia lo están haciendo ya. En el caso de Hispanoamérica, y en
concreto Argentina, hay que tener una actitud de mucha generosidad y no
puede hacerse un corte arbitrario. Es decir, el hijo de español es
español, pues es el hijo de hijo español, que en este caso sería un
nieto de alguien que se marchó de aquí, debe tener acceso en
determinadas condiciones a la nacionalidad española. Yo creo que como
madre que cuida a sus hijos, debería hacerse una política lo más
generosa posible.
-Hay países latinoamericanos con una conflictividad
importante. ¿Cómo afectan estos conflictos a las comunidades de
emigrantes?
-Los conflictos lo que crean es una incertidumbre muy grande, y en
temas de negocios, de empresas de hostelerías, de temas de servicios,
eso retrae mucho. La incertidumbre enfría mucho la economía. Si queremos
hacer proyecciones a medio plazo, necesitamos tener un entorno de
posibilidades normal. Claro, la incertidumbre te lo cambia
completamente. Hace poco estuve en Venezuela y lo que se percibe allí es
una situación muy complicada. El presidente del Centro Asturiano de
Caracas, natural de Porrúa de Llanes, que es un hombre metido allí en la
vida de negocios, un hombre muy equilibrado, muy serio, está muy
preocupado y transmite la preocupación, no sólo la suya sino la de toda
la colonia. La gente lo que quiere es que la situación se estabilice de
alguna manera. Nadie quiere una salida rara. Todo el mundo está de
acuerdo en que la democracia es lo fundamental y las personas que llegan
al poder por los votos, o se mantienen por los votos, o si no hay que
echarla por los votos, pero no por ninguna otra maniobra. Creo que eso
es importante. Por otra parte, en Argentina, el tema es muy complicado
por la situación económica. Argentina fue un alumno aventajado del Fondo
Monetario Internacional y después resulta que todas las recetas que
siguió lo llevaron a la catástrofe. Yo estoy esperando alguna
explicación de esos santones del Banco Mundial, y del Fondo Monetario
acerca de su alumno aventajado. ¿Qué pasó ahí?
"Nuestros pasos van encaminados a apoyar
a nuestra gente que está en dificultades y lejos de Asturias" |
-¿El desarraigo inherente a la emigración, se sigue
viviendo tan intensamente como antes?
-Hoy día las comunicaciones acercan mucho a las personas.
Bruselas, por ejemplo, está a tres horas de avión desde Asturias. Hoy
día, en autobús, es un viaje de unas veinte o veintidós horas; un viaje
duro, pero no es lo mismo que era antes. Con América pasa algo similar,
ya que estamos hablando de un viaje por avión, que podrá ser más o menos
caro, pero de ocho o diez horas. Antes la gente se iba en barco y
tardaba veinte o treinta días; más días que las horas que se tardan hoy.
El desarraigo existe, sobre todo en aquellas personas que están en una
situación económica que no se pueden permitir pagarse un viaje aquí. Por
otra parte existe la melancolía, la morriña. La situación es un poco
complicada pero también muy enriquecedora. El emigrante que se supo
adaptar a otro país y luego vuelve, es una persona que tiene una mente
más abierta, y por tanto capaz de entender otros mundos, a otras gentes,
a otras culturas, y eso es bueno.
-La solidaridad es un valor imprescindible para
comprender la emigración.
-Nuestra gente, como dije al principio, se tuvo que marchar de
aquí porque la situación estaba mal. Es decir, mucha gente de la
Asturias profunda, a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, se
marchó porque no había oportunidades aquí. Estamos hablando del gran
salto migratorio de unas trescientas o cuatrocientas mil personas. Hoy
día nos encontramos con que tenemos una cierta prosperidad. Es cierto
que siempre podemos pensar que podríamos estar mejor, pero somos una
comunidad próspera, en un país próspero, en una Europa próspera. Tenemos
un sistema de bienestar que funciona relativamente bien, y eso hace que
gente se haga la reflexión de que siempre es mejor; de que está bien que
nos venga gente y que nuestra gente se vaya. No podemos permitirnos
tomar el café tranquilamente, hacer nuestra vida tranquilamente sabiendo
que en el Estrecho de Gibraltar hay una de las mayores fosas comunes de
la historia, de gente que está queriendo huir de una situación de
hambre, de miseria, de genocidio, de explotación para llegar a nuestra
Europa. Podemos cerrar los ojos a esa realidad y dedicarnos a ver la
televisión tranquilamente o llevar a nuestros niños al cine sabiendo que
eso pasa. Yo creo que moralmente es insostenible, que debemos de hacer
esfuerzos, primero por ayudar al tercer mundo en su desarrollo, dedicar
parte de nuestros recursos a que la gente no tenga que marcharse de
allí. Y luego acoger a los que vienen de forma generosa, sensata y
razonable. No podemos dejar las puertas abiertas a todo el mundo, porque
ahora mismo sería impensable.
Por una parte, tenemos que recordar lo que fuimos. Y desde un punto de
vista ya más trascendente, pensar que no podemos permitir una situación
así y que tenemos que hacer algo para aminorar este horror. / L.G.