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SUPLEMENTO ASTURIAS
VIOLENCIA JUVENIL
¿Más que ayer pero menos
que mañana?
Cada vez es más habitual que las juergas de los
fines de semana se salden con algún episodio vandálico. Escaparates
rotos, farolas destrozadas, papeleras quemadas, peleas... La violencia está
presente en las noches de marcha. |
Texto:
Carolina Fernández / Fotos: Fusión
A los habitantes de varios concejos asturianos ya no les resulta
excepcional que la prensa local amanezca el lunes relatando los desfases del
fin de semana. Mieres, Tineo, Navia, Pravia e incluso la capital del
Principado han vivido recientemente episodios de este tipo, algaradas que,
en el mejor de los casos, se saldan sólo con daños materiales.
El
ambiente favorece las reacciones desmesuradas. La noche crea el clima; el
alcohol y las drogas dan el empujón. La chispa se enciende sola. El
contexto es una sociedad en la que la noche juega un papel protagonista en
la lista de prioridades de los jóvenes. Hay pocas opciones más. O ninguna,
salvo en ciudades donde se están poniendo en marcha actividades que
supongan una alternativa a la tradicional "movida nocturna". Los
vecinos de las zonas por donde cada fin de semana pasa una marabunta de
jóvenes, los que duermen encima de un racimo de pubs, piden, lógicamente,
medidas policiales que mantengan bajo control una situación que ya han
visto desbordarse demasiadas ocasiones en los últimos años.
No hay un origen único para este tipo de comportamientos. Para empezar, hay
que decir que los jóvenes de hoy, los asturianos en particular, son hijos
de una sociedad que ha sufrido un fortísimo proceso de
desindustrialización, seguido por una profunda crisis económica que aún
hoy padecemos, de hecho Asturias posee las cifras de crecimiento más bajas
de todo el territorio español. El desempleo es el gran lastre, y lo que
más pesa en la juventud asturiana. Las escasas posibilidades de encontrar
un trabajo nubla el futuro de los jóvenes y les obliga a cobijarse bajo el
paraguas de la economía familiar, en algunos casos hasta bien avanzada la
treintena.
Otro punto importante a tener en cuenta es la educación. Lo deseable sería
que, al menos durante los primeros años, el tándem escuela-familia
cumpliese su papel a la perfección, cosa que no ocurre siempre. Los padres
delegan en los profesores responsabilidades que no les corresponden, y los
centros escolares en muchas ocasiones o bien no responden como debieran, o
bien se ven desbordados ante situaciones de violencia en las aulas. En
muchas ocasiones se ha dado la voz de alarma ante el deterioro de las
relaciones de los jóvenes con los padres, con los profesores o cualquier
figura que represente un principio de autoridad. La falta de valoración y
de respeto son la fuente de múltiples conflictos y sobre todo el origen de
una falta de orientación del joven, de su realidad, de su papel en la
sociedad y de los valores en los que debe basarse su relación con el resto
del mundo. Una prueba de esto es el creciente número de incidentes
violentos en las aulas y el aumento de las denuncias de padres agredidos por
sus hijos.
Otra de las causas hay que buscarla en una cultura del ocio poco creativa,
que no ofrece posibilidades de expansión. La noche ocupa un lugar
preferente en la agenda de la semana, y los jóvenes repiten una noche sí y
otra también, la misma fórmula. La rutina y el aburrimiento hacen
estragos. Pongamos en la lista el consumo excesivo de alcohol, que es
considerado por los jóvenes como un elemento imprescindible para exprimir
la noche, y el consumo de drogas, especialmente de "pastillas",
cuyo consumo ha aumentado espectacularmente en los últimos años. Hagamos
un cóctel con todos estos factores y tendremos un caldo de cultivo ideal
para que se desencadenen situaciones explosivas.
Es más que posible que los "desfases" juveniles que estamos
viendo hoy, sean fruto de anteriores políticas que no tuvieron en cuenta
las necesidades de los jóvenes. El Consejo de la Juventud ha denunciado en
multitud de ocasiones que los jóvenes han sido durante años los grandes
olvidados. Esta institución, junto con la Confederación de Asociaciones de
Vecinos de Asturias, han solicitado recientemente la adopción de medidas
educativas y sociales. Consideran que la policía puede ocuparse de mantener
el orden público, pero esa sólo es una parte del problema, ya que detrás
de las algaradas callejeras se esconde una realidad social que es la que hay
que solventar.
