Texto: Carolina Fernández /
Foto cedida por Andrés Presumido
Se le
conoce sobre todo por su relación con Teatro Casona, grupo mítico ya en el
panorama de nuestra región. Ahora, y sin abandonar nada de lo anterior, ha
asumido la dirección de Polimnia. La combinación de un director veterano y
un grupo joven y entusiasta, da como resultado éxitos de la calidad de Dios,
de Woody Allen, su primer montaje.
-¿Cuáles fueron las conclusiones después de sacar adelante compleja
obra de Woody Allen?
-Fue todo muy positivo. La obra fue premiada en el festival de
teatro de Reinosa y luego posteriormente se hicieron unas veinte
representaciones por toda Asturias. También actuamos en el Teatro Principal
de Segovia y en los teatros Jovellanos, Campoamor y Palacio Valdés, además
de otros muchos municipios de la red de teatro de Asturias. Ha sido un
espectáculo que ha tenido una afluencia muy grande de público y un éxito
total de crítica. Ahora mismo está nominada para los premios de teatro
asturiano, como mejor espectáculo amateur.
-Creo que al principio no estabas muy convencido de que el proyecto fuese
factible. ¿Cuándo cambiaste de opinión?
-La verdad es que en esto del teatro amateur mucha gente se queda a
mitad de camino. Es un poco comprometido para un director implicarse en un
proceso de creación, cuando a lo mejor los grupos no son estables. Entonces
sí, me lo pensé bastante. Fue la respuesta que tuvieron ellos lo que hizo
que me comprometiera anteriormente con el espectáculo de Dios, y que
repitiera con este otro montaje.
"No
es que los teatreros estemos continuamente hablando de crisis: somos el
espejo de la sociedad."
-¿Cuál cree que está siendo entonces la clave del éxito de este
grupo?
-La clave del éxito es el entusiasmo que tienen. Aquí no vamos a
formar actores de alto nivel. En principio lo que estamos creando es buenos
espectadores y gente a la que le apasione y le guste el teatro. Pretendemos
divertirnos. Luego, si surgen talentos, pues estupendo.
-¿Cómo se combinan las cualidades de un director veterano y las de los
actores jóvenes?
-Tienen mucha frescura, no tienen los vicios de los actores ya
resabiados. Suplen la veteranía con soltura, con imaginación, con mucha
creatividad. Es muy bueno para los directores que llevamos muchos años
montando obras acercarnos a gente con ideas nuevas y con propuestas nuevas.
Para mí es abrir una ventana de aire puro, porque a veces quedas es un poco
'arranciado' después de trabajar siempre con la misma gente.
-Háblanos sobre el último montaje.
-Es una obra de José Luis Alonso de Santos, el autor de Bajarse
al Moro y la Estanquera de Vallecas. Se titula ¡Viva el duque
nuestro dueño!, y se estrenó hace unos veinticinco años, justo en las
vísperas de la muerte de Franco. Digamos que fue un poco comprometido en
ese momento poner esa obra en escena. Es una comedia de humor en la cual se
analiza cuál es la situación de la España de los cómicos del barroco. Es
una obra de teatro de corte más clásico, con canciones, con bailes, con
una historia que es un pretexto para analizar cuáles son las relaciones en
el mundo de la farándula, sus miserias y sus glorias. En realidad hay un
paralelismo con lo que se vive realmente día a día en el teatro, el mundo
del comediante, del actor en general.
-¿El teatro necesita siempre un trasfondo de crítica?
-El teatro siempre es el espejo de la realidad y si la realidad
está en una situación crítica lo que hace el teatro es plasmarla. No es
que los teatreros estemos continuamente hablando de crisis: somos el espejo
de la sociedad.
"Si se
necesitan otros veinte más, dando la lata para conseguir más cosas, habrá
que hacerlo."
-A nivel personal, Andrés Presumido tiene fama de no tener pelos en la
lengua.
-Sí, tengo fama de ser un poco crítico, pero no te queda más
remedio que ser crítico antes que ser dócil ante ciertas situaciones. La
gente que hace teatro en Asturias expone todos los días muchas cosas:
expone su vida, expone su familia. Yo personalmente asumo esta profesión
porque es lo único que sé hacer, por eso tengo que ser crítico con el
entorno en el que estoy trabajando. Eso no significa ser destructivo, sino
constructivo. En ese sentido después de tantos años he conseguido, por
ejemplo, que entre el teatro Casona y otros grupos haya ahora mismo un
circuito de teatro profesional. Eso nos ha costado veinte años. Si se
necesitan otros veinte dando la lata para conseguir más cosas, pues habrá
que hacerlo.
-¿Qué echas de menos ahora mismo?
-Nosotros en Mieres tenemos un problema, y es que no tenemos un
teatro, y eso hay que denunciarlo. En Oviedo tuvimos un teatro, en Trubia.
Luego lo dedicaron a otros menesteres que nada tenían que ver con el
teatro, o más bien lo tienen cerrado sin actividad. Me parece tremendo que
un espacio escénico que ha costado a los ovetenses cincuenta o sesenta
millones de pesetas, que esté cerrado y solamente lo utilicen para
reuniones de amas de casa. O sea que a veces el mensaje del político nos
cuenta unas cosas, pero yo sé que a nivel de calle pasan otras. Y, eso le
guste o no le guste al político, voy a seguir diciéndolo. ∆
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