Pero ¿ha aumentado realmente la violencia entre los jóvenes? Mercedes
García, portavoz del Consejo de la Juventud, se inclina a pensar que no de
una manera destacable. El aparente estallido se debería más bien al
especial hincapié que ponen los medios de comunicación en este tipo de
noticias. Las cifras facilitadas por la Policía muestran un progresivo
aumento de las detenciones de menores de 18 años en Asturias: de los 286
menores detenidos en 1997, se ha pasado a las 580 detenciones del año 2000,
la mayoría por delitos contra la propiedad y muy pocas (18) por delitos
contra la integridad física. Destaca que, a pesar de todo, nos encontramos
muy por debajo de las cifras de otras comunidades más masificadas, como
algunas áreas de Madrid o Levante. ∆
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"El
80% de los chavales que pasan por comisaría tienen problemas en
casa"
Agapito
Pérez es responsable del Servicio de Atención a la Familia de la
Jefatura Superior de Policía (Oviedo). Para él, el papel de la familia
es fundamental a la hora de prevenir comportamientos violentos.
-¿Realmente ha aumentado la violencia juvenil?
-No se detecta un aumento de la violencia. Desde que se puso en
marcha el programa Policía 2000, las estadísticas iban descendiendo en
todos los órdenes, pero a partir de la entrada en vigor de la Ley del
Menor, en enero del 2001 se ha notado un frenazo en ese descenso. Se
aprecia un incremento del número de menores detenidos, al pasar la
minoría de edad penal de 16 a 18 años.
-La Ley del Menor ¿es un cambio para mejor?
-La Ley del Menor ha provocado una especie de atasco, que
esperamos que con el tiempo se vaya solucionando. Hay falta de medios y
falta de personal. Lo cierto es que aunque el cambio en la ley estaba
anunciado ya desde el año 95, nadie preparó nada.
-¿Cuáles son los delitos más habituales?
-La mayoría de los incidentes registrados son hechos delictivos
contra la propiedad, es decir robos generalmente sin violencia.
Lo más habitual es que roben motos para darse una vuelta, o un coche
para desplazarse cuando acaba la fiesta en un sitio. Suele ser siempre
un grupo reducido de personas.
-¿Cuál es el origen de estos comportamientos?
-Influye sobre todo la ingesta de alcohol por un lado, y por
otro, la crisis de autoridad que sufre hoy en día esta sociedad, que
pasó de ser muy férrea a una libertad casi absoluta. Además, desde mi
experiencia, el 80% de los chavales que pasan por comisaría tienen
problemas en casa. La violencia tiene su origen en la falta de
disciplina que hay en todos los órdenes, principalmente en el hogar,
que es por donde había que empezar. Les dan televisión, videojuegos,
consolas, pero no hay conversaciones. No es suficiente con darles dinero
y comprarles lo que les gusta, los hijos tienen que saber que sus padres
se preocupan por ellos. No pueden estar acostumbrados a tenerlo todo,
porque cuando lleguen a la edad rebelde no van a poder echar el freno.
Hay casos de chavales que arrastran a su madre de los pelos por el
pasillo, y no los denuncian para no marcarlos.
-El consumo de alcohol es habitual en edades cada vez más
tempranas.
-Sí. Resulta verdaderamente preocupante que un menor de 13
años sea llevado en coma etílico al hospital. Los padres dicen que su
niño está a las 10 en casa, pero ¿qué hace primero? ¿por qué no se
dan una vuelta por las inmediaciones del Centro Cívico, en Oviedo, y
ven a sus hijos de 14 a 18 años tirados en el suelo con las bolsas del
supermercado y con los briks? Como el consumo en la vía pública no
está penado, la policía no puede hacer nada.
-¿Sugiere alguna solución?
-Tenemos una ley que prohíbe el consumo de drogas en la vía
pública, e incluso la tenencia para consumo propio. Habría que crear
otra que prohíba el consumo de alcohol en la vía pública. La policía
ve a los jóvenes consumiendo bebidas alcohólicas compulsivamente en la
calle, en los parques, y no puede hacer nada. Es verdad que ya hay una
ley que prohíbe el consumo de bebidas alcohólicas a los menores de 16
años, pero se cumple malamente. En los establecimientos se quejan de
que no pueden hacer nada, pero nosotros les instamos a que controlen un
poco a la gente que está bebiendo dentro del local, que pidan el carnet
y que hagan uso del derecho de admisión. ∆ |
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